El narco-estado dominicano

¿Por qué personas con méritos en el combate a asociaciones entre Estado y narco-mafias civiles se empeñan en negar la existencia del narco-estado dominicano?

Ese es el caso de Wilton Guerrero, senador de la república, quien a la vez de jugarse la vida con sus valientes denuncias, siempre presenta el mal como contaminación parcial al margen de altas jerarquías estatales y de las entidades encargadas de perseguir esos delitos; mientras exalta, como supuesta voluntad oficial anti-narco, las ocasionales acciones contra el “micro-tráfico”

¿Y el mega-tráfico dónde lo deja?

El “micro-tráfico” es el que compete al pequeñito mercado interno y a la delincuencia menor y mediana asociada a la pobreza.

El “macro-tráfico” es el que usa el país como “puente” y se despliega por los grandes mercados norteamericanos y europeos.

Es el de los generales, los altos funcionarios, las cúpulas políticas y los lumpen-empresarios.

El que escoltan las naves de la Marina de Guerra y protegen altos oficiales de la aviación.

El que se asocia a autoridades de migración, copa por arriba los cuerpos armados y de investigación, construye sicariatos a su interior, lava dinero sucio en grandes bancos, invierte en “torres”, crea cárteles de la construcción y empresas de zonas francas y se asocia a generales pegados al trono.

El que penetra por el cuerpo diplomático y cuenta con embajadores y agregados narco-paramilitares (el general-embajador Montoya y el personal de la Embajada Colombiana sobresalen entre ellos), invierte en casinos y lotos, usa líneas áreas y empresas de servicios y seguridad aeroportuaria, financia influyentes legisladores, jueces y políticos.

Los escándalos del cártel Quirino y de la masacre de  Paya, que no son los únicos (aunque si los parcialmente develados), evidenciaron muchas de esas conexiones militares protegidas con simples traslados y remociones o con ocultamiento de responsables mayores.

“Faltan las pruebas contra esos pejes gordos” se dice, pero es que los encargados de presentarlas jamás decidirán autoinculparse. Los jefes del gobierno, de la policía, de las fuerza armadas, de la Dirección Nacional contra Drogas (DNCD) y la Dirección Nacional de Investigaciones- DNI (controlada por la CIA)…cuando no son cómplices, tienen las pruebas o las pueden conseguir.

A esa macabra realidad no es ajena a la autoridad presidencial de éste y pasados gobiernos. El doctor Leonel Fernández es quien en el presente ha dignado a los jefes militares y policiales asociados al narco-tráfico.

Todo esto tipifica el narco-estado y el narco-gobierno dominicano.

Pero denunciarlo y enfrentarlo así son palabras mayores, que en el caso del senador Wilton Guerrero implicaría la ruptura con la cúpula de su partido, de su gobierno y, en fin de cuentas, del Estado que tanto le asquea pero que no se decide a descartar y a contribuir a reemplazar.



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Narciso Isa Conde


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