Un poquito de sopa para Rodríguez Zapatero

Hugo Chávez y Rodríguez Zapatero no deberían tener diferencias de fondo a la hora expresar su visión de mundo, si por un momento intentamos hermanar tal visión de mundo, aunque sea someramente, tomando como base los problemas comunes que enfrentan. Uno por aquí, Venezuela, enfrentado a la recalcitrancia de una oposición y clero sui géneris, y a presiones internacionales que intentan desalojarlo del poder; y otro por allá, España, resistiendo lo mismo, a una oposición y clero que se ha soltado el moño de la impudicia política y a un Departamento de Estado estadounidense que hace esfuerzos por desalojarlo del poder en contubernio con la vieja fiebre aznariana de andar creando guerras en el mundo.  

Los gringos pasan facturas por las pasadas ventas de armas de Zapatero a Chávez (o su intento, si no lo hizo a cabalidad), por los reiterados abrazos que se dieron en momentos de buen romance y por el retiro de las tropas españolas de la alianza "de los buenos", allá en Irak. Hoy, junto a gente de la derecha, se mueven en España a través de la CIA para intentar desconectar a Zapatero de las bases y ahogar al Partido Socialista Español (PSOE), de cara a los venideros comicios. El objetivo es el retorno del Partido Popular (PP), porque bajo su línea operativa se mueven los americanos como pez en el agua: refortalecimiento de la alianza con el país clave en su relación con Europa, el endurecimiento de las relaciones con Venezuela, la promoción de su aislamiento internacional, "y bloqueo económico como el de Cuba" (J.L. Carpio: "La Puerta de Alcalá" en Las Verdades de Miguel. - (2.008) feb 1-7; p. 4)  
 
Mas claro no ruge un tigre.  
 
Pero Zapatero debería tener un poquitín más de dignidad política, para no adjetivar revolucionaria, ya que tal semántica en su país está impedida desde el momento en que la derecha y la izquierda tienen pactado un centro político. Le toca a él y no Chávez extender las alfombras entre los dos agriados países, y no por causa del famoso "Cállate" monárquico en Chile, sino desde aquella humillación que su país vivió al no poder hacer valer su soberanía en la venta de unas armas a Venezuela que, por cierto, no andaba ni anda construyendo armas atómicas. ¿Y por qué esto? Sencillo, gilipollas: no es el papel actualmente de Chávez andar recogiendo la ingratitud y la incorrespondencia opositora, que así paga en España, después que Zapatero le defiende a uno de sus cabecillas ante los desmedidos ataques del "sudaca". Paga con traición y conspiración, como es el pan de cada día en Venezuela con colombianos, opositores y gringos con su CIA y financiamientos a grupos de choque.  
 
Un poquito de sopa o chocolate para Rodríguez Zapatero, ni más ni menos, pero de la sopa o chocolate que han bebido otros en momentos amargos de traición o jugarretas políticas. La Iglesia Católica, la oposición política y el imperio lo atacan, como si le dieran el perfecto tratamiento de un ejemplar de la izquierda peligrosa, sin serlo, sin poner en jaque la influencia norteamericana de EEUU en Europa, como se dice hace Chávez en Latinoamérica. Porque después del retiro de las tropas españolas de la alianza en Irak, después del regaño que echasen los gringos por el asunto de las armas a Venezuela, sigue EEUU teniendo su pista de aterrizaje continental en España. ¿Cuál ha sido el daño, a fin de cuentas? Ninguno.  
 
Lo que ocurre es que si un país tiene el "privilegio" de entrar en alianzas con EEUU, como España con su OTAN, debe tener la disponibilidad de ofrecer al conclave hasta lo que no tiene para dar las gracias, lo cual, en términos prácticos, se traduce en almas humanas que deben ir a la guerra a morir por los intereses de otros, ofrecer su territorio y geopolítica, facilitar el aniquilamiento y la conspiración hacia otros países, así implique injusticias (y así ese país se mueva en un sentido hacia el socialismo, como es conocido con Venezuela), cosa que Zapatero, sin ir a los fundamentos, afectó en algo, al menos a título de discurso, lo cual siempre hará preferible a los EEUU la figura de Aznar hasta en su versión fantasmagórica, esto es, con el PP gobernando aunque sea sin él. Con la derecha, EEUU y España bailarían más pegaditos y se le facilitarían las caricias; de allí las conspiraciones. ¡Zapatero!  
 
La pelada de gajo de Rodríguez Zapatero consiste en no mantener consonancia ni siquiera con su papel de presidente para el centro político, cosa para lo cual no obsta su denominación "socialista", misma de la que podría valerse para sumar algunos créditos políticos, como, por ejemplo, desamarrarse del yugo tutelar norteamericano, aunque sólo sea en el ámbito del discurso, porque la realidad es que es España un país base del interés imperial, por más que lo disimulen. Pero no, Rodríguez Zapatero llegó hasta el extremo sólamente de retirar sus tropas de la alianza gringa a duras penas, nomás porque lo había prometido desde la campaña electoral, hecho después del cual se dedicó a guabinear sobre las corrientes y eventos políticos, como si le preocupara más compensar el desaguisado hecho a la administración estadounidense que trabajar por convicción propia para su país, pendiente en gran medida por el mecanismo de su reelección, donde la piedad política que creyó asegurar con su ambigüedad no le llega por ningún lado. Como en EEUU, es un presidente de un sistema político elegido no por el pueblo, sino por el sistema de poderos ocultos como filtro, que no deja colar entre sus filas radicalismos, ni románticos, ni añorantes o ni posibles "revolucionarios" que perturben la tranquilidad de las tumbas, es decir, lo que Chávez representa para América, la vorágina sobre la paz del oprobio.  
 
Se dirá que con gusto recibió el regaño que le hiciera Bush con el capítulo de las armas a Venezuela, que con mayor gusto apoyó la grosería del rey Juan Carlos de Borbón sobre un presidente latinoamericano, sintiendo el mote de "socialista" hasta como una molesta mosca posada sobre la cabeza, lo que llamaríamos deportivo “un tres y dos” ideológico, si es que en esta página hacemos una injusticia con sus convicciones política. Pero independientemente de que su comportamiento respecto del impasse con Chávez sea un producto del cálculo político que busca arrebatar votos nacionalistas a la derecha, lo que si queda claro es que fue el acto de defensa de un pillo que hoy paga conspirando con el Departamento de Estado en su propio país. Zapatero se mueve de cumbre en cumbre con el rey a un lado por protocolo político, eso es un hecho, pero también es un hecho que se mueve de un lado a otro acompañado de una suerte de conciencia política que nunca pactará el olvido de un sistema de valores perdido y añorado. De modo que hay que afirmar la siguiente perogrullada: La derecha manda de lo lindo en España y el rey Juan Carlos de Borbón de continuo extraña a su muchacho, José María Aznar, compañero de ruta en las inversiones violentas por el ancho mundo.  
 
La dignidad socialista de Zapatero, tratando de trascenderla más allá del nivel de molesta mosca ideológica posada sobre la cabeza, debería sin ambages tender puentes no tanto para solidarizarse con espacios de la América Latina, bajo agresión imperial, sino hacia su propia conciencia. Un hombre que defiende al enemigo político, paisano de paso, para descubrir que en política no es posible la retribución en el contexto de la lucha por el poder: allí lo tiene –a Aznar- al lado del clero y los EEUU. Unos mandatarios que se hacen acompañar por el rey para arriba y para abajo a despecho de que ellos siempre se van y el rey se queda. ¡Tremenda democracia que tiene el tupé de gritar a países latinoamericaos de boca de su rey! Democracia monárquica, se dirá . 
 
No es Hugo Chávez el político dueño de un discurso ambiguo, utilizado por la derecha para dar la impresión de compartición generosa e ideológica de un país, ni el hombre que promueve la conformación de cúpulas o pactos. No es Hugo Chávez el militante de una semántica política a título de disimular pactos de fondo con el aforismo de la convicción personal. Hugo Chávez es, por el contrario, un hombre decantado, confrontador directo mediante verbo y acción de seculares fuerzas colonizantes en el continente, encarnante de la esperanza de muchos países que aspiran a la justicia social de sus pueblos. No se puede pedir, en tal contexto, y menos en el de antiguas colonias, que comporte un acto de agravio a la condición propia con la insinuación de que él, como responsable del impasse con el rey, debe pedir las disculpas para mejorar las relaciones. Por naturaleza están negadas, por naturaleza de sentimiento liberador encarnado en toda la América Latina.  
 
Sin embargo, Rodríguez Zapatero, con todo y el cargo de conciencia de ser de derecha cuando intima con la izquierda, y con todo y el cargo de no parecer socialista nada y llamarse así, hombre del sistema, se ha enredado en la madeja de no mirar con claridad hacia nuestra América, de donde, por lo visto, provendrá su cataclismo político, de perder las elecciones por obra y gracia de la maquinación imperial y de algunos sectores de la ultraderecha de su mismo país, con Aznar a la cabeza. Ahí está: sin ser un Chávez en cuanto a manejar una ideología por convicción propia, saltando como gacela entre reyes y ex presidentes, haciendo esfuerzos para que no lo identifiquen con el "pequeño gran dictador" venezolano, recibe el tratamiento de tal, y hasta los curas se lo quieren echar al gaznate. Es Venezuela, Zapatero, ¿te acordás?, como dicen los sureños, Venezuela en España.  
 
El clero, los aznarianos y los EEUU al ataque, como en Venezuela la Iglesia Católica, la oposición golpista y los EEUU y Colombia. Los curas agarrados del argumento de que Rodríguez Zapatero daña a la juventud con su ideologizante materia "Educación para la ciudadanía y los DDHH", incluida en el sistema escolar, parecido el asunto a la chilladera que se forma en Venezuela con las escuelas y liceos bolivarianos; el PP conspirando en sus células más ultrosas, de la mano de la CIA y los gringos, como en Venezuela se conspira de la misma mano, sumando ahora a Colombia. De nada valió, don Zapatero, el esfuerzo de crecer políticamente sobre la base de dos sancochos ideológicos: total el imperio lo trata como si usted fuera el Hugo Chávez de Europa.  
 
Resulta hartamente familiar para el gobierno de Venezuela recordar aquellas sus palabras dirigidas a los curas por el asunto de la materia escolar y su injerencia política: "ninguna fe religiosa puede oponerse a la soberanía popular, que reside en el parlamento, ni a las leyes que de la misma dimanan". (Tomado de "
Venezuela y España: de reformas y curas golpistas"  
 
En fin, mi don, ¿a quien corresponde, por elasticidad ideológica, por definición discursiva propia, por naturaleza ejemplar del viejo modo de hacer política, por pagar cargos, pues, propiciar las disculpas de país a país en aras de mejorar las relaciones, venciendo ridículos sentimientos monárquicos que han debido ser arrastrados con la corriente de la historia? ¿A quién, mi don, más cuando las cosas políticas no son muy buenas que digamos, y el imperio ataca, y sus connacionales también, y le hacen a usted empujarse un trago de la misma pócima amarga que desde hace años se le suministra a Venezuela en la figura de su presidente constitucional?  
 
Por estos lares existe entre el pueblo –a título pintoresco lo comento- la convicción que reza que "quien se mete con Chávez se jode", aludiendo a la ventura que le ha acompañado a la hora de deslastrarse de un adversario político, sea nacional o extranjero, a lo largo de un camino que dura una década, desde 1998. Larga es la lista, pasando por secretarios generales de organizaciones, presidentes de países, ministros de Estado, gallitos locales, generales alzados y amigotes traidores. Todo sin disparar un tiro, muchas veces reclamado como blando por los suyos propios; sin embargo, ha sido el devenir histórico quien lo ha reivindicado en su política, como si se diera por bien interpretado. Uribe y el rey –no usted, don Zapatero, aunque hay síntomas- están en su proceso temporal de descomposición.  
 
Porque el asunto no es ser mesiánico o creérselo, como es el discurso sempiternamente descalificador, sino ser intérprete de acumuladas injusticias de la humanidad sobre la tierra. Dado un hombre, hecho y derecho, le resta tomar un bando, y este es el de los opresores u oprimidos (o como dijera Bush, conmigo o sin mí), y así, después de la elección, seguir con la vidad. Y porque la historia misma no es más que eso, una democracia verdadera, una determinación mayoritaria de voluntades, una juntura de corazones que crece. Quien a título de buen intérprete se monta en su cresta, a más de ser un mesías o tener razón siempre, es la corriente misma, la historia viva.
 

Hugo Chávez y Rodríguez Zapatero no deberían tener diferencias de fondo a la hora expresar su visión de mundo, si por un momento intentamos hermanar tal visión de mundo, aunque sea someramente, tomando como base los problemas comunes que enfrentan. Uno por aquí, Venezuela, enfrentado a la recalcitrancia de una oposición y clero sui géneris, y a presiones internacionales que intentan desalojarlo del poder; y otro por allá, España, resistiendo lo mismo, a una oposición y clero que se ha soltado el moño de la impudicia política y a un Departamento de Estado estadounidense que hace esfuerzos por desalojarlo del poder en contubernio con la vieja fiebre aznariana de andar creando guerras en el mundo.  

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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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