Simón Bolívar se enfrenta, epistolarmente, al poderoso agente estadounidense (II)

Queriendo el Libertador que los gobernantes estadounidenses supieran que a Venezuela no la iban a atropellar impunemente, como ya había hecho EE. UU. con otras naciones americanas, decide escribirle directamente al agente representante de ese gobierno, explicándole exhaustivamente lo sucedido con las embarcaciones Tigre y Libertad, y el por qué se ordena fueran ambos confiscados. A continuación se presenta otra parte del texto que aparece en la correspondencia envíadale a Mr. John B. Irvine y fechada el día 6 de Agosto de 1818.

"De los hechos expuestos nacen dos argumentos contra la Ti­gre. El uno es haber violado el bloqueo y sitio de Guayana, entrando y saliendo de puerto bloqueado y sitiado efectiva­mente, y el otro haber violado la neutralidad; introduciendo armas y municiones a nuestros enemigos. Nadie puede disputar al Gobierno de Venezuela el derecho de declarar en estado de bloqueo un puerto o puertos poseídos por el enemigo. Sus fuerzas marítimas son capaces de hacer efectiva semejante declaratoria, y lo han manifestado de un modo positivo en el bloqueo del Orinoco. La publicación del decreto de bloqueo en los Estados Unidos doce días antes de que saliese la Tigre res­ponde a todas las excepciones alegadas. Si el capitán de la Tigre no lo supo, como debió, ningún gobierno está obligado a intimarlo a los individuos sino a las naciones, y nadie puede dudar que uno de los medios de publicarlo es por las gacetas. Prescindiendo de estas consideraciones, el segundo argumento, es por sí solo, bastante para condenar a la Tigre como buena presa. Desde el momento en que este buque introdujo elemen­tos militares a nuestros enemigos para hacernos la guerra, vio­ló la neutralidad, y pasó de este estado al beligerante: tomó parte en nuestra contienda a favor de nuestros enemigos, y del mismo modo que, si algunos ciudadanos de los Estados Unidos tomasen servicio con los españoles, estarían sujetos a las leyes que practicamos contra éstos, los buques que protegen, auxi­lian o sirven su causa deben estarlo y lo están.

Es verdad que si la Tigre hubiese logrado evadirse y hubiera adoptado posteriormente la conducta neutra, de que no debió apartarse, no podría ser condenada, pero ella no logró y fue apresada en circunstancias que actualmente llenaba las funcio­nes de enemiga; estaba en las aguas de nuestro territorio con este carácter y conducía a su bordo parte del producto del contrabando que había introducido. Todas estas circunstancias agravan su causa y doblan nuestro derecho para confiscarla. No es ni aun probable que el viaje redondo que hizo la Tigre, en virtud de la contrata, fuese por cuenta del consignatario Lamson, y no por la de la casa de Peabody y Tucker; sus due­ños. Ningún documento se ha presentado para calificar esta excepción y el Gobierno tiene en contra los informes que dio el Gobernador Cerruti cuando fue tomado prisionero, de ha­ber celebrado su predecesor una contrata de armas con una ca­sa de los Estados Unidos. Puede, sin embargo suponerse que sea cierta la exposición de Mr. Lamson; pero no por esto se destruye el derecho que nos da contra el buque la infracción del bloqueo, y, lo que es más de la neutralidad. La Tigre es condenable y debe sufrir la pena, sus dueños no debieron fle­tarla para una negociación que quebrantaba la neutralidad, y si lo hicieron, se sujetaron a todos los riesgos. Si alguna cosa tiene que reclamar será contra el consignatario Lamson y no contra el Gobierno de Venezuela, que sólo ha aplicado las leyes y las prácticas de las naciones que la condenaban.

Que la prestación de auxilios militares a una potencia beli­gerante es una declaratoria implícita contra su enemiga, es un principio incontrovertible y que está confirmado por la conducta de los mismos Estados Unidos, donde no se permite que se hagan armamentos de ninguna especie por los independendientes contra los países españoles donde han sido detenidos y aprisionados algunos oficiales ingleses que venían para Ve­nezuela, y donde se ha impedido la extracción de las armas y municiones que podrían venir para el Gobierno de Vene­zuela. La diferencia única que hay es, que cuando es el Go­bierno quien lo presta la nación se declara enemiga y cuando son los particulares, sin conocimiento de él, ellos solos se com­prometen, y no se hace responsable la nación. La Tigre, pues, trayendo armas contra Venezuela fue nuestra enemiga, y no puede de ninguna manera acogerse a las leyes de la neutrali­dad, que había despreciado y violado"

Junio de 2018



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José M. Ameliach N.


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