Derechos gringos en Colombia

Desde luego la “Pax Americana” está inspirada en aquella famosa y muy temida “Pax Romana”, impuesta por el imperio itálico a sus vasallos.

Los romanos no fueron los primeros, pero sí bastante habilidosos al emplear la táctica de poner a pelear entre si a las tribus que ocupaban las regiones que ellos pretendían sojuzgar.
La cosa les funcionó bien y ocuparon medio mundo o lo que ellos así consideraban, pues no conocían América, Asia y otras zonas donde hoy los militares estadounidenses tienen bases para acantonar sus tropas y equipos bélicos.

Los soldados del nuevo imperio ocupan más de 700 enclaves fuera de sus fronteras, los cuales se rigen por normas que no dejan dudas sobre quién manda a quién. En cada país donde haya un soldado gringo éste goza de fueros especiales que comienzan por hacerlo inmune a las leyes locales, pues solo podrá ser juzgado por tribunales militares de Estados Unidos, cuando y como lo determinen los altos mandos de su ejército, marina o aviación.

El embajador de los Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, ampliamente conocido por su desempeño en Venezuela, acaba de leerles la cartilla a los periodistas cuando estos le consultaron sobre las funciones militares de los yanquis en ese país.

Hablando en su estilo supuestamente cándido, el embajador Brownfield reveló que las tropas gringas, aunque básicamente combatirán el narcotráfico desde sus potentes aeronaves, sin embargo, cada vez que vean un grupo guerrillero, o lo que parezca serlo, le dispararán unos misiles por no dejar …. es decir, por no dejar a ninguno vivo.
O sea, los militares gringos tendrán derecho a matar ciudadanos colombianos en territorio de la hermana república sin andarse con disimulos. Yo no sé cómo llamarán eso en el lenguaje de la diplomacia cachaca, pero si no es entreguismo debe ser alguna palabra eufemística que implique la misma vaina.

Por lo demás cada militar gringo acusado de violar una colombiana o cometer desmanes usuales entre tropas invasoras, sería detenido por sus propios compinches, sin pararle bolas a la justicia colombiana.
No diré como se llama eso, pues suena bastante feo.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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