Por donde se le mire el caso de Carrasquilla, el Ministro de Hacienda experto en el saqueo de los pobres mediante la fórmula de los impuestos indirectos a granel como el IVA, está perdido para el gobierno del señor Duque, al que todos los días, con los baños de realidad, le van saliendo sus maquilladas peladuras y podredumbres transferidas por su patrocinador de marras.
Mediante análisis fletados por los mercaderes del negocio de la intermediación financiera se intenta banalizar la maniobra puesta al descubierto por el columnista Daniel Coronel y bien documentada por el Senador Robledo en el debate citado para los días venideros en el hemiciclo legislativo superior como punto de arranque de la moción de censura prevista en el Estatuto constitucional. Moción que tiene todas las posibilidades de prosperar dado el escaso margen de maniobra del actual régimen que presume de angelical y consociacional a ultranza.
Por supuesto que Carrasquilla es un Ministro corrupto, un traficante de influencias de alto turmequé, un ventajista que ha utilizado sus posiciones privilegiadas tanto en el sector público como en el privado para cuajar abultados negocios que conllevaron, en el caso en cuestión, al desfalco de 117 municipios y de sus programas de agua potable y saneamiento básico.
Que no nos vengan con el cuento que todo fue impecable; que el hombre es un técnico lejos de toda sospecha; que los 16 mil millones de pesos anuales que se apropió de manera truculenta es una compensación legal a sus operaciones torcidas contra los patrimonios de las alcaldías municipales.
Carrasquilla es perro muerto. El clima político del país así pide que sea por los resultados de la consulta anticorrupción que nos indicó que la nación esta mamada de tanta vagabundería perfumada, orquestada desde los círculos financieros del neoliberalismo.
Duque puede inventarse todos los sofismas que le venga en gana para proteger al Ministro de su "Presidente eterno", pero el debate que crece ya anuncia nuevos escándalos de Carrasquilla con vínculos a la EPS de Palacino y a otros peces gordos del sucio negocio con la salud de los colombianos.