Mil y más por uno

Se puede tener y expresar mil y más conceptos contrarios al Estado israelita; se puede criticar de un millón de formas las políticas agresivas y belicosas del gobierno de Israel; se puede invocar todos los postulados políticos e ideológicos (incluyendo los religiosos) para rechazar y condenar el sionismo, pero lo que ningún contrario u opositor puede argumentar es que el Estado o gobierno israelita, por presión del pueblo, sea indiferente o negligente a las situaciones adversas que padezcan sus soldados. Los ideólogos del sionismo saben, con la precisión de los números matemáticos para sumar o multiplicar el dinero, que su política de defensa y ataque tiene en la soldadesca su pilar fundamental y no en sus ideas, porque contra éstas están las verdades que terminan, en algún momento de la historia, elevando el pedestal de la conciencia humana y venciendo, junto a las ciencias, todas las mentiras que buscan eternizar la explotación y la opresión del ser humano por el ser-lobo.

Los soldados son los que van al frente en los campos del combate; son los primeros que dejan correr su sangre, su dolor y sus familiares los primeros en dejar rodar por sus mejillas las lágrimas, porque aquellos son los primeros en morir o caer en cautiverio. Las guerras de Independencia, aquellas en que los generales iban al frente de sus soldados, se extinguieron en el planeta, porque en la fase capitalista de la globalización de la miseria y el dolor y la desglobalización de la riqueza y el privilegio no hay espacio para ellas. La revolución proletaria tiene de nacionalismo lo que el imperialismo –hipócritamente- posee de liberación nacional para los países colonizados. El imperialismo en sus guerras de hoy, primero, bombardean incluso desde aviones sin pilotos hasta arrasar todo lo que consideran estratégico de sus víctimas. Sólo después, creyendo “asegurado” su terror inmediato sobre la población, es que lanzan sus tropas a tierra.

Desde hace alrededor de cuatro años o un poco más, un soldado israelita cayó en manos de las fuerzas de Hamas. Desde entonces se encuentra en calidad de prisionero de guerra. El gobierno de Israel, más por presiones de pueblo que por verdaderos sentimientos humanitarios, ha estado pendiente del destino de su soldado. Y eso lo obliga a buscar una salida negociada para que el soldado salga con vida. Cierto es que el sionismo se considera, como identidad nacional y hasta racista, superior a los no sionistas, a los musulmanes, a los cristianos, a los budistas, a los protestantes, a los ateos, a los judíos no sionistas; en fin, a todos los demás seres humanos. Un soldado sionista, para el gobierno israelita, vale por cien, quinientos, mil y más soldados o personas de otros géneros o identidades nacionales. Pero así como eso se considera una ventaja táctica para el sionismo lo es, desde otro punto de vista, una ventaja estratégica para sus adversarios. Todo bando que sobrestime su fuerza y subestime la del contrario, termina –no importa el tiempo de su prolongación- siendo derrotado. Los duendes continúan entronizados en muchas cabezas que se creen superiores a la masa de pueblo que gobiernan.

Lo cierto es que el gobierno de Israel ha manifestado disposición de canjear su soldado –preso de guerra- por mil y más palestinos que se encuentran en cautiverio. El primero capturado como invasor y los segundos por luchar por el derecho a tener patria digna, por lo menos mientras no triunfe en toda la faz de la Tierra el socialismo, régimen –sin duda- que pondrá fin a toda expresión de nacionalismo o concepción fronteriza de nación.

Desde fuera, y sobre todo recomendarle una salida a un pueblo que lleva más seis décadas luchando por su derecho a patria que le fue despojada en 1948 por orden de los imperialistas es, sin duda, más que incómodo, inconveniente, porque los palestinos saben lo que hacen. Sin embargo, y es lo que duele, dentro del pueblo palestino hay contradicciones que le fracturan su corazón; entre las organizaciones palestinas hay contradicciones lamentablemente antagónicas que no vamos a juzgar acá. Está en los palestinos, sólo en ellos, resolverlas. Sin embargo, es de suponer que no sabrán desaprovechar la oportunidad de ver libres de cárcel a más de mil palestinos y entregar, al Estado de Israel, el soldado israelita. El canje será siempre una salida política para el intercambio de prisiones de guerra o políticos.

Sabemos, pero no cuándo, llegará ese día en que islámicos y judíos y cristianos puedan convivir como hermanos, con el mismo sueño por delante, con la misma esperanza hartándoles el espíritu por un mundo pleno de justicia, de libertad, de paz, de amor y de solidaridad. Ese mundo empezará, realmente, con la derrota del capitalismo más altamente desarrollado en la Tierra. Luego, los pasos socialistas serán dados y alcanzados sin tantos obstáculos. Por ahora, vale la pena que, por medio de un canje político, mil y más palestinos cobren su libertad como la del soldado israelita que vive actualmente en condición de prisionero de guerra. Si Mahoma es grande para los musulmanes y eso lo respetamos; si Jesús es grande para los católicos y cristianos y eso lo respetamos; si Abraham es grande para los judíos y eso lo respetamos; Marx lo es para el proletariado sin fronteras que tiene la gran misión de hacer posible el socialismo, aun cuando los anticomunistas no quieran respetarlo.



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Freddy Yépez


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