Crónicas catalanas / 20 M: Covid-19 ¿Qué es Primero: los Negocios o la Vida?

Estoy confinado. Como todos los catalanes. Como todos en España deberían estar. Mi última manifestación a la que acudí fue la del 8 de Marzo. Mis fotografías dejaron constancia del ambiente de lucha de las mujeres y del apoyo de no pocos hombres. Y de su creatividad, de su mensaje: otro mundo, otro sistema es posible.

Pero aún confinado he participado de la cacerolada del miércoles 18 contra el discurso del rey Felipe. Y me sentí unido a los miles, quizás millones, que participaron en casi todas las ciudades del estado español. Acabé el estruendo gritando desde mi balcón: ¡Abajo la monarquía! ¡Expropiemos todo su dinero para darlo a los hospitales! Como vivo en una urbanización, nadie me respondió. Ya lo harán algún día.

La crisis del coronavirus cada día nos enseña más cosas. Las medidas que tomó el gobierno español fueron, aparentemente, muy audaces: 117.000 millones de ayudas públicas para invertir en Sanidad, en pagos del seguro de desempleo y otras ayudas económicas a empresas, autónomos. Pero, según David Fernández, activista y exdiputado de la CUP, "la mayor movilización financiera de la historia" fue para salvar los bancos, en 2008: 220.000 millones.

En verdad hay un pulso interno en el gobierno del estado sobre cuál es la prioridad del momento y sobre el alcance de las decisiones a tomar. Después de anunciar que se proclamaría el estado de alarma, Pedro Sánchez demoró 30 horas en publicar el real decreto. No había acuerdo interno en el gobierno de coalición, entre PSOE y Podemos.

El problema es de fondo: ¿qué es lo primero, la salud, la vida… o los negocios, el mantener el orden económico actual? El gobierno español actúa tratando de mantener ambos a la vez. Es decir, hace un decreto de manera parcial, permitiendo que se trabaje más allá de los servicios esenciales, no cerrando aeropuertos, puertos, fronteras. Es la manera de mostrar a quienes detentan el poder económico que hace todo lo posible para que sigan haciendo sus negocios. El gobierno de coalición sufre las contradicciones de su composición, pero no está a la altura de lo que se necesita.

En esta pandemia las instrucciones de la OMS han sido claras: ¡quédense en casa! Y ha advertido al gobierno español de no ser suficientemente estricto. También trabajadores de la fábrica Mercedes Benz de Vitoria se tuvieron que poner en huelga ante la falta de medios de protección y obligaron a parar la producción de vehículos. Otros, los más, no han tenido la fuerza para hacer lo mismo que los de Vitoria, pero lo dicen cada vez que se les entrevista: que deberían estar en casa. Si eso no ocurre aún es por la irresponsabilidad del decreto que no obliga a la confinación total y absoluta (salvo los servicios esenciales como sanidad, transportes, medios de comunicación, ambulancias…).

El problema también ha salido con el choque político entre el govern de Catalunya y el gobierno de España. El presidente de la Generalitat, Torra, está exigiendo a Sánchez que confine Catalunya totalmente para prevenir la extensión del contagio. Que cierre Catalunya, que no haya posibilidad de trabajar más allá de los servicios esenciales. Lo ha dicho en la reunión de Sánchez con todos los presidentes autonómicos. Lo ha dicho por carta. Y también lo ha dicho en una entrevista en la BBC y lo ha pedido al Parlamento europeo: que España confine todo el territorio. La ministra de Defensa le ha contestado que miente. Y los partidos de la derecha han salido en tromba a atacar a Torra. ¿Por qué ese choque?

Porque estamos ante una grave crisis de sistema. Quizás la más grave que hayamos conocido después de la última guerra mundial, pues creo que superará de largo la de 2008. Y lo que exigen los expertos de la OMS -y un poquito el presidente catalán- son medidas que ponen por encima la salud antes que los negocios. Y eso rompe todo el modelo construido en los últimos decenios, por no decir más.

Esta crisis pandémica muestra el interés de cada estado por encima de la lógica de actuar conjuntamente. La incapacidad de llegar a unas medidas internacionales comunes es porque cada estado piensa en sus finanzas, en cómo quedará su economía, sus empresas, su orden social. Nadie de la Unión Europea ayudó a Italia, ni siquiera en suministros materiales de sanidad. La insolidaridad de Europa entre sí y con los refugiados; de Trump, de Bolsonaro, de Boris Johnson, es la imagen del capitalismo de nuestros días.

Mientras tanto los trabajadores de la sanidad de todo el mundo siguen trabajando para salvar vidas, arriesgando las suyas propias. Hay mensajes desgarradores de médicos y enfermeras de Madrid exigiendo que se les den equipos de protección. Pero aún si ellos no los tienen, van a trabajar. Y enferman. En Catalunya pasa lo mismo. Hoy ha muerto la primera enfermera. Esto es lo que dicen dos enfermeras del hospital de Igualada, una ciudad confinada: "Llegaremos hasta donde llegaremos con los recursos que tenemos. Sabemos que morirá más gente. No es que falten médicos sino recursos para atender los enfermos que empeoran. Como ya pasó en Italia, como ya han avisado médicos desde Madrid, también en Igualada tendremos que empezar a destinar el material a quien más probabilidades tenga de sobrevivir. Haremos lo que podremos. No podemos salvar a todo el mundo."

La OMS, los médicos, algunos gobiernos como el catalán o de las islas Baleares, exigen el cumplimiento estricto del confinamiento. Gracias al govern de las islas Baleares se ha suspendido el turismo. Pero eso exige aplicar una medida a toda la población: asegurar su supervivencia con un ingreso básico, por encima de las condiciones de su situación laboral hasta el momento en que se desató la pandemia: una renta básica para todas y cada una de las personas.

Exige también decretar la movilización de todos los hospitales, no sólo públicos, y sin que ese servicio sea retribuido como un negocia "extra". Exige seguramente decretar que fábricas privadas textiles, como Inditex, pasen a fabricar mascarillas y equipos sanitarios en lugar de vestidos de temporada. Exige que los bancos, que fueron rescatados en 2008, ahora rescaten a fondo perdido a la población que no trabaja. Exige que se requisen todos los pisos vacíos que, sin turismo, dejan ver ahora algunos barrios donde el capital expulsó a ancianos y modestos vecinos: ahora son necesarios para mujeres golpeadas, para sin techo, para refugiados. Exige que fabricantes de equipos de automoción, de industria plástica, químicas, pasen a producir y suministrar equipos de ventilación. Exige que la monarquía corrupta, protectora de toda la corrupción de los últimos 40 años en España (también de las corruptas familias burguesas catalanas, como Jordi Pujol), sea expropiada y sus millonarias cuentas en Suiza y paraísos fiscales sean puestos a disposición de la sanidad, de la investigación y de la renta básica.

Sí, hay que empezar a expropiar a los que han expropiado durante años a la mayoría de la población, acumulando cada vez en menos manos la riqueza. Hay que tener para vivir bien, decentemente. Todas las personas. Pero que el 1% de la población tenga la mitad de la riqueza mundial es indecente y que tras el coronavirus sigan las políticas mundiales a su servicio es el mayor riesgo de la humanidad.

Estamos confinados. No podemos salir a la calle. Sin embargo, podemos hacer caceroladas, firmar algunos manifiestos que corren por ahí, escribir, leer, reflexionar. El tiempo de confinamiento puede ser largo. Lo que es seguro es que nos cambiará a todas las personas. Si de ese cambio sale la conciencia clara de que tenemos que acabar con este sistema capitalista depredador, egoísta, que nos lleva hacia una emergencia climática atroz y a poner en riesgo la vida de los seres humanos de todo el planeta, quizás sea nuestra oportunidad para empezar una nueva vida del bien común, plenamente humana y armoniosa con nuestra madre naturaleza. De lo que hagamos durante este confinamiento depende.



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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