Contra el poder

Se acerca la hora de los radicales

Algunas decisiones de las personas y los pueblos quedan perennes como una cicatriz lamentable de la historia, solo la ignorancia puede hacer creer que no existen. Aquella elite colombiana que entregó Panamá, jamás le importó que sentaran las bases del control comercial norteamericano y una zona estratégica para la industria del narcotráfico. La elite colombiana que hoy firma el acuerdo con Estados Unidos ha instalado formalmente la narco-democracia, como sucede en México. Las víctimas de las acciones bélicas por parte de la guerrilla, los paramilitares y el ejército colombiano deben irse acostumbrando a la injusticia. Habrá movimientos civiles colombianos que darán el resto, pero con el acuerdo militar con Estados Unidos, hoy parecen estar más solos que nunca. A ellos se les debe toda la solidaridad del mundo, porque parecen destinados a ser enterrados en las fosas que siguen abiertas recibiendo cadáveres.

Venezuela y Latinoamérica, tiene una parte de sí enferma de muerte. Guerra, guerra, ¿cómo se hace una guerra si no hay un alma en los estados fronterizos entre Venezuela y Colombia que no tenga sangre de ambas naciones?. Mi padre era colombiano, aprendí a escribir en la Bogotá de los poetas de la Candelaria. Nací en Maracaibo, tierra de gaitas y danzas tan aferradas al pueblo como el vallenato a la costa colombiana, donde hasta el patacón tiene sus influencias culinarias del patacón pisao colombiano. Le escribo desesperado a un amigo colombiano comunista, para que venga a Guayana y nos hable del problema. Sobre todo porque los escuálidos de esta región ruegan a los Estados Unidos que intervenga en Venezuela para ellos seguir parasitando del Estado venezolano. Cuántos millonarios sin moral, sin trabajo, sin lucha que hoy día solo lloran el perder el dominio de la renta petrolera. Adecos, viejo cáncer venezolano que sobrevive en Guayana y el resto de Venezuela como un indigente leproso, una yaga innombrable que los jóvenes de hoy ignoran, porque no tienen pasado. Tienen Facebook, pero no tienen memoria.

No me importa quien pueda ofenderse, si lo que está en juego es la vida y la esperanza de muchas personas, que a diario salen a trabajar aguantando mierda del patrón, alejados de la política con la ingenuidad de que algo sucederá. Ignorando que lo que sucederá no lo deciden ellos mismos, porque ni siquiera hacen el esfuerzo por informarse verazmente, mucho menos ver en el pasado lo que ha sido y es Estados Unidos para los pueblos latinoamericanos.

Se acerca la hora de los radicales, porque me aferro a la esperanza de que los venezolanos nos esforzamos por construir alternativas. Incluso desde el PSUV, partido que el domingo escogerá sus delegados y donde ojala se extermine el seudo liderazgo parasitario que utiliza las organizaciones políticas como un condón. Esos parásitos que se reúnen de noche negociando los votos que jamás han tenido, son pocos, van desapareciendo a medida que el espacio de los cogollos se reduce. Aún sobreviviendo a las elecciones, esos parásitos políticos están muertos, porque su mediocridad será rebasada por los verdaderos liderazgos que necesitan los nuevos tiempos. Tiempo de radicales y no de guabinas con shampoo.


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David Javier Medina


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