Tras la implementación de la Declaración Conjunta después de la Reunión Económica y Comercial China-EE. UU. en Ginebra, ambos países implementaron ajustes arancelarios a la baja el 14 de mayo.
Desde entonces, el mercado marítimo chino-estadounidense ha experimentado un aumento repentino de la demanda, lo que ha generado una situación de "dificultad para reservar un barco". Los exportadores chinos se han visto abrumados por las llamadas de clientes estadounidenses, la ansiedad por importar mercancías desde EE. UU. se ha aliviado, el puerto de Yantian en Shenzhen opera a plena capacidad y las reservas de contenedores y espacio de carga a EE. UU. se han disparado. De hecho, "casi todas las rutas a EE. UU. están prácticamente reservadas hasta finales de mayo". Esto refleja la fuerte y persistente demanda comercial entre China y EE. UU.
La razón detrás de este fenómeno de "dificultad para reservar un barco" es que las empresas chinas y estadounidenses están encontrando un punto medio. Tras décadas de integración y desarrollo, las economías de China y EE. UU. están hoy profundamente entrelazadas, con estructuras comerciales altamente complementarias, formando un vínculo de oferta y demanda indivisible e indispensable. El Presidente Trump obviamente fue presionado para que abandonase la política de subir aranceles a los productos provenientes de China; porque muchos de ellos son partes de productos que al ser terminados luego son exportados desde Estados Unidos. Como por ejemplo los i-phones.
