Capitalismo, Fascismo, Marxismo, Psicoanálisis, Colonialidad y Salud Mental Colectiva Decolonial

El capitalismo contemporáneo no solo se sostiene en la explotación económica, sino también en la producción y control de subjetividades. Este artículo explora cómo la democracia burguesa y el fascismo funcionan como dos caras de la misma moneda en la lógica capitalista, y cómo la salud mental colectiva se ve afectada por estas dinámicas, especialmente desde una perspectiva decolonial. Para ello, se integran las tradiciones teóricas del capitalismo, fascismo, marxismo, psicoanálisis y la crítica a la colonialidad.

La democracia burguesa liberal y su evolución neoliberal, constituyen el marco político-institucional que legitima el dominio del capitalismo. Este sistema económico, basado en la propiedad privada y la acumulación de plusvalía (concepto central en Marx), se presenta como un orden "natural y pluralista". Sin embargo, bajo su apariencia de libertad y garantía de derechos individuales, oculta una sociedad dividida en clases, donde la burguesía controla los medios de producción y el proletariado vende su fuerza de trabajo. El neoliberalismo, como momento contemporáneo del capitalismo, profundiza la mercantilización de la vida, mediante políticas de desregulación y privatización, exacerbando la desigualdad, injusticia, exclusión y consolidando el poder de las élites económicas.

Para el marxismo, la historia humana es la historia de la lucha de clases. En la sociedad capitalista, esta dinámica se polariza entre burguesía (dueña del capital) y proletariado (trabajadores asalariados). La plusvalía, valor extraído del trabajo no remunerado, es la base material de la explotación. Sin embargo, el sistema no se sostiene solo por la plusvalía económica, sino también por procesos ideológicos generando en los oprimidos la internalización de valores individualistas, egoístas, de lucro personal y meritocracia singular, que mediante la subjetivación generan la subjetividad fascista de "falsa conciencia".

El psicoanálisis freudiano aporta elementos para entender cómo la ideología capitalista aliena la subjetividad personal y colectiva. La falsa conciencia opera no solo a nivel racional (consciente), sino en estratos más profundos: Inconsciente, deseos y pulsiones reprimidas, que el sistema manipula, el consumo creador de falsas necesidades como satisfacción sustitutiva de las verdaderas y únicas necesidades humanas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, libertad, identidad, creación, ocio y trascendencia, Manfredo Max Neef (1994) y el Preconsciente: Creencias internalizadas y naturalizadas simbólicamente.

Ludovico Silva (1970), amplía el concepto marxista de plusvalía al ámbito ideológico. La plusvalía ideológica se refiere al excedente de significados y valores que el sistema extrae para mantener su dominación. Así como el capitalismo explota el trabajo físico, explota la subjetividad a través de los medios de comunicación, redes sociales, educación y cultura consumista masiva, produciendo narrativas que enmascaran la realidad de clases. Esta "explotación simbólica" genera adhesión pasiva al sistema, incluso entre quienes son materialmente perjudicados por él. Consciente, discursos explícitos que legitiman el orden político, económico burgués y la retórica neoliberal del "esfuerzo personal exitoso, sin el concurso de otros". Estas estructuras psíquicas permiten al capitalismo reproducirse incluso cuando sus contradicciones son evidentes.

La colonialidad el poder, Aníbal Quijano (1992), colonialidad del saber, Walter Mignolo y Edgardo Lander (2000), colonialidad del ser Nelson Torres Maldonado (2005), señalan cómo la lógica colonial persiste más allá del colonialismo formal, estructurando las relaciones de poder, del saber y del ser globales. La colonialidad del poder impone una jerarquía racial que legitima la explotación; la colonialidad del saber impone una epistemología eurocéntrica que invisibiliza otros modos de pensar, conocer e investigar; la colonialidad del ser niega la humanidad plena de los sujetos colonializados, reduciéndolos a meros sujetos sumisos a la dominación de los opresores. Estos procesos ideológicos permiten la perpetuación del capitalismo y su correlato fascista en términos de subjetividad fascista como falsa conciencia.

La salud mental colectiva decolonial, Pedro Alcalá Afanador (2004 y 2018) se presenta como una resistencia a estos patrones ideológicos de poder. Reconoce que las condiciones de vida, atravesadas por la explotación capitalista y la colonialidad, generan malestar psíquico colectivo. La decolonialidad implica no solo la recuperación de saberes ancestrales y comunitarios, sino también la transformación radical de las relaciones sociales y de poder. Esto, supone desmontar la plusvalía material, la plusvalía ideológica y generar nuevas formas de subjetivación descolonizadoras, que supere la diferencia colonial que subalterniza e inferioriza al ser humano.

En este sentido, la salud mental colectiva decolonial no solo busca la superación del malestar personal y colectivo, sino la construcción de subjetividades críticas y emancipadas que puedan confrontar, resistir y sustituir las estructuras de dominación, como la colonialidad, subalternización e inferiorización. La memoria histórica, la reconstrucción de identidades colectivas y la recuperación de epistemologías del sur y la altersofía, son fundamentales en este proceso decolonial.

Las relaciones entre estas categorías conceptuales y modelos interpretativos de la realidad social, pueden sintetizarse en los siguientes ejes: Capitalismo financiero, Democracia burguesa y fascismo como cara oculta de violencia fascista y neofascista, acumulación por desposesión, robo, saqueo, guerras y jerarquías epistémicas. Fascismo y psicoanálisis: Producción de subjetividades autoritarias, economía de mercado y del goce ajeno, alienado. Marxismo y plusvalía material e ideológica como patrones ideológicos de reproducción simbólica de la hegemonía del capital.

Reflexiones Finales: En la dialéctica entre democracia burguesa y fascismo, inconsciente colectivo y plusvalía ideológica, emerge la necesidad de una salud mental colectiva que se proponga descolonizar las subjetividades colectivas. Mediante una crítica integral y praxis sociopolítica que transforme la explotación económica, la dominación cultural y la colonialidad del ser, es posible avanzar hacia la liberación colectiva. La salud mental colectiva decolonial, por tanto, se convierte en una praxis de resistencia, un proceso de reconstrucción subjetiva y comunitaria frente a las imposiciones del capitalismo global y sus patrones de control ideológico y psíquico.

El análisis crítico de la sociedad actual exige articular estas tradiciones teóricas para comprender cómo el capitalismo global, produce formas de dominación política, subjetiva y epistémica. La interacción entre estas categorías permite visibilizar los patrones ideológicos de reproducción del poder, del saber y el ser alienado, para transformar al ser como pueblo alienado, en sujeto colectivo e histórico y abrir caminos para contribuir a su superación y transformación.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1228 veces.



Pedro Alcalá Afanador

Doctor en Ciencias Gerenciales - Doctor en Ciencias Sociales - Especialista en Salud Pública - Psiquiatra - Médico Cirujano

 alcalaafanadorp@gmail.com      @alcalaafanadorp

Visite el perfil de Pedro Alcalá Afanador para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Internacionales


Revise artículos similares en la sección:
Actualidad