Donald Trump, un sherif de comiquita

Las personas de mi generación nos hartamos de ver, bien en el cine o por televisión, los llamados "western", eran las películas o series ambientadas en sitios desolados del Lejano o Viejo Oeste estadounidense. Tales films estaban caracterizados por escenas de duelos, forajidos, diligencias, cazas de recompensas, luchas entre indios y soldados carapálidas de uniforme azul ladrones de las tierras de los siux, chellenes, navajos, comanches… Eran las vetustas películas de vaqueros del oeste donde el personaje central era el "sheriff". Este protagonista era un funcionario o autoridad policial y de justicia pública en países anglosajones como Estado Unidos, Canadá y Reino Unido, territorio donde tuvo origen este cargo, el cual estaba simbolizado por una insignia en forma de estrella que brillaba en el pecho del personaje en cuestión.

En EEUU el sheriff es un funcionario electo de un condado o de una ciudad independiente, responsable de mantener la paz y hacer cumplir las leyes. Las funciones de estos personajes varían de una jurisdicción a otra, por lo general incluye aplicación de la ley, funciones judiciales, mantenimiento de la paz y la administración de instituciones penitenciarias. Los sheriffs suelen ser elegidos por los ciudadanos del condado mediante un proceso electoral, además tiene poder para realizar arresto en su propio condado y en algunos estados, su autoridad se extiende a los condados adyacentes o a todo el estado. Son ejemplos de este tipo de película "Los siete magníficos", "Por un puñado de dólares", "Lo bueno, lo malo y lo feo", "Dos hombres y un destino", "Django", "Bailando con lobos" ...entre las que mi caja de pensar amontona.

Evidentemente el cine se encargó de mitificar la figura del sheriff, el cual está asociado a la conquista del oeste. Una de sus grandes cualidades era el excelente manejo de las armas, la pistola, por lo general, en la mayoría de las películas el representante de la ley resultaba vencedor en un duelo con algún forajido. El cine caracterizó al sheriff como un ser solitario, vanidoso, seductor, de mirada penetrante, alto, de buen porte, un hombre de acción quien se paseaba por el condado en un brioso y hermoso caballo exhibiendo la insignia, bien vestido donde la rutilante estrella resaltaba en el pecho y su pistola colgada en la cadera de manera que pudiera sacarla con rapidez.

En oportunidades la pensadora nos traiciona y sin estarla buscando llegan a nuestro cerebro imágenes que no se evocan en el momento. Es lo que me pasa cuando miro en las redes digitales o en la TV la figura del rubicundo Donald Trump. Es que a la presentación anterior me es imposible desligarla con su actuación, es decir, a su forma de proceder frente a las cámaras en su papel de presidente de EEUU. Algo dentro de mí intentó asociarlo con un sheriff, como los de las películas de vaquero, pero uno de los duendes que pululan por el cerebro me extirpó esa imagen y comenzó a florecer otro sujeto con un perfil diferente. Ese cara rosada de Trump de la TV y la mass media no actúa como un verdadero sheriff, este a pesar de la mitificación hollywoodense es un protagonista de gran personalidad, el que me mostró del duende, era la caricatura de un sheriff, un patán, es decir, un sheriff de comiquita.

Me puse a reflexionar sobre el mensaje que me envió el duende desde algún rincón del almacén del buen juicio y comprendí que lo que me ofrece las redes digitales o la TV no es la imagen del presidente de EEUU, es la imagen deformada de un sheriff de pacotilla, una comiquita o un dibujo animado que distorsiona, no solo la apariencia física de un presidente, más bien, el retrato irreconocible que no tiene nada que ver con el comportamiento de lo que un elector aspira de un alto funcionario. El rubicundo Donald Trump dista mucho de parecerse a un jefe de estado, parece una caricatura de sheriff para causar comicidad para mostrar sus limitaciones morales. Esto debido a los grotescos desatinos y sus menoscabos palmarios cada vez que interviene en un acto público.

Donald Trump es una mala caricatura, todo su ser, toda su actuación, es una representación humorística de un sheriff que no sabe cumplir con sus funciones, dado que por sus diversas actuaciones ridiculiza tanto las instituciones políticas, como las sociales y las religiosas, extrapolando sus actos a los ámbitos internacionales. Su comportamiento oscila entre la sátira y la comedia que se aleja del humor, consecuencia de la falta de gracia o de las torpezas que con frecuencia comete.

El lector pensará que exagero en mi apreciación sobre este sórdido personaje, para esto voy a resaltar algunos de los dislates cometidos en el poco tiempo de su desempeño en el segundo período como presidente de EEUU, el país "más poderoso, más democrático y más rico del mundo".

El rubicundo Trump anunció en su campaña electoral que sería el "presidente de la paz", sin embargo, lo primero que hizo fue aplicar medidas coercitivas contra Nicaragua, Cuba, Venezuela, China, la Federación Rusa, Irán, entre tantos. En el entendido que dichas sanciones económicas y financieras constituyen un acecho, es decir, una táctica de guerra para reducir por hambre y enfermedades a toda una población. Pero el concepto de paz de este patán es algo sui generis, bombardea Irán, le envía misiles a Israel para masacrar a los palestinos de la franja de gaza, convirtiéndose el "amante de la paz" en cómplice del genocidio cometido por Netanyahu. Así mismo, en su afán de lograr la paz en el mundo, solicitó a través de sus socios de la UE y miembros de la OTAN el aumento del 5 % del PIB de los 32 firmantes para la defensa (inversión militar, es decir: fabricación de armas). Esto incluye la producción de artilugios mortales que producen las industrias de EEUU y que deberán ser adquiridas por los socios, además, llevarán estampado en algún lugar del artefacto el rótulo "made in USA". Es obvio que los países de la UE que entregan esos aportes para complacer al colorado deberán sacrificar los presupuestos de los programas sociales que afectarán la calidad de vida de los europeos y de los estadounidenses. Es dinero para hacer la guerra. Fue notorio y palmario la reacción del sheriff de pacotilla cuando el presidente del Reino de España se negó a cumplir con tal aporte y lo redujo al 2, 1 %, lo que le mereció lo que siempre hace el rubicundo, amenazar la economía española mediante la aplicación de sanciones.

Se debe resaltar que el sheriff "pacifista", el amante de la paz, continuamente transgrede los valores fundamentales de la democracia y del capitalismo: el proteccionismo y los monopolios se convirtió en una de las banderas de su plan de gobierno. Para cumplir con su objetivo aumenta los aranceles a valores que imposibilita el libre mercado y la competencia. Se debe resaltar, que desde el momento que la China se convirtió en una potencia económica y como consecuencia de la improductividad industrial de EEUU, las tiendas y los supermercados de este país se abarrotaron de productos "made in China". Con Trump la libre competencia se acabó, es parte de la historia del capitalismo gringo.

No cabe duda que el sheriff de comiquita en eso de funciones judiciales, mantenimiento de la paz y la administración de instituciones penitenciarias es su fuerte. Cuando un juez no está de acuerdo con las disposiciones ilegales de Trump lo manda a poner preso o lo destituye de sus funciones. Así mismo, el mantenimiento de la paz mundial aspira lograrlo mediante el uso de la fuerza y la administración penitenciaria, esta la cumple al pie de la letra en sociedad con el presidente de El Salvador, el lamebota Bukele. Para esto, en su afán del mantenimiento de la armonía, utilizando los mismos procedimientos nazi, persigue, detiene, encarcela y secuestra, en campos de concentración, ubicados en la república centroamericana, a emigrantes trabajadores cuyo único delito es laborar en las industrias, plantaciones y otros lugares de EEUU. En la "democracia" del sheriff de comiquita Trump es "legal" poner preso a cualquier inmigrante sin fórmula de juicio, sin tener la posibilidad de la defensa con un abogado y exportarlo a El Salvador para mantener secuestrados a los desdichados reos en cárceles inhumanas, a quienes se les niega el derecho de ser visitados por los familiares.

Lo que si es un primor es el vocabulario y la elocuencia del sheriff de pacotilla Donald Trump. El patán malhablado no experimenta ningún respeto por sus colegas, presidentes y primeros ministros, al recomendarles que para conversar sobre los aranceles y obtener algunos beneficios deberán acudir a la Casa Blanca para besarle su grotesco y gordo trasero colorado; por esa misma vía le advierte a la cadena CCNN que expulse como un perro a una periodista que realiza su trabajo, simplemente porque la corresponsal le hizo una pregunta incómoda. Todo esto en defensa de la "libertad de expresión". Otro de los pilares de la democracia, a la cual recurre el rubicundo Trump cuando llama "tonta" a un congregante que lo increpó con una pregunta vinculada con lo afirmado por los agentes se seguridad de EEUU quienes negaron que Irán no posee armas nucleares. Una de las razones que invocó el sheriff de pacotilla para bombardear el país persa, armas que si posee Israel y que fabricó de manera ilegal. Es evidente que la caricatura de sheriff no se le puede notar el sonrojo en los carillos al violar descaradamente la Constitución de EEUU, el nefasto personaje propicia una guerra al bombardear a otra nación sin el permiso del Congreso. A todos los anteriores desmanes debo destacar lo mentiroso del rubio gordinflón en su papel de sheriff de comiquita. Esto ocurrió en una entrevista televisada y mostrada en las diversas redes digitales cuando afirmó con desfachatez que Hamas impedía y se robaba la ayuda humanitaria que llegaban a Gaza, cuando es público y notorio que son los judíos sionistas quienes imposibilitan y sabotean el socorro enviado por otros países a las víctimas palestinas.

El ejercicio de la presidencia de Donald Trump es una evidencia de la decadencia del imperio. Tal como ocurrió en los siglos anteriores la hegemonía de una potencia siempre llega al final. Un país endeudado hasta los tuétanos como EEUU, una nación cuyo PIB no le alcanza para honrar sus deudas no puede mantener su supremacía. Tal como les sucedió a los imperios antiguos, con el surgimiento de China, Rusia, Irán y los países agrupados en el BRICS se corrobora el fin de la unipolaridad para dar paso a la multipolaridad. Las nuevas tecnologías, los modernos desarrollos industriales y financieros, las nuevas potencias militares han desplazado a EEUU de sus pretensiones de dominar el mundo. Donald Trump representa el ocaso de un aciago imperio que dominó al mundo por las armas: estos tiempos se acabaron. Los imperios son como los seres vivos: nacen, crecen, se reproducen y finalmente mueren, quizás por esto el escritor argentino Rodolfo Walsh sentenció: "A los imperios no los derriba nadie. Se pudren por dentro, se caen solos". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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