Malestar en la diplomacia estadounidense

La crisis múltiple que afecta al régimen de Donald Trump desde el día
de la llegada del multibillonario empresario inmobiliario al salón
oval de la Casa Blanca no ha perdonado al Departamento de Estado.
Un artículo del periodista Gardiner Harris, corresponsal del diario
The New York Times en la sede del gobierno estadounidense, en
Washington D.C., refleja la grave situación por la que atraviesa la
diplomacia de la superpotencia desde aquel día y cómo ésta tiende a
agravarse a tono con los vicios inherentes al trumpismo, aunque en
este caso sea Rex W. Tillerson, el Secretario de Estado, la primera
figura actuante.

El periodista califica de desfile de despidos y tempranos retiros lo
que ha estado ocurriendo en las filas superiores del State Department.
Cada oficina del Departamento ha sido convocada a contribuir al
objetivo en un esfuerzo por vaciar la cancillería como centro de la
intensa campaña a que ha convocado Tillerson.

El discreto optimismo que saludó la llegada de Rex Tillerson al cargo
de Secretario de Estado pronto tomó forma de preocupación por la
incomunicación entre el jefe y sus subordinados. A mediados de año, la
frecuencia con que el canciller reiteraba asuntos como la ineficiencia
y la necesidad de reorganizar la política exterior fue motivo, cada
vez mayor, para el enojo y la preocupación por la actuación de
Tillerson en el Departamento.

En la actualidad el distanciamiento se ha hecho público en la medida
que los diplomáticos separados o retirados de sus cargos divulgan sus
sentimientos y un número de congresistas comienza a interesarse por el
impacto de tales dimisiones en la política exterior.

En un reciente mensaje dirigido al canciller Rex Tillerson, los
miembros demócratas del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara
de Representantes mencionaban el "éxodo de más de 100 funcionarios
superiores del Departamento de Estado desde enero", y expresaban su
preocupación por lo que "parece ser un vaciado intencional de nuestras
filas diplomáticas".

Tillerson, ex alto ejecutivo del consorcio EXXON y partidario del
capitalismo fundamentalista, nunca se ha escondido para declarar que
el Departamento de Estado no es más que una burocracia inflada y que
él valora a la diplomacia cotidiana de Estados Unidos (que ahora él
encabeza) como un conjunto de funcionarios de bajo nivel y conducta
improductiva.

Aun antes de ser confirmado por el Senado el nombramiento de
Tillerson, su equipo de asistentes despidió a 6 altos funcionarios de
carrera del Departamento de Estado, incluyendo a algunos nombrados
durante gobiernos encabezados por presidentes republicanos. A ninguno
le fue comunicada la razón del despido.

El canciller Tillerson anunció una reorganización a realizarse en los
meses subsiguientes, subrayando que esa sería la acción más importante
que habría de llevar a cabo durante el ejercicio de su cargo. Para
ello contrató a dos compañías consultoras que encabezarían el
procedimiento.

Como quiera que él había anunciado antes de asumir las funciones de
Secretario de Estado que reduciría el presupuesto del Departamento en
un 31 %, muchos vieron la reorganización como una cortina de humo para
drásticos recortes.

Tillerson congeló todas las contrataciones y ofreció $25,000 de
recompensa a quienes presentaran sus renuncias, con el objetivo de
lograr que unos 2,000 diplomáticos de carrera y funcionarios públicos
dejasen sus cargos en octubre de 2018. Su reducido grupo de asistentes
ha logrado dejar sin asignación de misiones a algunos diplomáticos y
ha motivado a otros al retiro, fundamentalmente bloqueándoles la
asignación de las misiones a que aspiraban o denegándoles cualquier
otro trabajo.

Entre los despedidos sobresale la elevada proporción de diplomáticos
latinos y afroamericanos, así como de mujeres, perfiles que son de
suma importancia para mostrar la diversidad de géneros que siempre
resulta difícil lograr con cifras verídicas en EE.UU.

Gardiner Harris cita a Nancy McEldowney, diplomática de carrera y ex
embajadora jubilada en junio último tras 30 años como funcionaria del
servicio exterior estadounidense: "Hay un vacío en el Departamento de
Estado y los jóvenes que ahora desempeñan los altos cargos carecen de
la confiabilidad y credibilidad que confiere una nominación
presidencial y una confirmación senatorial".

Un reflejo de la orientación que se está aplicando en el Departamento
de Estado se observó durante la farsa contra Cuba de los ataques
sónicos (que nunca existieron y probablemente fueron resultado de una
iniciativa del senador Marco Rubio para promover su imagen como
probable futuro presidente republicano), uno de cuyos primeros efectos
fue la reducción del personal en la Embajada en La Habana hasta un
extremo que prácticamente imposibilitó las relaciones consulares entre
ambos lados del estrecho de Florida



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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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