La ONU debe separarse totalmente del control administrativo de Estados Unidos

Desde que se decidió ubicar la sede central de la Organización de Naciones Unidas, ONU en Estados Unidos, en la ciudad de Nueva York, el organismo mundial ha estado asediado por la constante intromisión de parte del país anfitrión, es decir, de Estados Unidos que de manera creciente viola la letra y el espíritu del tratado del año 1947 entre Estados Unidos y la ONU respecto de la sede central de la organización. El tratado firmado el 26 de junio de 1947 en la localidad de Lake Success, Nueva York entre el Secretario General de la ONU Tryvge Lie y el Secretario de Estado, George Marshall, garantiza el carácter extraterritorial de la sede central de la ONU en Manhattan. Por otra parte, garantiza que Estados Unidos no interferirá en la concesión expedita de visas norteamericanas para extranjeros y personal empleado en la ONU en tránsito a través del territorio norteamericano en acatamiento de las responsabilidades de su gobierno y de la ONU.

De manera constante Estados Unidos ha violado el Tratado EE.UU.-ONU negándose a entregar visas a funcionarios extranjeros, al personal de la ONU, a miembros del cuerpo de prensa, representantes de organizaciones no gubernamentales, invitados de la ONU que realizan negociaciones en la sede del organismo. Estados Unidos también ha ignorado la insistencia del Tratado sobre la inviolabilidad de la jurisdicción territorial del organismo al ejecutar vigilancias electrónicas ilegales de las comunicaciones del organismo y de las misiones permanentes acreditadas ante la ONU. Uno de los principales acosadores de la inmunidad diplomática del organismo fue Rudolph Giuliani, alcalde de la ciudad de Nueva York quien en su condición de alcalde el año 1997 le pidió a la ONU que abandonara Nueva York. En el año 1995 Giuliani expulsó al presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yaser Arafat, durante el Concierto de la Orquesta Filarmónica de Nueva York por su cincuentenario en el Centro Lincoln. Giuliani también declaró que ordenaría expulsar al presidente de Cuba Fidel Castro si este visitara la ONU. Actualmente, Giuliani trabaja como abogado personal de Donald Trump.

El ex embajador interino norteamericano ante la ONU John Bolton a quien el Senado le negó su confirmación y posteriormente su nombramiento, fue suspendido por el presidente George W. Bush y fue grabado cuando se refería a la necesidad de demoler los diez pisos superiores del Secretariado de la ONU. Actualmente Bolton trabaja como asesor de seguridad nacional de Donald Trump. Giuliani y Bolton no son los únicos extremistas anti ONU que están marcando la pauta en la política exterior del gobierno de Donald Trump. El Secretario de Estado, Mike Pompeo, fanático fundador del Tea Party republicano, agita los mismos sentimientos anti ONU como otros movimientos de derecha y otras entidades de vieja data incluyendo a la Sociedad John Birch, la Fundación Herencia, al Instituto Empresarial Norteamericano y a la Sociedad Federalista.

Los dos últimos discursos de Donald Trump ante la Asamblea General de Naciones Unidas fueron puntualizados por temas de discusión de carácter derechista dirigidos a sus bases nacionales, no al conjunto mundial o a los pueblos representados en ese entorno. El gobierno de Trump ha demostrado un completo desprecio por la ONU al retirarse del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, de la Organización para la Cultura la Ciencia y la Educación, UNESCO (sigla en inglés) de la Unión Postal Universal (UPU sigla en inglés); del Acuerdo Climático de París y del Plan Conjunto General de Acción sobre el programa nuclear iraní; suspendió la ayuda financiera a la agencia de Naciones Unidas para la asistencia de Palestina. Por otra parte, también amenazó con abandonar a la Unión Internacional de Telecomunicaciones, ITU (sigla en inglés).

Trump también ha demostrado su desprecio total por la ONU al nombrar a la siguiente embajadora norteamericana ante el organismo en reemplazo de Nikki Haley a la ex locutora de Fox News y actual portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, persona excepcionalmente descalificada para semejante cargo.

El gobierno de Trump viola de manera flagrante el Tratado ONU-EE.UU. cuando niega el visado a los socios locales del personal del organismo. En el pasado, todos los gobiernos norteamericanos han negado el visado a funcionarios extranjeros para asistir a las reuniones del organismo. Entre los afectados figuran funcionarios de gobierno y diplomáticos de Libia, Cuba, Irán, Rusia, Venezuela, Nicaragua, Palestina y Abjazia.

Estados Unidos también ha ejercido una influencia indebida en la aceptación por parte de la ONU de nuevos miembros y observadores. Estados Unidos en su condición de miembro permanente y su poder de veto dentro del Consejo de Seguridad del organismo, ha presionado a este con el objeto de rechazar solicitudes de admisión de varias naciones. Durante el año 2011 Estados Unidos esgrimió su poder de veto para rechazar la solicitud de admisión de Palestina. En el año 2012 la Asamblea General tuvo éxito en aprobar la solicitud de Palestina para convertirse no en miembro sino en estado observador, distinción que también permite a la Ciudad del Vaticano participar en las reuniones de la Asamblea General pero sin derecho a voto en las resoluciones.

Ha habido llamados de parte de diferentes estados miembros para reformar la Asamblea General con el propósito de rescatarla del control del Consejo de Seguridad dominado por Estados Unidos. En el año 1950 Estados Unidos tuvo éxito en obtener para la Asamblea General un ascendiente importante sobre el Consejo de Seguridad al conseguir que la Asamblea adoptara la "Resolución Unitaria para la Paz". La resolución brindó a la Asamblea General la capacidad de actuar sin la aprobación previa del Consejo de Seguridad. La resolución del año 1950 apuntó hacia el Consejo de Seguridad para darle a la asamblea el derecho de tomar una decisión de fondo cuando el Consejo de Seguridad "no sea capaz de ejercer su principal responsabilidad" en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. La unificadora resolución permite que la Asamblea General tome medidas colectivas por cuenta propia.

Claramente el artilugio de la Unión para la Paz que fue utilizado para enviar tropas de Naciones Unidas a los conflictos de Corea y del Canal de Suez durante los años 50 debería ser empleado para evadir la intransigencia y el desorden diplomático impuesto por el gobierno de Donald Trump. La Asamblea General debiera comenzar por evadir a los entusiastas del "status quo" del Departamento de Estado y aprobar la afiliación de nuevos estados y la condición de observadores no estatales en el organismo mundial. Si Estados Unidos continúa interfiriendo con el visado para los observadores y delegados, la ONU debiera iniciar un proceso para la reubicación de la sede del organismo en Ginebra, ciudad que ya alberga numerosas instituciones especializadas de la ONU y que fue anteriormente anfitriona de la Liga de las Naciones, antecesora de la ONU.

Las proposiciones para ampliar el número permanente de miembros del Consejo de Seguridad, con países como la India, Japón, Alemania, Brasil y quizás otros, restringiría aún más los poderes de la Asamblea General.

Ausente la amenaza de veto de parte de Estados Unidos y de sus aliados neocolonialistas y miembros permanentes, Gran Bretaña y Francia, una Asamblea General reformada podría invitar como nuevos miembros a varios estados que han expresado interés en ser miembros permanentes, como ser los "estados asociados" de Nueva Zelandia, las Islas Cook y Niue. No hay ninguna razón para que la afiliación a la ONU no se expanda. Todo lo contrario, el último nuevo miembro aceptado fue Sudán del Sur el año 2011.

La historia del dominio de Estados Unidos sobre la ONU ha visto a varios países aspirantes fracasar incluso en conseguir una audiencia del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General principalmente gracias a los defensores del status quo.

Estados Unidos tiene una larga historia no solo negando el visado a representantes de naciones cuya independencia ha sido ignorada por las grandes potencias sino también por colaborar activamente con las potencias neocolonialistas para anular el derecho a la auto determinación de los estados aspirantes a miembro. Luego de la afiliación de Bhuthan a la ONU el año 1971 se esperaba que el Reino Himalayo gemelo fuera el siguiente. Sin embargo la India ya había iniciado planes para invadir al pequeño reino con la excusa de acabar con el desorden civil interno, desorden que había sido fomentado por la misma India. El jefe del estado de Sikki el Chogyal incluso recibió seguridades de parte de funcionarios de la ONU en el sentido que debería prepararse para ver la bandera de Sikki flamear en la sede del organismo internacional.

Durante el año 1955 Sikki fue anexado a la fuerza por parte de la India al ser invadido por fuerzas militares de esta. Los esfuerzos para que representantes de Sikki visitaran la sede de la ONU en Nueva York fueron rechazados por el gobierno de Estados Unidos, particularmente por el Secretario de Estado, Henry Kissinger; por el Sub Secretario de Asuntos del Sur Asiático y Cercano Oriente, Joseph Cisco y por su Sub Secretario de Estado, Kenneth Rush.

En el año 1948 se produjo una situación parecida cuando el estado principado Hiderabad, bajo amenaza de invasión militar por parte de la India, se cansó de enviar delegados a la ONU que en ese entonces operaba en Lake Success, Nueva York. En vano Hiderabad solicitó al Consejo de Seguridad de la ONU que actuara contra la India. Tal operación nunca se produjo y el estado principado fue invadido y absorbido por la India. Durante las conversaciones en torno a la partición entre la parte musulmana y la hindú, era la India Británica de 1948, el Maharajá Sij de Nabha buscó la asistencia de la ONU para la creación de un estado Sij en Punyab Oriental. Sin embargo, gracias a la colusión de los hindúes y las autoridades colonialistas británicas nunca hubo una cláusula que contemplara un estado Sij, situación que continua persistiendo en el Sub continente hindú. Si Estados Unidos hubiera facilitado la participación en la sede de la ONU de Lake Success del Nizam Musulmán de Hiderabad y del Sij Maharajah de Nabha que al igual que Maharahah fue brevemente independiente, las tensiones y la violencia posteriores pudieron haber sido evitadas. El hecho es que la ONU en connivencia con Estados Unidos y Gran Bretaña ignoró la solicitud de independencia del Maharajah de Cachemira, así el Maharajah Hari Singh sentó las bases para el actual conflicto indo-paquistaní en torno al territorio en disputa que fue dividido en sectores gobernados por la India y Paquistán.

Veinte años más tarde, la auto declarada República de Biafra que estuvo comprometida en una sangrienta guerra civil con Nigeria, logró enviar a su Comisionado para Asuntos Exteriores, Mathew Mbu a Nueva York para hacerle un llamado al Secretario General de la ONU U Thant. Sin embargo, el diplomático birmano bajo la presión de los Cinco Permanentes del Consejo de Seguridad emitió una reprimenda contra el diplomático biafrano. U Thant declaró lo siguiente: "Cuando un estado solicita afiliarse a la Organización de Naciones Unidas y cuando esta acepta la afiliación de ese solicitante, todos los miembros de manera tácita aceptan el principio que ese estado en particular es una entidad o una unidad. En otras palabras, cuando un Estado Miembro es admitido en Naciones Unidas se da la tácita aceptación de todos los afiliados al principio de la integridad territorial, su independencia y la soberanía de tal estado." En otras palabras, los movimientos secesionistas y naciones aspirantes al margen de cuán justificadas sean sus acciones y causas, no serán bienvenidos en la ONU.

En todo caso, la secesión no era el caso de Sikkim de Hiderabad, de Sahara Occidental, de Timor Oriental. Estos fueron invadidos por otras naciones y su pre existente autonomía ignorada. La ONU no puso ninguna objeción a su incorporación forzada a otros estados. La ONU también falla cuando no reconoce la retro independencia. Estados como Somalilandia, Zanzíbar, Yemen del Sur, Sarawak y Sabah han sido brevemente independientes antes de su unificación forzada con otros estados. Si la ONU tuviera que rechazar la retro independencia, Singapur hoy no sería independiente pero existiría como un estado de Malasia.

La Asamblea General de Naciones Unidas sería un lugar universal donde las naciones y los aspirantes a naciones podrían actuar sin las presiones de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad o de Estados Unidos como nación anfitriona. No hay razón alguna para que la Asamblea General no hubiera acreditado a misiones de observadores estatales o no estatales de Somalilandia, Taiwan, de la República Árabe Democrática Saharawi, Tibet, Kosovo, Cataluña, Flandes, Arabia del Sur, Nahra, Chipre del Norte, Abjazia, Osetia del Sur, Nagorno-Karabaj, República de Transnistria, Quebec, Cachemira, el Gobierno Regional del Kurdistán en Irak, Itenge, Siria-Rojava del Norte, Groenlandia, las Islas Faro, Escocia, La Isla de Man, Jersey, Guernsey, Cabinda, Tubuland, Papúa Occidental, Córcega, Puerto Rico, Rapa Nui, Kanky, Polinesia, Chiapas, Biafra, Ambazonia, Balochistán, Gilgit-Baltistán, Azawad, Casamance, Sarawak, Sabah, Barotseland, Zanzíbar y docenas de otros movimientos de liberación nacional alrededor del mundo. Tales pueblos y naciones aspirantes deberían ser capaces de interactuar con la Organización de Naciones Unidas y sus supervisores metropolitanos dentro de un ámbito neutral.

La ONU ha rechazado solicitudes de un líder tras otro de igual modo que la Liga de las Naciones ignoró la solicitud personal que hizo el Emperador de Etiopía, Haile Selassie, ante la asamblea en Ginebra para que asistiera a su país en rechazar la agresión militar lanzada en su contra por la Italia fascista.

La ONU fue conformada para evitar las guerras mediante la discusión entre naciones y pueblos sobre sus reclamos dentro de un foro global. Si los entusiastas del status quo y los seguidores de las políticas unilaterales del gobierno de Trump desean interferir aplicando esta línea, la ONU debiera reubicarse en Suiza donde tendría asegurada la no interferencia en sus asuntos de parte del país anfitrión.

Luego, si Estados Unidos al igual que –así como lo sugirieron muchos de sus seguidores—decide abandonar la ONU el organismo mundial estaría mucho mejor sin un estado paria, forajido, amatonado que toma decisiones políticas al margen de los otros 192 estados miembros.

Traducción desde el inglés por

Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona

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Wayne Madsen

Escritor. Especializado en Asuntos Internacionales


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