A fuerza de trasero, Antanas Mockus, intenta ganarse el senado colombiano. Lo irónico de Moisés Moleiro

Antanas Mockus o Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Šivickas, de origen lituano, de allí sus muy complicados datos personales, nacido en Colombia, ex alcalde de Bogotá, personaje según los medios, ex decano de una universidad pública de mucho prestigio y lleno de méritos académicos, optó por una salida poco ortodoxa desde la perspectiva del universo del cual proviene y más del organismo del cual ahora forma parte, el senado del país vecino. Durante una sesión de la cámara legislativa colombiana a la cual se acababa de incorporar, Mockus, como es más conocido, creo estuvo entre quienes apoyaron a Petro, viendo que los parlamentarios no prestaban atención al orador de orden, presidente saliente del senado, optó por ponerse en la primera línea y en el medio, entre el área presidencial de la sala legislativa y los demás senadores, se bajó los pantalones y a éstos les enseñó el culo. No se lo peló, como decimos los venezolanos, pues tenía puesto dos calzoncillos -lo que revela que, cuando salió de su casa, tenía programado el espectáculo- por cierto, que a lo moderno, uno de ellos, el primero, se le metió "entre peña y peña".

Según versiones, no es esta la primera vez que el ahora senador apela a tal argumento, tan coherente con sus títulos académicos. Al parecer en una oportunidad, siendo rector universitario, en una asamblea con estudiantes, viendo que estos no le prestaban atención mientras hablaba, apeló a ese mismo recurso. Pero Mockus tiene 62 años y a esa edad normalmente se tiene un culo feo y es por demás el que exhibió. Pero, quizás por eso mismo, la actriz colombiana Margarita Rosa de Francisco, quien si debe tener uno bello, y lo es el que de ella muestran en un vídeo, tanto como que le roncan los motores, no como los de Maduro que ni arrancan, hizo lo mismo públicamente en apoyo al senador. Quizás se siente identificada con él y viendo con lástima aquel triste espectáculo, no lo de un senador enseñando un culo como jipato en plena cámara, aquel trasero tan feo, optó por ayudarle con una atractiva imagen.

Ese espectáculo de Mockus, "rompe paradigmas", para decirlo en un lugar común que han puesto de moda algunos periodistas, quienes creen que usando frases como esas se la "comen", dejando a los demás sin ojos y sin vista", pues el senado colombiano, siempre lleno de figuras procedentes de aquella añeja y hasta mohosa oligarquía de liberales y conservadores que jodieron a Aurerliano Buendía, pareciera ser el sitio menos apropiado y hasta imaginado para espectáculos como ese, pese por allí han pasado personajes como Álvaro Uribe Vélez.

Lo cierto es que el primer día de sesiones, en el debut de Mockus como senador, sentó un serio precedente. Ya le advirtió a todo el mundo o mejor a los senadores de lo que es capaz y sobre todo se preparen para cuando opte por tomar la palabra.

Llegado a esta altura, con toda razón, el lector se preguntará qué tiene esto que ver con Moisés Moleiro, cuyo nombre aparece en el título.

Tuve un viejo maestro que nunca dejaba por allí el borrador, siempre lo mantenía en mano. Era además de utensilio de limpieza del pizarrón, un "instrumento pedagógico", para mantener la atención de sus alumnos. Cualquiera de nosotros que fuese cazado aparentemente distraído por el maestro, como mirando hacia donde no debía o intentando entablar conversación con alguien, recibiría el "instrumento" o arma de aprendizaje en pleno pecho.

Como en aquella UCV donde estudié, a fuerza de tanto doctor hablador incansable de paja, sabios sin pedagogía, salvo el hablar incesante, como el presidente de ahora, sin ninguna estrategia de aprendizaje, no habiendo nada mejor que el hacer, muchos alumnos hacían de todo menos prestarle atención al discurseador de turno. En las cámaras legislativas venezolanas, senadores y diputados, se extremaban en indelicadezas como ponerse a leer el periódico u otro material, hablar por teléfono o con el vecino para ponerse de acuerdo echarse palos "cuando este fastidio cese", mientras alguno de ellos hacía uso del derecho de palabra. Era aquello un espectáculo que, a mí estando en el gallinero, o las gradas, me daba pena ajena.

Moisés Moleiro impuso un estilo o arma "pedagógica" y política en la Cámara de Diputados que le dio grandes resultados. Era uno de los pocos diputados a quien, hasta sus más acérrimos adversarios, prestaban atención cuando hablaba. Y no era por lo enjundioso, profundo que solía ser cuando hablaba, dada su enorme cultura, sino por su "utensilio o arma pedagógica" más original y hasta sutil que la del viejo maestro con el borrador.

Moleiro cuando detectaba a alguien distraído o distrayendo, del bando opuesto, porque los suyos y muchos que no lo eran pero sabían que ganaban mucho escuchándole, sobre todo porque aprendían, optaba por decir más o menos lo siguiente, ya que tenía una excelente memoria para saber el nombre de cada quien en la cámara y hasta "conocerle su historia":

-"Diputado por el estado tal, fulano de tal, que allá está tirado sobre su curul leyendo el periódico, lo que debería hacer en otro sitio, pues aquí le pagan para que escuche y hable; y cuando esto haga sepa lo que va a decir porque puso atención".

Y podía decir algo más hiriente de manera sutil que incomodase al aludido sin llegar a los límites de la ofensa. Para eso le sobraba talento.

De esa manera, cuando Moleiro pedía la palabra, nadie iba al baño, usaba el teléfono, leía periódicos y menos entablaba conversaciones con el vecino. Muy pocos oradores en esa cámara fueron tan atendidos, aunque fuese puro formalismo, que Moisés Moleiro. Antanas Mockus, en el senado colombiano, "a fuerza de culo", más con el replique del culo de la bella Margarita Rosa de Francisco, ya tiene ganada la atención del senado en pleno.



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Armando Lafragua


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