Las epidemias encubiertas

No cabe duda, nuestro planeta azul a través de todas la eras tantos históricas como geológicas, ha sido sometido a diversas arremetidas causantes de numerosas desgracias. Desde el período glacial, hasta la caída de un meteorito que ocasionó la desaparición de los dinosauros, seguido de terremotos, huracanes, guerras, inundaciones, contaminación y enfermedades se produjeron y se producen devastaciones y muertes, que en oportunidades engendraron graves desequilibrios en la pirámide poblacional del planeta. En mucho de estos casos tales fenómenos fueron ocasionados por catástrofes naturales y en otros, fueron y son los seres humanos los responsables directo de tales desgracias. Es lamentable que muchos de estas adversidades se conozcan muy poco debido a los distantes en el tiempo y a la falta de medios, en épocas remotas, para documentarse sobre lo sucedido. A partir del invento de la imprenta, seguido por los avances de la tecnología, hoy se tienen noticias y hasta estadísticas de las especies de animales desaparecidas, ciudades asoladas, hasta el número de muertos aproximado sobre tales hecatombes.

De todas estas desgracias me ocuparé de infaustas enfermedades que, dada la gravedad y su velocidad de transmisión originaron y originan millones de muertos. Estas son las epidemias y las pandemias. La primera, es una enfermedad accidental transitoria, generalmente infecciosa que ataca al mismo tiempo y en el mismo país o región a gran número de personas. La segunda, es una epidemia extendida a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una nación. Al portador, especialmente el animal huésped que transporta el germen de la enfermedad, se le llama "vector" o agente. Son ejemplos de vectores el mosquito, la pulga, la rata, la mosca, chinches, ácaros y garrapatas. Son numerosas las enfermedades trasmitidas por vectores, tales como viruela, paludismo, dengue, esquistosomiasis, tripanosomiasis, leishmaniasis, mal de Chagas, fiebre amarilla, encefalitis, cólera etc.

Son famosas algunas epidemias debido a la mortandad causada a la población del planeta. Entre estas se destaca la peste negra o bubónica, cuyo vector son las pulgas alojadas en las ratas que causaron en el siglo XlV más de 80 millones de muertos repartidos entre Asia, África y Europa. Parte del origen de la propagación de esta enfermedad fue el desaseo y falta de sanidad entre los habitantes de la época. La gripe española (1918-1920), que también llegó a Venezuela, causó más de 100 millones de muertos en el mundo. La viruela, responsable en el siglo XVII del fallecimiento de más de 60 millones de personas. El sarampión que provocó más de 200 millones de víctimas. El VIH o sida, un epidemia del siglo XX y XXI causante de la muerte de 30 millones de personas. El cólera, una enfermedad gastrointestinal que aún es un problema de salud pública. Anualmente se presenta entre mil y tres mil millones de casos, responsable de entre tres a cinco millones de muertes anuales.

La epidemia más reciente desarrollada en el planeta es el coronavirus, o síndrome respiratorio agudo grave, una enfermedad producida por un virus. Hasta los momentos existen unos 90.000 contagiados y aproximadamente unos 2.000 muertos en el ámbito mundial. Algunas fuentes señalan al murciélago como el agente vector de esta enfermedad, aunque en verdad no se sabe a ciencia cierta el causante de este mal.

Evidentemente, desde el punto de vista mediático las epidemias o pandemias tienen importancia según el número de muertos o contagiados que causan. No voy a negar la preocupación que el coronavirus ha despertado en el ambiente médico y en el social, pero es imposible negar que la publicidad desplegada sobre esta dolencia, contribuyera a que algunos laboratorios y fabricantes de mascarillas estén haciendo un buen negocio. Si por el número de difuntos se califica la trascendencia de una enfermedad voy apelar a una estadística que podría generar una opinión mundial que se vuelque a la solución de esos problemas.

Por ejemplo, en el planeta hay 821 millones de subalimentados, cuya gravedad es de tal magnitud que en el año 2017 murieron 6,3 millones de infantes menores de 15 años, con el agravante que 8.500 niños mueren de hambre DIARIAMENTE según lo demuestra cifras de ACNUR. Me da la impresión que esto no tiene importancia mediática ni médica porque tales afectados no compran mascarillas para combatir el hambre, ni tampoco tienen dinero para comprar los kit de despistaje para saber si están infectados. Ciertamente, la hambruna es una pandemia y el agente vector es el capitalismo, causante de la desigual distribución de la riqueza.

No solamente la hambruna es una pandemia, la guerra también lo es y ningún político de los países capitalista quiere suprimirla porque esta es un buen negocio. Si es que los muertos determinan la importancia de una enfermedad, la guerra también lo es, la estadística habla por si sola. Voy a referirme a las guerras de la época moderna, siglo XX y XXI, ya que en los siglos anteriores se produjeron verdaderas masacres, carnicerías que nos recuerdan la crueldad de los seres humanos. Indiscutible, el agente o el vector de la guerra es el capitalismo.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) murieron más de veinte millones de personas, entre civiles y militares de diversas nacionalidades: ingleses, rusos, estadounidenses, belgas, franceses, italianos, alemanes, serbios, entre tantos. A esto debo agregarle los heridos y los mutilados, una indudable pandemia. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue peor que la anterior, se calcula que murieron más de 100 millones de personas, entre civiles y militares de Asia, África, América, Europa y Oceanía. Las víctimas se cuentan entre rusos, alemanes, estadounidenses, canadienses, ingleses, etíopes, belgas, letones, griegos, brasileños, japoneses, chinos, filipinos y otros. Una verdadera mortandad donde salieron más ricos lo vendedores de armas, algunos militares y ciertos políticos. A las víctimas debo agregar los mutilados y las ciudades destruidas. La guerra de Corea (1950-1953) originó más de tres millones de muertos, mutilados, destrucción y la separación del país. La guerra de Vietnam (1957-1975) le costó la vida a más de cinco millones de soldados y civiles y como siempre, mutilados, ciudades destruidas. Además de la unificación del país y la expulsión de la tropa invasora, debido a la victoria de los vietnamitas en su lucha contra el poderoso ejército de EEUU. Pero la humanidad no aprendió, no se curó de la enfermedad de la guerra, no existen vacunas para prevenirla y continuó con las conflagraciones contra otros pueblos que defienden sus riquezas naturales, tales como Irak, Afganistán, Siria, Yemen, Libia, República Democrática del Congo, que si reunimos las víctimas de estas ignominiosas guerras resultan más de cinco millones entre los siglos XX y XXI.

Modernamente se han desatado nuevas epidemias que generan muertes y trastornos sicológicos. Se trata de las sanciones y los bloqueos económicos impuestos por los países imperiales sobre países más débiles económicamente. Estas sanciones y bloqueos causan que numerosas personas no tengan acceso a las medicinas ni a los alimentos ocasionándoles, como consecuencia, la muerte irremediable, además de la consternación sicológica a los que quedan vivos. Hoy se conocen dos vectores o agentes responsables de tal ignominia, uno es el asesino de Donald Trump y este, a su vez, le inoculó el virus al monigote de Juan Guaidó para transmitir esta epidemia en Venezuela, la misma que azota a Cuba durante más de sesenta años. Se estima que esta epidemia acabó con la vida de más de 40 mil venezolanos que no pudieron adquirir las medicinas para aliviar sus padecimientos. Lamentablemente, ni los millones de muertos por hambre, ni los millones de muertos por las invasiones de EEUU y la OTAN, ni los miles de muertos en Venezuela y Cuba por las sanciones económicas, son noticias, ni tampoco un negocio, como si lo son los difuntos y los contagiados del coronavirus.

Hoy por hoy la mediática internacional olvida a más de 230 mil muertos en Yemen, el genocidio contra los palestinos por parte de Israel, la violación de los derechos humanos en Chile y Colombia, las inhumanas sanciones económicas y el bloqueo contra Venezuela y Cuba por parte de EEUU, solo para dedicarles la atención a los enfermos de Coronavirus. La sociedad justa y decente no puede ver caer muertos a niños y jóvenes, sin que los afectados salten, brinquen, marchen, protesten y se defiendan para pedirle a la sociedad que rindan cuenta a lo que está sucediendo frente a sus propias narices. Vivimos en un mundo cruel, donde la maldad es propia de los seres humanos y lo peor, la indiferencia y la falta de solidaridad ante el sufrimiento del prójimo. Tuvo razón Albert Einstein al afirmar: "El mundo es un lugar peligroso para vivir, no a causa de la gente mala, sino de las personas que no hacen nada al respecto" Le que algo queda.



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Enoc Sánchez


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