Haddad revisa tu propuesta

En Venezuela, ocurrió en febrero 1989, la primera insurrección popular en la historia del siglo XX, en contra del modelo neoliberal. Apenas levantaba cabeza en el país, ese monstruo del imperialismo, el pueblo venezolano se alzó en rebelión contra el mismo, sufriendo por miles de víctimas tamaño atrevimiento. Producto de ello, vinieron a posterior, las rebeliones militares del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992, cerrando un ciclo de la historia política venezolana y abriendo uno nuevo, que gestó un proceso Constituyente, concebido por Hugo Chávez Frías: "Discutíamos acerca de cómo romper con el pasado, cómo superar ese tipo de democracia que sólo respondía a los intereses de los sectores oligárquicos; cómo salir de la corrupción. Siempre negamos de plano la figura de un golpe militar tradicional o de una dictadura militar o una junta militar de gobierno…" (Entrevista de Marta Harnecker a Hugo Chávez Fías, "Un Hombre, Un Pueblo", Publicado en España por Editorial: Tercera Prensa, San Sebastián, noviembre 2002). A grandes males, grandes soluciones, revolucionarias soluciones.

Brasil, vive una situación análoga a la Venezuela de finales de los 90, un modelo político en crisis y con una corrupción desatada y en expansión a todos los ámbitos de la realidad nacional. Un modelo democrático ahogado, que no encuentra cauces para la expresión democrática de las diferencias políticas de las grandes mayorías, que ha engendrado un monstruo autoritario y desafiante, como lo es el fascismo en su expresión política de Bolsonaro. Un país descuartizado en diversidad de agrupaciones políticas, sin referencias políticas mayoritarias que expresen el sentir de las grandes mayorías, siendo sustituidas –contradictoriamente- por las grandes cadenas de telecomunicación como la Red O´Globo, constructor de la opinión de grandes sectores de la sociedad brasileña. El modelo político brasileño, ha perdido pertinencia política y reclama su renovación y adecuación a los grandes cambios que ha sufrido la sociedad brasileña. Grandes cambios, que bien pudieron hacer en su momento los hermanos Lula y Dilma pero que ahora, en medio de una grave crisis económica del modelo capitalista en fase neoliberal, se tornan urgentes y complicados. De hecho, justifican el necesario proceso Constituyente que requiere el sistema político brasileño. Lula, ya lo tenía previsto en 2014, cuando se enfocaba a manifestarle su apoyo para la reelección a la Hna. Dilma Roussef, decía entonces: "Soy totalmente favorable a la constituyente exclusiva para la reforma política, para la financiación pública de las campañas. Sin esta reforma, no habrá otras. Y es difícil que la haga el actual Congreso, porque es difícil que las personas cambien su status quo". Una Constituyente restringida, la concebida por Lula entonces. Cuatro años después, dicha idea fue madurando en el pensamiento del Hno. Lula. Las políticas regresivas de Temer, quien acompañó a Dilma como vicepresidente, le han hecho reconocer que ahora no se trata de impulsar una Constituyente restrictiva como la antes planteada, sino como la única alternativa posible para desanudar los hilos de la camisa de fuerza que ha colocado la burguesía brasileña a toda posibilidad de inversión social en los próximos 20 años. Es así, que en su propuesta de gobierno, antes que se le sometiera prisión, hace apenas dos meses atrás, en agosto, Lula presentaba una propuesta de gobierno en que la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente jugaba un rol estelar en su propuesta, para: "Reformar las instituciones y promover las reformas estructurales y asegurar las conquistas democráticas de la Constitución de 1988…"

Tras su encarcelamiento y la decisión del PT de lanzar la candidatura de Fernando Haddad a la Presidencia de la República y de Manuela D'Ávila a la Vicepresidencia de la República, el tema de la Constituyente se ha desvanecido en propuestas populistas que no podrán concretarse debido al cepo que implica la restricción de la Enmienda Constitucional 95, que restringe toda posibilidad de inversión social en los venideros veinte años. Ello, vacía de contenido el conjunto de propuestas de mejoras sociales propuestas por Haddad, y le desarma ante el arrollador avance del candidato de Temer y del fascismo brasileño, Bolsonaro. Por lo demás, lejos de solucionar el desastre económico heredado de Temer, el pronóstico más realista sugiere que se profundizará dicha crisis, y lo más probable sea, que se encadene con los síntomas que ya manifiesta la economía capitalista en su conjunto. Todo un retroceso económico-social, que tenderá a encadenar la economía brasileña a los destinos del imperialismo de EEUU, tal cual ocurre ya en la Argentina de Macri, regida por el FMI. Lo cual, de seguro, traerá mayores sufrimientos y pobreza al pueblo brasileño.

En la propuesta de gobierno de Haddad, se le saca el cuerpo a la propuesta de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente. Señala su Programa de Gobierno: "Proponemos por todos los medios democráticos, incluso por referendos y plebiscitos, la revocación Enmienda Constitucional 95, que limita por veinte años las inversiones y las políticas públicas capaces de generar desarrollo, y de la reforma laboral que precariza el trabajo y retira derechos históricos clase trabajadora…", más adelante, insiste sin concretar: "Nuestra candidatura propone dar un basta a todo ese retroceso histórico. Es necesario establecer el Estado Democrático de Derecho para refundar democráticamente a Brasil, poner fin al Golpe y su herencia, recuperar la soberanía nacional y popular, realizar las reformas democráticas y populares interrumpidas para asegurar la soberanía nacional, la distribución de la renta, la riqueza y el poder y la promoción derechos". Hay un temor infundado en la Constituyente, en que el pueblo brasileño se pronuncie sobre su modelo político, sobre una nueva Constitución. Lula perdió ese miedo, y el pueblo le acompañó masivamente en las caravanas de este año. Quizás, el temor se deba a que el candidato Haddad se le vincule con Venezuela, país en que el proceso Constituyente se ha convertido en una realidad constatable y cotidiana para el pueblo, en parte esencial de su ejercicio democrático, como en efecto ya lo señalaba el Hno. Lula, al sentenciar que en Venezuela lo que hay es un "exceso de Democracia", como en efecto lo hay, sí que lo hay.

Nuestro llamado es, a las fuerzas progresistas brasileñas, en especial al Partido de los Trabajadores como expresión política de la vanguardia revolucionaria brasileña, a retomar con fuerza la propuesta enarbolada por el Hno. Lula de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, para refundar la Nación y relanzarla más democrática y participativa al futuro. Al fascismo, se le combate no con falsas propuestas que no podrán concretarse si la Enmienda Constitucional 95 no es revocada. De ello, hay conciencia en el pueblo brasileño y de allí que un 20 por ciento de votantes, se hayan abstenido de participar. No más engaños al pueblo de Brasil, hay que hablarles claro de que dicha Enmienda Constitucional se constituye en un obstáculo fundamental a toda posibilidad de hacer inversión social. A toda posibilidad de revertir el genocidio social emprendido por el gobierno de Temer de la mano del FMI, siendo la única posibilidad de revertir tal genocidio, la necesaria convocatoria a Constituyente democrática y participativa, para refundar la República sobre nuevas bases sociales y políticas. Señalaba Trotsky: "El fascismo es el producto de dos factores: una crisis social aguda, por una parte, y la debilidad revolucionaria del proletariado alemán…", añadiríamos, producto de la incapacidad de la dirección del PT de apreciar una política correcta para ganar al pueblo brasileño para luchar y derrotar en las urnas al candidato fascista. Todavía hay tiempo para enmendar los errores y corregir los pronósticos y directrices de política electoral, para que el pronóstico de Trotsky sobre Alemania no se haga realidad en Brasil: "El proletariado alemán se levantará de nuevo, el estalinismo, jamás. Bajo los terribles golpes del enemigo, los obreros avanzados alemanes tendrán que construir un nuevo partido…", esperemos que no sea así…



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Henry Escalante


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