Guerras a la carta

La paz es una utopía al igual que la justicia. Para que haya justicia debe existir la paz, por tanto ni lo uno ni lo otro coexiste, al menos ese es el testimonio de la historia. Lo que sí es un hecho objetivo, real e irrefutable que la propia historia lo corrobora es la guerra. Una de las representaciones más antiguas de lo que parece un conflicto prehistórico se encuentra en el arte levantino (Patrimonio de la Humanidad de la Unesco), como la Cueva del Civil del barranco de la Valltorta, en Tírig, o en el Abric de les Dogues, en Ares del Maestre (Castellón), que muestra a arqueros enfrentándose. La guerra forma parte de la cultura de la humanidad. Las sociedades veneran a sus guerreros, les dedican monumentos y nombres de calles, entre otras nomenclaturas por el estilo. Los textos literarios más remotos, el Antiguo Testamento, el poema de Gilgamesh y, sobre todo, la Ilíada, hablan de combates y de hazañas bélicas. la guerra es tan antigua como nuestra especie, antes de que hubiese propiedades y territorios que defender, ya existían conflictos. "Los neolíticos no inventaron la guerra. Los cazadores recolectores del Paleolítico o del Mesolítico ya combatían", afirman investigadores. En consecuencia la historia de la guerra se inicia con la escritura, pero no podemos olvidar la prehistoria.

Otro hecho cierto sobre las guerras es que la población civil que incluye niños, niñas y adolecentes, mujeres y hombre, abuelos y abuelas impotentes ante tanta beligerancias pasan a ser las víctimas de esta criminalidad que ha generado justamente la especie humana, a lo que se agrega el irreversible daño ecológico o ambiental. Sobre esto no hay contención. Para las guerras no existen los organismos multilaterales como las Naciones Unidas (ONU) o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por el contrario las fomentan.

Vale hacer una precisión sobre la OTAN integrada en su mayoría por lo que ha sido denominado un "sindicato de países imperialistas" que es una alianza militar intergubernamental basada en el Tratado del Atlántico Norte o Tratado de Washington firmado el 4 de abril de 1949. La OTAN constituye un sistema de defensa colectiva, en la cual los Estados miembros tienen previsto defender a cualquiera de sus miembros si son atacados por una facción externa. El cuartel general de la OTAN se encuentra en Bruselas, Bélgica, uno de los 29 Estados miembros de la organización que se extiende por Norteamérica y Europa. La última incorporación era Montenegro, en junio de 2017. Además, hay 21 países que colaboran o añoran ser miembro de la OTAN, por ejemplo, el gobierno de Colombia, con otros 15 países involucrados en programas de diálogo. El gasto militar combinado de todos los países miembros de la OTAN supera el 70 % del gasto militar mundial.

Otra acotación que también tiene importancia es la "guerra fría" la cual fue un enfrentamiento político, económico, social, militar, etcétera al finalizar la Segunda Guerra Mundial entre el llamado bloque Occidental (occidental-capitalista) liderado por Estados Unidos (EEUU), y el bloque del Este (oriental-comunista) liderado por la Unión Soviética.

Su origen se suele situar entre 1945 y 1947, durante las tensiones de la posguerra, y se prolongó hasta la disolución de la Unión Soviética (inicio de la Perestroika en 1985, Accidente nuclear de Chernóbil en 1986, caída del muro de Berlín en 1989 y golpe de Estado fallido en la URSS de 1991). Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que se denominó al conflicto "guerra fría".

Las razones de este enfrentamiento fueron esencialmente económicas, ideológicas y políticas. Por un lado, la Unión Soviética financió y respaldó revoluciones y gobiernos socialistas, mientras que EEUU dio abierto apoyo y propagó desestabilizaciones y golpes de Estado, sobre todo en América Latina, por ejemplo Chile, 1973. En ambos casos los derechos humanos se vieron seriamente violados.

Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX. Las dos superpotencias ciertamente deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta.

Algunas guerras subsidiarias de esta época fueron: la Guerra Civil Griega, la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la Primera Guerra de Afganistán, la Guerra Civil del Líbano, la Guerra de Angola, la Guerra Indo-Pakistaní, la Guerra del Golfo, la Guerra civil de El Salvador, entre otras que cobraron miles de vidas humanas.

Luego el fantasma de las guerras que pasan a ser uno de los bastiones que está devorando inmisericordemente la humanidad incluyendo toda forma de vida en nuestra Madre Tierra, cuenta con un amplio menú o categorías que de ambulan en los medios de comunicación social haciendo alarde de sus tipologías, en otras palabras hoy podemos hablar de un menú de guerras. Que al final de cuenta guerra es guerra y su resultado es el mismo: asesinato.

Guerras a la carta

La guerra biológica o bacteriológica es una guerra singular, en la cual se usan armas biológicas (agentes patógenos) para atentar contra la salud, bienestar o vida de poblaciones y su hábitat. El uso de armas biológicas está terminantemente prohibido por las ONU; sin embargo, muchos países (potencias imperialistas) cuentan con este tipo de arsenal.

La guerra electrónica (EW, del inglés electronic warfare) es una actividad tecnológica y electrónica con el fin de determinar, explotar, reducir o impedir el uso hostil de todos los espectros de energía, por parte del adversario y a la vez conservar la utilización de dicho espectro en beneficio del atacante. Desde la invención del radar durante la Segunda Guerra Mundial, la guerra electrónica no ha cesado de progresar, transita a pasos agigantados.

La guerra de "cuarta generación" manipulación e ir hacia la mente de los ciudadanos, con todos sus sucedáneos es lo que envuelve la política informativa de fake news (noticias falsas) fabricadas Los gobiernos, factores políticos criminales, empresarios (poder económico) entre otros en su estilo, son los mayores creadores de noticias falsas, porque su interés radica claramente en distorsionar nuestro entendimiento de eventos que el público no puede juzgar ni evaluar. He aquí uno de los ejemplos más notables de noticias falsas fue la información que el gobierno de EEUU suministró en 2003 para justificar la invasión de Irak. En una reunión del Consejo de Seguridad, el secretario de Estado Colin Powell hizo una larga presentación de supuestas pruebas para demostrar que el régimen de Sadam tenía armas de destrucción masiva que amenazaban la paz del mundo. La noticia era falsa, pero ayudó a justificar la invasión, y permitió que el resto del mundo se dejara engañar por el FBI y la CIA. Después de la guerra, en 2006, el presidente Bush admitió que "comprendía plenamente que la Inteligencia estaba equivocada y tan decepcionado como todos los demás" cuando las tropas estadounidenses no pudieron encontrar armas de destrucción masiva en Irak. Allí está el facsímil de Siria.

El concepto de noticias falsas tiene un significado específico en las agencias de inteligencia (la CIA, el FBI y la NSA) de EEUU. Para éstos la única verdadera información es la que ellos mismos han fabricado; todo lo demás es falso. La falsa noticia alcanza su punto de éxito cuando el público comienza a debatirla, aunque no haya evidencia de que sea auténtica. El acto de debate indica aceptación. Ahí es donde la responsabilidad de la prensa libre es primordial, pues sólo una prensa que verifique rigurosamente sus fuentes puede protegernos del efecto corrosivo de las falsas informaciones fabricadas. Aquéllos que controlan los órganos de internet y de la comunicación son quienes también pueden controlar nuestras ideas, regularmente alimentándonos con noticias falsas. El presidente George W. Bush explicó con franqueza cómo logró engañar al público para que aceptara su historia de las armas de destrucción masiva: "En mi línea de trabajo, tienes que seguir repitiendo las cosas una y otra vez para que la verdad penetre, en una especie de catapulta de la propaganda". La gente acabará creyendo lo que es fake. Noam Chomsky, dice: "En las sociedades democráticas, el Estado no puede controlar el comportamiento por la fuerza. Por lo tanto, tiene que controlar lo que piensas. Una de las maneras de controlar lo que la gente piensa es creando la ilusión de que hay un debate en curso, pero asegurándose de que el debate se mantiene dentro de márgenes muy estrechos". Todo el mundo pensará que tiene una libre elección, pero, de hecho, la selección ya se habrá hecho para ellos. Lo que parece ser cierto es falso, esto es, los falso positivos.

Otro escenario bélico es el denominado "guerra híbrida". A lo largo de la historia la guerra ha implicado el uso de fuerzas convencionales e irregulares que se coordinaban estratégicamente pero a menudo separadas geográficamente y no integradas operativamente. Sin embargo, la versatilidad y la simultaneidad de los actores propios de las amenazas contemporáneas, manifiesta de manera particular en un grado de sofisticación cada vez mayor en el empleo de la tecnología y en la combinación de las distintas variantes y tipos de guerra, plantean nuevos desafíos securitarios toda vez que pueden compensar o, en algunos casos, neutralizar la superioridad militar convencional de una gran potencia imperial.

La guerra híbrida le otorga un creciente peso relativo a las operaciones encubiertas. Es decir, a las que nadie reconoce como propias, porque la publicidad de estas acciones restaría legitimidad a los argumentos oficiales, que se refieren a nobles objetivos como promover la libertad y la democracia o atender crisis humanitarias.

En el libro Conflict in the 21st Century: The Rise of Hybrid Wars (2007), el teniente de marina Frank Hoffman, con larga experiencia en academias de Defensa norteamericanas, es uno de los primeros en conceptualizar la nueva doctrina. "Las amenazas híbridas incorporan una gama completa de modos diferentes de guerra que incluye capacidades convencionales, tácticas y formaciones irregulares, actos terroristas con violencia e intimidación indiscriminada, y desorden criminal. (…) Estas actividades multimodales pueden ser realizadas por unidades separadas o por la misma unidad, pero generalmente son dirigidas y coordinadas (…) para lograr efectos sinérgicos en las dimensiones física y sicológica del conflicto", sostiene el militar hoy retirado.

Esta descripción cuadra con la situación que se desarrolla en Venezuela desde finales de la década de los 90, y que tiene como momentos de máximo tensión en abril del año 2002 (golpe de Estado fallido) y al primer semestre de 2014 hasta la actualidad.

Guerra económica, desconocimiento de las instituciones y llamados a la insurrección, sicariatos y acciones paramilitares, atentados con explosivos, destrucción del transporte público, entre otros, son ejemplos de acciones políticas encaminadas al mismo objetivo, que se realizan con el ocultamiento -o la justificación- de los medios más poderosos del mundo.

Esa es la base sobre la que se montan las declaraciones político-diplomáticas y en un extremo, cuando ya sea evidente o no quede ninguna otra opción, la declaración de guerra, convencional o como "fuerza de paz y estabilización", que es lo mismo que la declaración de guerra pero con mejor cobertura, sobre todo si es asumida entre varias naciones y amparada por algún organismo multilateral.

En realidad el menú es más extenso de lo que se pueda imaginar, lo importante del tema de la guerra, es que su objetivo último es el dominio a costa de crímenes contra poblaciones civiles, y como punto final tenemos la guerra subsidiaria o guerra proxy (del inglés) que es un tipo de guerra que se produce cuando dos o más potencias utilizan a terceros como sustitutos, en vez de enfrentarse directamente. Tenemos el ejemplo más palpable del "Grupo de Lima" integrados por gobiernos títeres a los designios imperialista estadounidense para arremeter contra Venezuela.

Normalmente se prefiere utilizar a guerrillas, mercenarios, grupos terroristas, saboteadores o espías para golpear al oponente indirectamente. El objetivo es dañar, dislocar o debilitar a un Estado sin ir a un conflicto abierto.

Con frecuencia, las guerras subsidiarias se libran en el contexto de conflictos violentos o soterrados a gran escala. Hoy entre las guerras que se consideran que han tenido componente de subsidiariedad están las agresiones criminales contra Siria y Venezuela impulsadas por EEUU.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@hotmail.com

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