Renny presenta...

¡Caracoles, despiértense!

El título corresponde a una frase de Renny Ottolina, dicha al final de su progrma radial ¡Venezuela, despierta! Pues sí, voy a hablar de Renny Ottolina, y lo voy a hacer en positivo. Me voy echar a medio mundo encima, pero afortunadamente será sólo eso, medio mundo (es decir, una mitad), no el mundo entero.

Es bueno venir un poco "hacia atrás" para ver de qué estamos hablando hoy en día. No todo es como acostumbramos a decirlo, a veces erramos. Hoy me parece importante que los venezolanos volvamos sobre la memoria de este individuo cuya postura, como veremos a continuación, solamente de una manera muy rebuscada podría ser confundida con impostura, como la de aquellos partidos tradicionales (todos sin excepción) que llevaron a nuestro país derecho al desastre del 27 de febrero de 1989.

Tal vez nunca sepamos la verdadera causa de su muerte, pero me resulta muy difícil imaginar que lo de Renny no hubiese sido un magnicidio. Su desapego —e incluso desprecio— por el status quo político de la época, paralelo a su posición independiente, anticlientelar, basada únicamente en la confianza popular; además de la contagiosa seguridad en sí mismo que lo caracterizaba (por no hablar de la reputación que se forjó ante el pueblo de probado emprendedor autosuficiente), todo ello no podía más que provocar muchísimo temor en sus adversarios políticos.

Para empezar, podríamos decir que les llevaba ventaja, pues no competía en el mismo terreno que ellos. ¿Quién puede decir que este hombre no "molestaba" en la contienda electoral del 79, y que no hubiera representado, en caso de llegar a ser oído suficientemente por las masas (para lo cual tenía todo en sus manos), un gran riesgo para el poder establecido?

Recordemos que falleció muy al comienzo de su campaña, que no pudo llegar a lanzarla a cabalidad. Más aún: ¿quién entre los políticos de entonces hubiera podido "medirse" en palabras con este rodado locutor, cuya voz formaba ya parte del inconsciente colectivo?

Además de ello, ¿quién hubiera podido debatir con él, frente a la más que sobrada superioridad de discurso, incomparable capacidad argumentativa, claridad, agilidad mental y convicción que resultarán evidentes al escuchar la próxima entrevista? (Hela aquí, pero por favor, ponga el lector de lado sus prejuicios, su idea previa sobre el personaje, y remítase exclusivamente a sus palabras):

(1ra parte) http://www.youtube.com/watch?v=9--btJz7B30
(2da parte) http://www.youtube.com/watch?v=OiRE4vH04Os

Luego de haber escuchado la entrevista (y por favor hágalo si no lo ha hecho), dígalo usted mismo, estimado lector: ¿quién, entonces, se le hubiera podido parar enfrente para debatir?

Hacer un esfuerzo, despojarse en lo posible de todo prejuicio (repito, TODOS los tenemos), y regresar al pasado por unos momentos para escuchar el discurso de este singular personaje (al cual resulta TAN FÁCIL calificar de oligarca, derechista recalcitrante, anticomunista y todo lo demás), es un ejercicio positivo de objetividad, la cual a veces tanto nos falta. Esta entrevista merece ser escuchada así, objetivamente, sin ser sometida al filtro de nuestras respuestas prefabricadas. Lo hice yo (no una sino varias veces), y en vez de perder el tiempo entregándome a la inútil —y arrogante— ridiculez de tomarme por un adivino del pasado (asegurando que Ottolina hubiera sido un pésimo presidente, que hubiera entregado todo a los gringos y privatizado los servicios públicos, etc.), traté de remitirme exclusivamente a sus palabras y a tomarlas por lo que enuncian, por lo que dicen.

He aquí que me encontré con la siguiente evidencia: no tengo nada que contradecirle, que reprocharle, más bien que APLAUDIRLE!

Es al menos lo que ocurrió conmigo. Si alguien hizo el mismo ejercicio y llegó a una conclusión distinta, felicitaciones, pero que explique por favor en qué este señor estaba errado. Personalmente, no me veo debatiendo con el Renny de esta entrevista, ni veo a ningún político o intelectual (tanto de su época como de la nuestra) pudiendo hacerlo. No veo, simplemente, cómo poder decirle NO; y no será, en todo caso, con descalificaciones personales, caracterizaciones, fórmulas, lugares-comunes y recetarios ideológicos que lograremos hacerlo.

Creo que el poder que lo sucedió, la escena política que cobardemente lo eliminó (en eso sí eran pragmáticos nuestros políticos) y que condujo al país derechito al Caracazo y a los desmanes gerenciales de la década subsiguiente (la de los 90), se encargó muy bien de borrar a Renny Ottolina de nuestras memorias, de reducirlo a su imagen inofensiva de animador carismático de la televisión. Más adelante, en la década socialista, heredera de esta imagen suya ya banalizada por "la cuarta", se le adujo a Renny el estigma —prefabricado también— de oligarca emblemático, de acaudalado empresario pro-yanki, de excluyente aristócrata ("Viceroy, clase aparte"), y todo porque el aprendizaje del socialismo también necesitaba de chivos expiatorios, de emblemas negativos contra los cuales despotricar.

Pero lo necesitado no es sinónimo de justicia. ¿Quién puede decir que, en tanto comunicador y vendedor de productos, Renny no era simplemente un hábil creador de síntesis efectivas, compuestas por símbolos pre-existentes en la idiosincrasia popular? Y en ese sentido, ¿qué significa, por ejemplo, "clase aparte", sino un modo de traducir una idea muy elemental y corriente, a saber, que algo bueno se separa o dista de aquello que no tiene calidad?

¿Se justifica decimar a alguien por decir esto?

Efectivamente, Renny trajo a Tom Jones... Pero más allá de los gustos, y hablando con objetividad musical (recuerden que soy músico), cantante malo el gringo no era, para nada. ¿Y dónde dejamos a Armando Manzanero, a Mercedes Sosa? ¿O al célebre mimo Marcel Marceau? También los trajo. ¿Y fue el especial en Canaima, bajo el Salto Angel, un enlatado? ¿Y que hay de la producción que hizo en la plaza de Trocadero, frente a la Torre Eiffel, en París? ¿Tendríamos que ponerla también frente al paredón, por haber sido hecha en Europa?

Respecto a esta producción en Francia, hagamos un paréntesis, y recordemos que el dinero no lo puede todo, pues muchos ricos no logran hacer nada con él. Imaginemos por un momento el esfuerzo, la inteligencia para los negocios —por no hablar de la difícil organización— que representaba para un productor venezolano en el año 72 realizar este programa. Impecablemente producido, en él vemos a una elegante coreografía venezolana de baile emerger majestuosamente en esos espacios míticos de la cultura europea, acompañada por uno de los arreglos musicales modernos más hermosos que se hayan compuesto a partir de nuestro JOROPO. En la mente de Renny, contrariamente a lo que muchos piensan, la intención no era tanto importar como exportar nuestros valores, nuestra cultura, llevarla a los sitios emblemáticos. Vean a continuación algunos fragmentos de ese histórico programa, y sientan el efecto conmovedor de las imágenes al ser bañadas por una música mágica (comisionada por Renny), compuesta especialmente para la ocasión. No se sorprenda el venezolano de hoy si le brotan las lágrimas:

http://www.youtube.com/watch?v=mUbZyLb580I

No es justo reducir a Renny a un mito positivo cuartorepublicano, supuestamente reivindicado por la oposición, pues vemos que él mismo contradijo ampliamente el entorno político de su tiempo, al punto de ser presuntamente eliminado por ésta. La revolución, por su parte, ha creado para sí un mito inverso, negativo, de Renny, asimilándolo más bien gratuitamente a la oposición, sin piezas suficientemente convincentes y utilizando su imagen como un blanco mnemotécnico, pedagógico contra el cual hay que "disparar" mientras aprendemos qué es el socialismo.

Sospecho que es extremadamente más fácil crear estos contra-mitos apoyándonos en libros —Ludovico Silva, por ejemplo, atacó a Renny fuertemente— que crear mitos mediante la experiencia directa. El mito del "Renny facho", predominante hoy en la izquierda, quizás sea más grande que el mito del "Renny demócrata", sostenido timoratamente por la derecha. ¿Razones? No faltan: a él lo eliminó (si eliminado fue) la derecha, no la izquierda. O sea, que hay más "mito Renny" de este lado.

Pero valorar, tanto en positivo como en negativo, eso puede hacerse indistintamente a trancazos. Ludovico, como crítico, podía tener también su Ludovico. Más difícil es deslastrarse por unos minutos y remitirse objetivamente a la fuente. En lo personal, no me interesa ningún tipo de crítica "ilustre" contra Renny Ottolina, pues es demasiado fácil masacrarlo; creo que respetaría más a una crítica menos docta, menos especializada.

El piloto de la avioneta Cesna-310, donde viajaba Renny Ottolina el 23 de marzo de 1978, acompañado de su jefe de campaña Ciro Medina (periodista), César Oropeza y Luis Duque, se llamaba Carlos Olavarría. Es probablemente por el apellido de este último que corrió el rumor sobre un presunto atentado dirigido no contra Renny sino contra Jorge Olavarría, quien supuestamente tenía que viajar en este vuelo. Dicho rumor no tiene fundamento, los tripulantes se dirigían a Porlamar para un foro de empresarios, y todos murieron al estrellarse la avioneta en la meseta del cerro las Mercedes, cerca del pico Naiguatá, a 3.100 pies de atura en el Parque Nacional el Avila. Más fundamento tal vez tenga otro rumor, aquel según el cual Diego Arria mismo habría colocado en la avioneta el maletín con la bomba.

Algunos piensan que a Renny no lo mato la izquierda, sino la derecha, puesto que él era —dicen— de extrema derecha. Hmmm... ¿Renny, de extrema derecha? En la entrevista que acaban de escuchar, le preguntan a Renny sobre el problema de la inmigración. Va el entrevistado directamente al grano: se opone a sacar a los colombianos y se refiere a ellos como "buena gente", como seres humanos que "ya están aquí" y que "quieren trabajar". Propone legalizarlos (darles visado) e incluso emplazarlos a devenir venezolanos (nacionalizarlos) si quieren quedarse por mucho tiempo en el país, con lo cual ¡ya no serían extranjeros!

Búsquenme un solo ejemplo de cualquier extrema derecha en el mundo que proponga algo semejante. La inmigración ha sido siempre el tema más emblemático de todas la ultra-derechas mundiales, y lo propuesto por Renny al respecto no podría ser más contrario a los intereses y principios de tales nacio-troglodismos. Creo que para afirmar que Renny era de ultra-derecha no basta con sólo decirlo, o suponerlo, hay que poner ejemplos.

Algunos dicen que lo expresado en la citada entrevista no es más que un discurso electoral. Yo pienso que no se vale excluir la validez de un discurso por ser parte de una campaña, si no tendríamos que excluir y condenar todo discurso político.

Ahora bien, quiero llamar la atención (para el debate) sobre los tres puntos siguientes:

1) Renny propone convertir a la nación en un país agrícola, y critica a la Reforma Agraria. ¿Qué opinión les merece su idea, camaradas? Dice Renny allí que sin convertir a la agricultura en una verdadera industria (es decir, con gerentes y toda la parafernalia de una corporación) no puede esperarse que algún día produzcamos suficientes alimentos y podamos abastecernos, y ser por ende soberanos.

Adelanto mi opinión. Es absolutamente cierto: si hay una razón por la cual nuestro país logra producir y exportar petróleo, es porque a dicho rubro le damos un tratamiento industrial, corporativo (PDVSA), y, desde un punto de vista estrictamente técnico, toda producción eficiente y duradera supone una organización pragmática del trabajo (esto es, la distribución de funciones y un plan en plena coherencia con sus objetivos). Sin un proyecto global de producción, el otorgamiento de tierras a los campesinos (como en la Reforma Agraria) no pasa de ser una medida paliativa con connotaciones sociales inmediatas (y por lo tanto falsas), contra-indicable e insuficiente para desarrollar la agricultura y convertirla en Industria Agrícola, que es la única forma bajo la cual se logra asegurar a gran escala la producción de cualquier rubro. Se trata de un objetivo únicamente realizable a largo plazo (Renny hablaba de 20 años), el cual hay que analizar detenidamente, sobre todo con ocasión a las actuales medidas del gobierno bolivariano en torno al tema agrícola (hay que abrir de inmediato este debate).

2) Renny dio en una ocasión declaraciones muy fuertes contra las manifestaciones en la universidad y los estudiantes, gracias a las cuales también ha sido a menudo condenado. Pero yo quisiera saber un poco más del contexto preciso en el que las dio. Si tales declaraciones fueron fuertes, les aseguro que hay casos en que a cualquiera le provoca dar declaraciones fuertes. Chávez las da muy seguido. Por ejemplo, cuando las manifestaciones estudiantiles no son realmente tales, sino más bien un bochinche, un montaje provocado por infiltrados y manipuladores. Lo vemos a menudo en las marchitas de "los manitas blancas", que son capaces de servirse de la libertad de expresión y de la autonomía universitaria para quemar una montaña, o bien una facultad con gente dentro. Me gustaría ver el caso preciso en que Renny habló de ello, a ver si yo mismo diría algo diferente. Existe una grabación de esas declaraciones, y en un momento dado Renny dice: "a Bianco hay que sacarlo de allí, antes de que se caiga la Universidad". ¿Por qué será? Habría que ver... Repito, a un hombre independiente, y "con billete", es muy fácil, demasiado fácil decimarlo en abstracto, a punta de cartillas ideológicas.

3) En lo relativo a sus comentarios sobre los comunistas (chinos, rusos y cubanos), creo que para un comunista de hoy —del siglo XXI— no debería ser imposible entender tales arrebatos en su justa dimensión. Un comunista de hoy que se respete sabe que ni la ex-Unión Soviética, ni Cuba, ni China son ejemplos cabales de la palabra Comunismo (escrita con mayúscula), y que ni las buenas intenciones empreñan, ni los errores cometidos por ellas son menos erráticos, nefastos y lamentables que cualquier error. Si éramos nosotros los comunistas de entonces, a nosotros de asumir el riesgo del intento, de la iniciativa, pero a otros la libertad de apreciarnos o no; exactamente como ocurre hoy, cuando las buenas intenciones del proceso bolivariano, que todos compartimos, no hacen de nuestros errores (que son bastantes) desgracias menos cruciales, ni impiden a otros el derecho de repudiarnos por ellas.

Recuerdo también que Renny estaba en contra de llamar a nuestra moneda "bolívar"; decía que era una falta de delicadeza, de respeto hacia el Padre de la Patria. "Te vendo este cachivache por 30 bolívares..." Un día de estos a Chávez se le ocurre cambiar el nombre de la moneda y... punto para Renny, el oligarca, quien fue el primero en proponerlo. Pero no importa, las cosas se corrigen cuando es necesario. No en vano se modificaron otros símbolos patrios (el escudo, la bandera). Es que con los símbolos casi todo es cuestión de respeto, pero no de respeto superficial, sino histórico, y la historia es cosa viva y práctica, o no nos sirve de nada escribirla con nuestras vidas. A algunos se les ha ocurrido recientemente cambiar párrafos enteros del himno nacional: por mi parte bienvenidos, si son mejores que los existentes. El honor patrio es irreverentemente justo: lo sagrado sólo puede ser intocable mientras su coherencia interna sea insuperable.

Y hablando de coherencia interna, he aquí otra idea para reflexionar. Dice Renny en la entrevista: "yo no creo en masas". La idea no es nada nueva, de hecho es una vieja crítica al socialismo del siglo XX. De allí que el socialismo del siglo XXI deba tomarla en cuenta, y encontrar la forma de superar el dilema: el de un aplanamiento espartano de la sociedad mediante la supresión del individuo, y la consecuente instauración —menos por disciplina voluntaria que por poder del Estado— de una idea tan áspera como abstracta: el "individuo-masa". El socialismo del siglo XXI debe plantearse seriamente si quiere fundamentarse en esta abstracción, y si la considera realmente viable.

Bueno.. sólo más carne para el debate, el cual obviamente queda abierto.

xavierpad@gmail.com



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Xavier Padilla


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