Por un lado, el modelo hegemónico del capitalismo, cuya esencia se traduce en el consumismo, explotación del hombre por el hombre y unas relaciones de producción que destruyen la naturaleza y acaban con la vida en el planeta.
Por otro lado, la propuesta de una sociedad socialista, que intenta desmontar, abolir de raíz el capitalismo y cuya esencia se expresa en la inclusión, justicia social e igualdad.
Los medios de producción ideológicos (sistema educativo, televisión, radio, prensa, cine, etc.) están en manos de la oligarquía parasitaria y éstos luchan por perpetuar su modelo de pensamiento, producción capitalista y reproducir el “modo de vida” que ese modelo genera.
La oligarquía parasitaria a través de los medios de producción ideológicos nos impone como natural, por ejemplo, que toda relación social está basada en mercancía, explotación y ganancia, que el 5% de la población sea dueña del 80% de las tierras y que millones de niños mueran de hambre.
Sin dudas es una lucha de clases en que la Revolución, no solo tiene la inmensa tarea de abolir las relaciones capitalistas y transformar las condiciones materiales de existencia, sino que además, debe combatir las ideas burguesas que dominan la sociedad.
Debemos entender que la sobrevivencia de la Revolución exige que los medios de producción ideológicos sean públicos -en manos del pueblo- y se refunden con los valores socialistas.
