Los aranceles de Estados Unidos y de Trump, benefician solo a las élites: ¡Proletarios del mundo uníos ¡

La política de aranceles implementada por Trump ha generado un impacto significativo en las dinámicas económicas globales, pero su enfoque solo favorece a las élites económicas, dejando a los sectores más desfavorecidos fuera de la ecuación. Este fenómeno se puede analizar desde dos perspectivas, con los aranceles están dirigidos a la integración de "los de arriba" y por otra parte mantener la desconexión de "los de abajo".

En primer lugar, la integración de "los de arriba" se manifiesta en cómo las empresas multinacionales, los gobiernos y los mercados financieros reaccionan y se benefician de estas políticas. Las empresas multinacionales, con sus cadenas de valor globales, son las principales beneficiarias de esta integración. Sus ganancias y pérdidas están directamente vinculadas a las políticas comerciales internacionales, lo que las convierte en actores clave en este escenario.

Por otro lado, los gobiernos desempeñan un papel central al negociar acuerdos comerciales y responder a las políticas de otros países, como en este caso de los aranceles y otras medidas de Trump, siempre buscando proteger sus intereses económicos nacionales en un contexto global. Finalmente, los mercados financieros, impulsados por inversores y capitales, reaccionan rápidamente a los cambios en las políticas comerciales, ya que sus rendimientos dependen de la estabilidad y el crecimiento de la economía internacional.

Sin embargo, esta integración económica "desde arriba" no se traduce automáticamente en beneficios para los sectores más desfavorecidos. Lejos estamos y nadie está buscando materializar la consigna Proletarios del mundo uníos.

La desconexión de "los de abajo", los desunidos, se debe a múltiples factores que impiden que paralelamente continúen la conexión que el capital grande y pequeño consigue con sus políticas comerciales, financieras y políticas. En primer lugar, las diferencias contextuales entre países y regiones crean barreras significativas para una unidad global. Las realidades de la pobreza son diversas y están influenciadas por estructuras sociales, culturas y políticas locales. Además, los sectores más pobres carecen de mecanismos de organización y representación que les permitan articular y perseguir intereses comunes a nivel internacional. La falta de recursos financieros y representación política limita su capacidad de influir en las decisiones globales.

Otro factor importante es la competencia por recursos y empleos, que en algunos casos se ve exacerbada por la globalización. Esto impide la formación de una solidaridad global entre los trabajadores de diferentes países. Además, la integración económica tiende a centrarse en la economía formal, dejando de lado las realidades de la economía informal, donde una gran parte de la población pobre trabaja. Dentro de los países, las desigualdades entre ricos y pobres también dificultan la construcción de una unidad entre los desfavorecidos. Finalmente, las identidades nacionales, étnicas y religiosas suelen ser más movilizadoras que una identidad compartida basada en la pobreza global.

Sin embargo un elemento crucial como es la organización internacional de los trabajadores es representada por grupos vinculados al capital, por lo que no pueden trascender la organización nacional sindical de cada uno de los país. Como consecuencia de ello mientras la unión internacional, a pesar de la situación actual, genera o incrementa los beneficios empresariales y capitalistas, no hay una unión internacional de los trabajadores que incremente los beneficios para la clase trabajadora.

En resumen, aunque los aranceles de Trump han evidenciado un nivel de interdependencia económica sin precedentes entre las élites globales, no han logrado integrar ni beneficiar a los sectores trabajadores ni a los más desfavorecidos. La pobreza sigue siendo una experiencia fragmentada y contextual, y superar estas divisiones requiere esfuerzos específicos y coordinados que no se pueden alcanzar con la integración de los mercados. Es fundamental reconocer esta distinción para evitar la ilusión de que la globalización económica conducirá automáticamente a una mayor equidad o unidad global.

Venezuela podría tener un mayor papel si utiliza plataformas como la Organización de los Países no Alineados, para apoyar la unión internacional del trabajo.



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Oscar Rodríguez E


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