La Paz subversiva...

Es un hecho evidente el comportamiento de la oligarquía Colombiana, de franca oposición a cualquier salida pacífica al conflicto colombiano. Las FARC por su parte, con audacia y astucia, con su decisión unilateral de liberar dos rehenes, en desagravio al presidente Chávez, le propina a la oligarquía y al imperio un duro golpe político en el plano internacional.

Posterior a esta decisión de las FARC, las contradiciones, los pasitos tun tun del gobierno los coloca al desnudo en la escena internacional; el gobierno de Uribe no quiere paz. Los familiares de los rehenes, han generado una importante matriz de opinión, favorable a la aplicación de una estrategia coherente en torno a la salida hacia el canje humanitario para luego construir los escenarios básicos para la paz en el vecino país.

Por los lados del palacio de Nariño, no están al frente del mismo precisamente seguidores de Ghandi, incluso según la Agencia de Noticias Nueva Colombia, Uribe, el presidente proviene de muy estrecha vinculación con los sectores paramilitares del país. Asimiso con sectores del narcotráfico, aunque algunos afirman que viene siendo la misma cosa. Se habla de Pablo Escobar Gaviria, conocido mundialmente como el más prominente de los narcotraficantes colombianos, señalan al primo de éste Jose Obdulio Gaviria como el asesor de cabecera del presidente colombiano.
Todo esto nos lleva a corroborar la tesis que las FARC y el ELN tienen frente a sí no a un adversario político convencional sino a una nueva forma de concepción de "estado forajido" en donde cuesta bastante definir la linea que separa la ilegalidad de la legalidad. Quiza es por eso que se hace tan inverosimil la actuación del estado colombiano y esto le ajusta como anillo al dedo al imperio norteamericano, la tésis del pentágono, tan defendida y añorada de la "tierra arrasada". Obviamente Uribe encaja perfectamente en sus planes y es por ello que para los halcones del norte, Uribe debería ser inmortal para ser presidente toda la vida.

En ese escenario se mueven las FARC y el ELN, en un escenario en donde de un lado hablan de paz pero quieren la guerra, necesitan la guerra, entre otras cosas para mantener una "cabeza de playa", que sirva de muro de contención a Venezuela y ahora Ecuador. La encopetad oligarquía Colombiana, acostumbrada a vivir de las "apariencias de buen comportamiento y buenos modales", hoy le toca adaptarse a la nueva realidad y es así como se mutan un Uribe y un Santos para conformar un perfecto binomio en donde no se sabe cual de los dos es más fascista, cosas del imperio, ellos lo pueden todo. El dueño de el "presitigioso" diario El Tiempo, miembro de la más encumbrada godarria colombiana, ahora le toca compartir roles con el de "origen" campechano, cuya sangre le ha tocado convivir de la mano de esa nueva clase oligárquica colombiana nacida a la sombra de las muchas ganancias provenientes del tráfico de estupefacientes.

De personajes de esta calaña no se puede esperar otra cosa que la apología a la violencia; el caso más patente de esta aseveración es el comportamiento del actual canciller de Colombia, Araújo, ex-rehen de las FARC, fugado de esta retención y hoy uno de los más acérrimos defensores de la "tierra arrasada". Sobre este particular vale la pena hacerse algunas interrogantes ¿Que pensaría el actual canciller sobre la tesis de la "solución militar" si aún fuese rehen de las FARC? ¿Compartiría esa tesis? Lo dudamos mucho, seguramente mantendría, como es razonable, la tesis de la salida política.

Lo complejo del caso colombiano lo hace más interesante para el análisis y el estudio, despejado de prejuicios y falsos modales; para la oligarquía Colombiana y para el imperio norteamericano, la paz en colombia es hoy una propuesta subversiva; al fín los pueblos están llamando por su nombre verdadero las cosas. Cristo fue y seguirá siendo subversivo, sus palabras lo llevaron a la posteridad, "la verdad nos hará libres", sus planteamiento fueron secuestrados por las clases dominantes, igual como hicieron con Bolívar, incluso el Che; los convirtieron en "íconos mudos", mucha imagen y poca idea, cosas del marketing. Así como la verdad es revolucionaria, la paz para un sistema violento también es revolucionaria, solo es cuestión de realidades, de momentos, de circunstancias.
La paz se convierte, hoy por hoy para la oligarquía colombiana en algo subversivo, muy peligroso, por eso se plantean sacar del juego a Chávez a como de lugar, aislarlo, al igual que a Piedad Cordoba; también quisieran que las FARC y el ELN le den una "patada" a la mesa, sería la mejor forma de salirse de este "callejón sin salida" al cual están llamados Uribe, el Imperio y sus lacayos.

La paz subversiva, la verdad subversiva, la realidad lascerante que desnuda un pasado que por distintas vertientes confluyen hoy en la alta oligarquía colombiana distintas procedencias y distintos procederes, pero que en el fondo son la misma cosa, los mismos intereses y la misma hermandad de clase. El principal héroe para Uribe seguramente es don Pablo y don Santos, caminante de otros caminos pero con los mismos intereses, hoy seguramente se abracen en privado para adorar a Don Pablo, el gran salvador de la oligarquía colombiana con las ganancias del narcotráfico, el ideólogo del MAS (Muerte a los secuestradores), los paramilitades, el paraestado, la tortura, la persecusión y la muerte de grandes masas de campesinos, al coro se suma el canciller Araújo, ex-rehen, temeroso en ese entonces de las salidas militares, hoy defensor de las mismas, desgraciadamente para ellos la paz y la verdad son subversivas y cada vez se hace más dificil y complicado ocultarlo.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2000 veces.



Luis Alberto Toro Ojeda

Publicista. Militante de izquierda. Integrante del Frente Bicentenario de Campesinos del estado Trujillo. Integrante del PSUV.

 latojeda@gmail.com      @latojeda

Visite el perfil de Luis Alberto Toro Ojeda para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Luis Alberto Toro Ojeda

Luis Alberto Toro Ojeda

Más artículos de este autor