El nuevo periodismo

Si lo analizamos exclusivamente desde la óptica gremial, diríamos que los periodistas no tenemos nada que celebrar un día como hoy.

Somos un cuerpo profesional fracturado en dos partes irreconciliables y un tercer grupo apático, que prefiere la comodidad de no tomar partido, de no involucrarse, pretendiendo esconderse bajo la fachada de la independencia, para no verse en la obligación de fijar posición. Aquí todo el que ejerce este oficio, consciente o no, tiene a la subjetividad socavándole el equilibrio y escurriéndosele entre las teclas.

Una cosa es incorporar la crítica como parte irrenunciable de la responsabilidad de un comunicador social, y otra muy diferente es pretender que, prefabricando denuncias o haciéndose eco de noticias manipuladas, se está haciendo periodismo.

Aquí cada quien ha hecho con su ética, y con la del gremio que es peor, lo que le ha dado la gana. Desde el acérrimo opositor que convirtió la profesión en un lucrativo negocio personal, hasta el más enceguecido chavista, incapaz de ver más allá de las líneas que siempre bajan, pero pocas veces suben. Todos cargamos nuestra velita en el entierro del periodismo en Venezuela.

Pero como quiera que entendemos que vivimos un proceso de cambios que no tiene marcha atrás, que lleva encima la pesada carga de la ineficiencia y la corrupción, como par de herencias funestas de las que tarde o temprano tendrá que deslastrarse, también guardamos la esperanza de que el mismo proceso renovador se dé en las filas de un gremio que vive aún en la cuarta república y marcha al margen de la historia del país, anclado en un pasado del que se resiste a desprenderse.

Un día como hoy apostamos por esa nueva camada de periodistas, conscientes, analíticos, honestos, que tiene que salir de aulas alternativas que no sean los mismos claustros de siempre, bañados de pasado, sino que se formen en escuelas que les permitan oler a calle, a gente de a pie; que entiendan que su rol es orientador, no deformador; que tengan criterio propio y no mentalidad servil; y, principalmente, que sepan respetar los deberes y derechos ciudadanos para que puedan hablar de libertades. Brindo por ellos.

Mlinar2004@yahoo.es


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Mariadela Linares


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