Un cambio de gabinete para bien de la revolución

En Argentina Mauricio Macri solicitó la renuncia de su Ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat-Gay para crear dos ministerios distintos. En el primero colocó a Nicolás Dujovne y en el otro, Luis Caputo. Los dos involucrados en una operación financiera especulativa con el precio del dólar a futuro realizada en el gobierno de Cristina Kirchner, donde se ven involucrados estos dos personajes, Dujovne y Caputo. El cuento viene a colación por la claridad política de la derecha, al cambiar un ministro bueno por dos ministros mejores, es decir, un ministro malo por dos ministros más malos, dependiendo del lado del mundo donde te encuentres, lector, sí eres pobre y trabajador o si eres un ambicioso oportunista o petulante aspirante pequeño burgués.

Como vemos, el destino económico y social de Argentina está marcado por la voluntad del capitalismo, y en particular, de Los Estados Unidos. Será el imperio y el capitalismo quienes dispondrán de esa economía y de ese país en general. Todos los movimientos de cuadros en el gobierno de ese país serán para "mejorar" el desempeño financiero capitalista a favor del dólar y del control definitivo de su economía por parte del imperio del Norte. No habrá concesiones sociales ni políticas. Al contrario, se hará un gobierno cada vez más controlador, represor; más clasista.

Luego de la derrota de Cristina Kirchner, se quitaron la careta todos sus más oscuros asesores y todas las luchas sociales y políticas cazadas en el kirchnersmo serán ahora revertidas por lo insustancial de su base ideológica y política, lo cual redunda en lo económico. En su gobierno, Cristina tuvo como asesores a Niicolás Dujovne y al mismo Alfonso Prat-gay. Pero quizá, con un poco de más claridad política e ideológica, hubiese contado con gente menos técnica y más política comprometida con las causas sociales, para no hablar de socialismo.

Cuando veas la barbar de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo.

Es necesario que el presidente Nicolás Maduro cambie la dirección del gobierno, y por lógica plana, el gabinete. Hasta ahora se han hecho cambios dirigidos a favorecer políticas económicas liberales. Primero, movieron del gobierno los cuadros políticos más fieles a Chávez, como Giordani y Rafael Ramírez, quien llegó ser el Vicepresidente de Economía en el gobierno del comandante. Luego, una de tantas "crisis", colocaron comandando al equipo de economía a Luis Salas, quien sería un pequeño saludo a la bandera socialista, un técnico medio socialista, para que al ratico nombra a un empresario, sin mucho empacho para hacerlo, Miguel Pérez Abad. Luego se les ha dado la vuelta a todos en múltiples enroques, pero sin querer deshacerse de ninguno de ellos del todo.

Sin embargo, los inamovibles siempre han estado ahí, por ejemplo Merentes y sus asesores del Banco Central, los "franceses" que llama Giordani, más todos aquellos que están detrás de la administración de los Fondos de Inersiones, de exportación, de intercambios comercial, etc. Son esos "asesores", casi que anónimos, los que hasta ahora han gobernado este país desde la muerte de Chávez. El General Jacinto Pérez Arcay tiene Razón, "La crisis política del país deviene por falta de liderazgo".

Esta falta de liderazgo es una falta de cultura política, de convicciones políticas, de formación política teórica, de estudio. Lamentablemente el presidente Maduro puede tener buenas intenciones pero hasta ahora no se ha destacado como un líder verdadero. Un líder verdadero escucha, estudia y toma decisiones propias. Todo eso lo hace pero dentro de una burbuja llena de asesores petulantes y pícaros. Es dramático leer la casi que desesperada solicitud que le hace Julio Escalona al presidente Maduro (Año nuevo y quinta columna, UN, 27 de dic. 2016), arguyendo razones de dimensiones regional y hasta planetaria, para que rectifique su política económica de financiar al capitalismo y a los conspiradores de forma descarada o inconsciente.

La única explicación para esto está en los niveles de engaño, de ignorancia y de desatención a los asuntos serios del país, de los asuntos sociales reales, no los que les hacen ver y él quiere ver, les hacen creer, sentado en un escritorio, parado en una tarima, o rodando en una camioneta o en un autobús.

Tiene que cambiar el rumbo, el gobierno, el gabinete, pero para bien de la revolución socialista y no para beneficiar al mundo financiero capitalista, a los especuladores y ladrones capitalistas. La caída de Cristina fue una mala señal para Maduro y no prestó atención, pero ahora todo se ve más claro que el agua clara.

Los Dujovne, los Caputo, los Prat-Gay, de Cristina son los mismos Merentes y asesores, Rodolfo Medina del Rio (Más peligroso que el alacrán del cuento), Menéndez, Rodolfo Marcos Torres, Miguel Pérez Abad, Jesús Farías y el hermano, y sus respectivos asesores, que son mucho más peligrosos que ellos mismos. Porque ellos son la cara de la revolución y los otros realmente decide (con algunas peligrosas excepciones). Hay que cambiarlos a todos junto con el rumbo de la revolución, dar un auténtico golpe de timón hacia el socialismo. Hay que llamar a "capítulo" al vicepresidente Aristóbulo Isturis, a discutir el asunto económico (el Plan de la Patria original y decir dónde y cómo y por qué fue adulterado) con los políticos, CON POLÍTICOS del equipo original de Chávez y otros vinculados con la revolución socialista, críticos bienintencionados del gobierno y sus políticas desviadas hacia la tentación capitalista y las maneras capitalistas. Julio Escalona, Luis Britto García, etc., por ejemplo.

El rumbo de este desgobierno nos está llevando a un destino de violencia, pero sin que llevemos ninguna ventaja. Lo peor que puede pasar con un cambio de rumbo, una corrección hacia el socialismo junto con el apoyo del "pueblo en armas" es ganar la batalla a costa de muchos menos muertos y mucho menos violencia que la que generaría aplacar la ira de las masas, en estallido social sin dirección política alguna, sin moral; en otro 27 de febrero pero más brutal, nacional, más desesperado, donde perderemos todos, y TODO. La paz, sobre la base de la injusticia y la paciencia no es buena, es peligroso. Es como una mujer que engaña a su marido porque este es muy calmado, es tranquilo, es muy pendejo. Pero que cuando menos se lo espera, el pacifico hombrecito la asesina de un palazo en la cabeza, porque fue una pala lo primero que encontró a la mano cuando, confiada, regresaba de una rumba de madrugada. Lo mismo vale en el caso del hombre, para ser justos.

Maduro oiga las voces de quienes lo quieren y no de los que lo adulan, evitemos una "tragedia".

 

 



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Héctor Baiz

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