Desde un punto cierto punto de vista si a un sistema le alteras o eliminas un componente, esto afectará su funcionamiento global, ya sea de manera inmediata o gradual, valido en sistemas, físicos como en económicos o políticos.
En el caso de las políticas derechistas y fascistas, que como un substancia mortal se ha apoderado de Europa, buscando eliminar definitivamente el fantasma del socialismo, han utilizado como arma de conjuro principalmente los ataques a Rusia para lograr su destrucción y en este empeño que casi lo logran, se han unido con un enemigo peor como son los Estados Unidos, consecuencia de lo cual se generó la guerra de Ucrania.
Pero el momento destructivo para Rusia ya pasó, porque la guerra contrariamente a lo esperado se convirtió en bálsamo de vida para ese país que se ha recuperado bastante, en casi todos los órdenes, politico, económico, militar, innovación, etc., saliendo por sus propios medios del desmantelamiento y orfandad a la que era llevado por la lógica capitalista. Estados Unidos viendo la nueva situación y que podía a la larga perder más que ganar ha optado por retirarse dejando a Ucrania destruida, mancillada y en manos de los fascistas europeos.
Pero esta derecha europea plantea la separación total de Rusia, lo cual no han logrado por lo menos en últimos 1.000 años olvidando que la integración económica juega un papel crucial en el equilibrio regional y en su prosperidad.
Sin la participación plena de Rusia en el sistema económico europeo, como proveedor clave de recursos energéticos y mercado para exportaciones, se generan nuevos e innecesarios desafíos no solo para los pueblos y trabajadores sino también para sus burguesías empresariales, las cuales tendrán que trabajar con un mercado, en oferta y demanda, más reducido.
La derecha de Europa, al restringir su relación económica con Rusia llevada de la mano por dos elementos extra europeos como son Inglaterra y Estados Unidos ha reducido la interdependencia que existía con Rusia que no solo es un proveedor clave de energía, sino también un actor importante en la exportación de muchos productos.
Y es que a lo largo de los años, a pesar de las confrontaciones ideológicas y políticas, Europa y Rusia habían llegado a ser nodos integrados en una red económica compartida. Al desconectar a Rusia, o limitar significativamente su interacción, Estados Unidos gana, pero el sistema europeo pierde una fuente crítica de recursos, mientras se enfrenta al desafío de crear nuevos enlaces y adaptarse a fuentes alternativas.
Esto genera un efecto en cascada: precios más altos de energía, dificultades industriales y cambios en patrones de comercio.
Aunque el sistema europeo puede encontrar un nuevo equilibrio, este será diferente y puede implicar pérdidas de eficiencia y competitividad en comparación con el estado inicial.
Y es que esta estrategia de desconexión tiene un solo ganador, que es los Estados Unidos quien, sin que se le pueda acusar de nada, lleva a un retroceso industrial a Europa, su cercano ex amigo pero competidor.
Esta caída significativa en las compras de Rusia en Europa ha tenido varios efectos económicos y estructurales, tanto a corto como a largo plazo, como son la disminución en las exportaciones europeas, con su secuela de desempleo y perdida de escala competitiva.
Pero una de las características de esta derecha ofuscada, influenciada por Inglaterra, es que nada le importa, ni guerra, ni recesión, ni desindustrialización, nada importa solo destruir, destruir, donde ellos creen que pueden imperar. Prosperar, progresar, unir, son malas palabras, pero que al final generan un dilema para los políticos europeos, como es que la opción a la guerra con Rusia es la interconexión con ella con grandes beneficios para todos y dejar de ser el recadero de Estados Unidos.
Pues una quimérica restauración total del comercio y relaciones entre Rusia y Europa generaría un boom económico significativo. Europa se beneficiaría con acceso estable a recursos energéticos y materias primas, y su mercado gigante, mientras Rusia aprovecharía mercados tecnológicos y bienes manufacturados europeos. Esta cooperación revitalizaría sectores clave, impulsaría el crecimiento mutuo y reduciría costos de transición, y haría vivir a la gente de ambos mundos y respirar tranquilos. Esta conexión sería el otro elemento del dilema actual europeo.
Separación de Rusia con guerras y luchas destructivas o acercamiento a Rusia con boom económico y bienestar europeo, como fue en los 60 años desde el fin de lI Guerra Mundial, que Europa se reconstruyó, hasta que cayó en las peores maquinaciones de Estados Unidos e Inglaterra.