En pocas horas se iniciará el Cónclave formado por 133 cardenales de diferentes nacionalidades para elegir al sustituto del recién fallecido Papa Francisco. En dicho Cónclave se dirimirá a cuchillo, por diferencias religiosas, políticas, económicas, sociales, raciales, etc., quién será el nuevo pontífice. Se esperan sorpresas como aquella cuando fue electo Jorge Mario Bergoglio, siendo el primer Papa jesuita, latinoamericano y quien rompió la hegemonía europea de ese cargo por muchos años.
El mundo católico y no católico está pendiente de esa selección. Las casas de apuestas, cual carrera de caballos, loterías o peleas callejeras, abrieron su quién da más.
Surgen entonces los favoritos. Entre estos hay dos cardenales africanos pero por su color de piel quedan descartados. Pero eso no quiere decir el no cumplimiento de la profecía aquella de San Malaquías, en el siglo XII, de que el último Papa sería negro de piel y con ello el fin del mundo, siempre se busca asociar éste color con la maldad. También hay cardenales rollizos, rubios y de ojos azules con mucho chance de quedarse con el Báculo de San Pedro.
Ahora de éste lado hay un personaje que seguramente ya ha metido la "cuchara" en aquel sancocho con el afán mediático de figurar, de tratar por todos los medios de impedir el desplome del imperio gringo e imponer su MAGA (Make America Great Again) a troche y moche, marramuncias incluidas. Entonces es posible que la Iglesia Católica sea regida por un nuevo Papa americano, pero del Norte con las características antes mencionadas. Imagínense a ese sujeto y su engreimiento con esa victoria.
La interpretación de la profecía de San Malaquías que se puede hacer cuando habló del Papa negro se estaba refiriendo al negro futuro cismático de la Iglesia Católica provocado por la selección del cardenal gringo.
Amanecerá y veremos.