Descifrando a Trump

Como ya se conoce, el 8/11/2016 se realizaron las elecciones presidenciales en Estados Unidos, quedando electo el candidato del partido republicado Donald Trump, pese a que no obtuvo el respaldo popular (1), porque Hillary Clinton recibió 63.541.056 votos en comparación con los 61.864.015 logrados por él, pero sí el del Colegio Electoral (290 contra 228 y se necesitan 270 votos para ganar) y así se convertirá en el cuadragésimo quinto presidente de ese país.

En estas reflexiones haremos una aproximación a las razones de ese triunfo, a los intereses que representa Trump y las repercusiones para el resto del mundo.

Unas perogrulladas

1. En Estados Unidos, tanto en lo doméstico como allende sus fronteras,  mandan los “poderes fácticos”, que son los verdaderos diseñadores y estrategas de la política en ese país. Estos poderes lo integran: el complejo industrial militar, los lobbies, en particular el judío,, las transnacionales, los think tank, el Pentágono, la Casa Blanca, el Congreso, las sociedades secretas, los mainstream, en fin y en palabras del estudioso canadiense de las Relaciones Internacionales Robert Cox, serían algo así como una “constelación de fuerzas” que no se somete al escrutinio electoral del pueblo ni está legitimado ni busca la legitimidad, pero ejerce de facto (de hecho) el poder aunque no lo haga de iure (legalmente) ya que su mera existencia le hace ser determinante. Son los que realmente tienen los hilos del poder en ese país.

Más allá de las apariencias, de los estilos bonachones, con risitas incluidas o con expresiones de dureza sin empacho alguno, el presidente de Estados Unidos es quien garantiza que la clase dirigente se mantenga en el poder y, por esa razón, no es el pueblo sino esa clase quien elige al presidente. Este es simplemente un administrador de la cosa pública.

2. Muchos analistas, incluyendo a las encuestas y los grandes medios que construyen opinión pública en ese país y en el mundo, afirmaron que la victoria de Trump había sido una sorpresa. Nosotros, por el contrario, sostenemos que esa victoria no fue ninguna sorpresa, porque difícilmente pierda aquel candidato del partido que domina en ambas cámaras del congreso como en efecto hoy lo tiene el partido republicano, pero además, en ese país, por la política pendular que instauraron los “fundadores” del sistema político estadounidense, siempre gana el candidato de uno de estos dos partidos.

3. ¿Qué hará Donald Trump en Política Exterior? Sería lo mismo que preguntarse qué haría Hilary Clinton en Política Exterior? La respuesta se encuentra en la primera perogrullada, que constituye metodológicamente la variable independiente, pero muchos analistas, entre ellos Diana Johnstone,  dijeron que todo empeoraría con la Clinton por cuanto ella representaba “el partido de la guerra” mientras los guiños de Trump a Putin podían introducir cambios.

¿Por qué gano Donald Trump?

Donald Trump, un empresario sin experiencia política, racista, chauvinismo, nacionalista y misógino, ganó porque representó la rebelión de WASP, o sea, White Anglo-Saxons Protestants (Blancos anglosajones protestantes), que al principio significaba puritanos, pero con el paso del tiempo el concepto se amplió a todos los protestantes. Esta expresión fue acuñada en los años sesenta por el Sociólogo de Philadelphia,  E. Digby Baltzell.

Todos los presidentes de ese país se han declarado presbiteriano o lo han sido realmente. Sus excepciones lo han sido: el católico irlandés John F. Kennedy, quien buscó resolver pacíficamente el problema de la segregación racial y, como sabemos, fue asesinado el 22 de noviembre de 1963, y el negro kenyano Barack Obama, cuya elección, en el año 2008, abrió esperanzas para una política de integración racial, frustradas por los asesinatos que por motivos raciales pulularon por doquier en su gobierno.

Trump en una entrevista en abril de 2011 dijo que: "Soy protestante, soy presbiteriano. Y sabes que tengo una buena relación con la Iglesia desde hace años. Creo que la religión es algo maravilloso. Creo que mi religión es una religión maravillosa".

Este candidato republicano también ganó porque insurgió contra la deconstrucción de Estados Unidos y el auge de las identidades subnacionales y representó el rescate:

1. Del Credo americano, es decir, de los ideales de la dignidad esencial del ser humano individual, la igualdad fundamental entre todos los hombres, y ciertos derechos inalienables a la libertad, a la justicia  y a la igualdad de oportunidades (2).

La aprobación de la Ley de los Derechos Civiles de 1964 y la Ley de los Derechos del Voto de 1966 introdujo nuevos elementos a considerar, generándose desde entonces que los estadounidenses se encuentren divididos en torno a la cuestión de si Estados Unidos debería tener en cuenta la raza como factor o no y de si debería organizarse sobre una base de igualdad de derechos para todos o sobre una base de derechos especiales para grupos raciales, étnicos y culturales concretos. Como sabemos, durante más de doscientos años, la igualdad de derechos para toda las personas con independencia de su raza ha sido ignorado y pisoteado en la práctica en la sociedad, la política y el derecho estadounidenses.

2. Del idioma inglés, que ha visto mermado su presencia y, en muchos casos, ha quedado desterrado a una especie de limbo ante la presencia de otros idiomas, en particular el Español. Es la disputa que hoy se vive en la sociedad estadounidense entre el English Only (sólo inglés), el English First (inglés primero) contra el English Plus (inglés más).

3. De la Cultura Central. Es la disputa entre el multiculturalismo (vinculada principalmente, a grupos raciales que viene prácticamente desde la década de 1970) y la cultura angloprotestante dominante en Estados Unidos. Para Huntington: “El multiculturalismo es, en su esencia, civilización antieuropea” y parten de varias premisas: 1. EE.UU. está compuesto de múltiples grupos étnicos y raciales diferentes. 2. Que cada uno de esos grupos tienen su propia cultura característica. 3. Que la élite angloamericana blanca dominante en la sociedad estadounidense ha reprimido esas culturas y ha obligado o inducido a quienes pertenecen a otros grupos étnicos o raciales a aceptar la cultura angloprotestante de la élite. 4. La justicia, la igualdad y los derechos de esas minorías exigen que esas culturas sean liberadas (3).

Por tanto, Estados Unidos es y será un mosaico, una mescolanza o, incluso, “un ensalada revuelta” y más nunca podrá convertir en realidad la metáfora del melting pot-“crisol” (fusión de distintas identidades culturales para formar una nueva) o “sopa de tomate” (las aportaciones culturales de las oleadas de inmigrantes representan las nuevas especies que sazonan de manera distinta un plato cuyo elemento esencial no cambia), es decir, de una cultura nacional dominante. 

En resumen, el triunfo del candidato republicano constituye ni más ni menos que la respuesta de los WASP a los desafíos deconstruccionistas al Credo, a la primacía del inglés y a la cultura central estadounidense, que está poniendo en riesgo la seguridad de ese país en la medida en que es una amenaza societal (4).

¿Quienes votaron por Donald Trump?

Un 53% de votantes masculinos optaron por el presidente electo frente a un 41% que lo hizo por Hillary Clinton. Mientras, entre las mujeres, el 54% se inclinaron por la candidata demócrata y el 42%, por el republicano.

El 53% de las personas mayores de 65 años eligió al republicano Trump frente a un 45% que se decantó por Clinton.

La victoria electoral de Trump fue en gran parte gracias a su éxito entre a votantes blancos. Un 58% lo apoyó contra un 37% que eligió a la demócrata. Los votantes blancos representaron el 70% del electorado en las elecciones de este año.

Por el contrario, el presidente electo entre la comunidad negra solo obtuvo 8% de los votantes, frente un 88% que se decantó por Clinton.

Desde los que profesan la religión, Trump obtuvo el 81% de los votos de los cristianos evangélicos blancos y el 60% de los católicos blancos, según el Instituto Pew.

¿Qué representa Donald Trump?

En la mitología romana se habla de Janus, el Dios latino de los dos rostros. En el caso que nos toca analizar, Donald Trump será un Janus, un presidente bifronte, de dos caras, porque lidiará y balanceará los intereses domésticos con el frente de las presiones internacionales en simultáneo (Dixit Trump: “Los problemas a los que nos enfrentamos hoy: pobreza y violencia en casa, guerra y destrucción fuera”) para alcanzar los objetivos del interés nacional de los Estados Unidos, como lo han hecho todos los presidentes de ese país, pero con las siguientes características:

Proteccionista

Desde la Segunda Guerra Mundial, Washington encabezó e hizo cumplir un orden basado en el libre comercio y la integración económica global. Trump dice que desmantelará los tratados de libre comercio y castigará a las empresas estadounidenses que inviertan en fábricas en el extranjero e impondrá el mercantilismo y el nacionalismo económico a ultranza, lo que según él, generará empleo y prosperidad para los estadounidenses.

Calificó el Tratado Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) como un desastre para los intereses estadounidenses, porque “no sólo va a destruir nuestro sector manufacturero, sino que subordinará Estados Unidos a las decisiones de gobiernos extranjeros”: Dijo que nunca firmará “ningún acuerdo comercial que perjudique a nuestros trabajadores, o que menoscabe nuestra libertad e independencia y se pronunció por “llegar a acuerdos individuales con los diferentes países. No vamos a entrar en esos acuerdos masivos con muchos países, que tienen miles de páginas, y que nadie en nuestro país siquiera lee o entiende”, todo ello para atraer nuevos puestos de empleo para los trabajadores radicados a lo largo y ancho de los EEUU.

También mencionó que corregirá “todas las contravenciones comerciales, incluso mediante el uso de impuestos y aranceles, contra cualquier país que haga trampa. Esto incluye detener el robo escandaloso por parte de China de propiedad intelectual, junto con su dumping ilegal de productos, y su devastadora manipulación de la moneda”.

Lo anterior “incluye la renegociación del TLCAN para conseguir una oferta mucho mejor para Estados Unidos, y nos marcharemos si no conseguimos el trato que queremos”.

Si eso se concreta posiblemente disminuirá el comercio y la actividad económica en el resto del mundo. En este sentido debe recordarse que la última vez que Estados Unidos y las demás potencias mundiales adoptaron un esquema proteccionista semejante se experimentó en el mundo la crisis o depresión de 1929-33.

Nacionalista y antiglobalizador

Donald Trump triunfó con un discurso nacionalista y agresivo, de fuertes connotaciones raciales y chauvinista, y compartido intensamente tanto por las bases blancas del partido republicano como por un sector importante del partido demócrata, así como por ciudadanos votantes independientes. Fue un candidato nacionalista que demolió las bases ideológicas y prácticas, tanto de la sociedad cosmopolita demócrata (5) como del imperialismo del partido republicano (6).

Trump explicó con éxito a sus votantes porqué la globalización y dentro de ésta, la inmigración masiva, ha resultado un rotundo fracaso para la enorme mayoría que conforma la clase media y la clase trabajadora en los Estados Unidos. La clase media perdió una enorme cantidad de puestos de trabajo, y su ingreso real se redujo drásticamente en comparación con los ingresos de la elite. Hoy día la sociedad estadounidense es muchísimo más desigual e injusta que hace treinta años atrás (7).

Al mismo tiempo, se mostró “contrario” a la vía imperialista desarrollada en los últimos dos décadas, en particular en los dos períodos de Barack Obama, sobre todo por sus nefastos resultados para la “grandeza americana”.

Donald Trump se declara un antiglobalizador, no al estilo de los antiglobalizadores de izquierda o del mundo progresista, sino un antiglobalizador de derecha. Ojo: ese parece ser el “fenómeno” que está prevaleciendo en casi todos los países de la Unión Europa. Personifica el rechazo a la globalización, y su propuesta de levantar un muro en la frontera con México se ha vuelto un símbolo de este fenómeno.

Los votantes clásicos, la clase media blanca, son los que sufren los efectos de la globalización y de la competencia por los salarios más bajos.

Trump frente al mundo: ¿Un aislacionista?

Donald Trump dedicó su campaña electoral a resaltar los grandes problemas que existen en la sociedad estadounidense y en ese sentido siempre privilegió el frente doméstico como quedó reflejado en el discurso pronunciado en la Convención Republicana el jueves 21 de julio de 2016, pero sin embargo, dejó algunas pinceladas en materia de política exterior (8).

América es mucho menos segura -y el mundo mucho menos estable- desde que Obama decidió poner a Hillary Clinton al cargo de la política exterior americana y los estadounidenses estarán de nuevo en primer lugar: vamos a vencer a los bárbaros de ISIS, y lo haremos rápidamente… En 2009, antes de Hillary, el ISIS ni siquiera estaba en el mapa. Libia estaba estable. Egipto era pacifico. En Irak se estaba reduciendo mucho la violencia. Irán estaba siendo sacudido por las sanciones. Siria estaba bastante bajo control…Tras cuatro años de Hillary Clinton, ¿qué tenemos? El ISIS se ha extendido por la región y por el mundo entero. Libia está en ruinas. Egipto se ha entregado a los radicales Hermanos Musulmanes, forzando a los militares a retomar el control. Irak es el caos. Irán se dirige hacia las armas nucleares. Siria está envuelta en una guerra civil y en una crisis de refugiados que ahora amenaza al Oeste…Después de 15 años de guerras en Oriente Medio, billones de dólares gastados y miles de vidas perdidas, la situación es peor que lo que había sido nunca hasta ahora.

 

Su consigna de campaña fue: “Make America Great Again” (hagamos a Estados Unidos grande de nuevo).

Prometió construir un gran muro en la frontera con México y obligar a este país a pagarlo. También habló al inicio de su campaña de deportar a 11 millones de inmigrares indocumentados que viven en EE.UU., en su mayoría provenientes del sur del río Bravo, decisión que impactaría directamente en la economía de América Latina (9). Además, se pronunció contra el Tratado de Libre Comercio (TLCAN) de EE.UU. con Canadá y México y habló de imponer un arancel de 35% para importaciones desde el vecino del sur, lo cual produciría un impacto enorme en la economía de este último país.

A raíz de la muerte del Comandante Fidel Castro, Donald Trump dijo lo siguiente:

Hoy, el mundo marca el fallecimiento de un brutal dictador que oprimió a su propio pueblo por cerca de seis décadas. El legado de Fidel Castro es uno de escuadrones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales.

Mientras Cuba sigue siendo una isla totalitaria, es mi deseo que este día signifique alejarse de los horrores que han durado demasiado, e ir hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano finalmente viva en la libertad que tanto merece.

Aunque las tragedias, muertes y dolor causados por Fidel Castro no puedan ser borrados, nuestro gobierno hará todo lo posible porque el pueblo cubano pueda finalmente iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad. Me uno a los cubanoestadounidenses que me respaldaron durante la campaña presidencial, incluyendo la Asociación de Veteranos Brigada 2506 que me dio su apoyo, con la esperanza de que un día pronto veamos una Cuba libre.

 

Esas brutales expresiones dejan a las claras que el lobby americano-mayamero está actuando para lograr que los avances alcanzados en las relaciones bilaterales entre Estados Unido y Cuba sean revertidos una vez que el nuevo presidente tome posesión del cargo, aunque no es descartable pensar que como propietario de capital, Donald Trump y sus empresas, terminen subordinando esos aspectos políticos-ideológicos al gran negocio que significa esas relaciones con la isla.

Al respecto, es bueno recordar que en su libro La riqueza de las naciones, Adam Smith, sostiene que “El propietario de tierra es, necesariamente, un ciudadano de un país concreto donde se ubica su finca. El propietario de capital es un ciudadano del mundo y no está necesariamente atado a ningún país” (Huntington. Ob. cit., 309). Como sabemos, Trump es un empresario que podría aplicar muy bien aquella máxima de que bussines is bussines, esto es, los negocios son los negocios y por eso afirmó: “Nadie conoce el sistema mejor que yo, por eso soy el único que puede arreglarlo”.

Después de 15 años de intervenciones militares estadunidenses en el exterior, Donald Trump levanta las banderas del aislacionismo al enarbolar el America First, lema que utilizó el aviador Charles Lindbergh en los 40 en su cruzada aislacionista por mantener a Estados Unidos fuera de la II Guerra Mundial.

Pero digamos que desde el mismo comienzo de su existencia Estados Unidos aplicó una política aislacionista en los comienzos de su construcción nacional, adoptando un proteccionismo en materia comercial y una autonomía heterodoxa respecto de Gran Bretaña, la metrópoli, aprovechando al máximo las debilidades de las potencias europeas, a fin de encontrar un camino autónomo, tal y como lo analiza el escritor argentino Marcelo Gullo (10).

El aislacionismo fue una etapa prevaleciente en la Política Exterior de ese país hasta 1899 con la guerra hispano-estadounidense o hasta1902 con el Corolario Roosevelt o en última instancia hasta finales de la II Guerra Mundial. Pero en todo caso recordemos que esa etapa (aislacionista) significó una de las más agresivas de ese país. Sólo dos evidencias: En 1846, Estados Unidos fomentó la creación de la República de Texas en un territorio que cubría parte de otro Estado: Coahuila, Tamaulipas, Chihuahua y Nuevo México. México en su defensa, protestó y solicitó unas compensaciones, lo cual sirvió como casus belli o “excusa perfecta” para que el presidente James Knox Poll declarara la guerra y se produjera la invasión de México por el norte y la ocupación de la ciudad de México. Situación que produjo la capitulación de este país y con los tratados Guadalupe Hidalgo, se le obligó a reconocer la independencia de Texas. Se fijó la frontera en el Río Bravo y México perdió algo así como 55%.

Cuando el pueblo cubano luchaba por su independencia, estalló la Guerra Hispanoamericana (1898) que aprovechó Estados Unidos para no sólo derrotar a la maltrecha España sino para apoderarse de sus colonias: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. A Cuba se le concedió la independencia pero le agregaron en la nueva constitución un apéndice, la Enmienda Platt, que limitaba la autonomía cubana, le daba carta aval a los Estados Unidos para intervenir en la isla y la obligaba además a realizar concesiones de tipo comercial, territorial y económico.

Como se sabe, Estados Unidos ha afrontado con éxito grandes retos en el pasado. Salió airoso de la guerra civil del siglo XIX, casi sin destrucción alguna en las dos guerras mundiales y logró derrotar a la Unión Soviética y al “campo socialista”, pero ahora este reto es distinto, porque se enfrenta a un mundo complejo, interdependiente, en pleno tránsito hacia el multilateralismo, sobre todo en el terreno económico. China y Rusia como potencias son una realidad que los “poderes fácticos” de EE.UU no pueden ignorar, además de no disponer de las palancas y resortes para actuar en el mundo como antes lo hacía.

Al mundo entero le aguardan también días complejos. Se acostumbró por décadas, por gusto, necesidad o imposición, a marchar al ritmo que imponía Estados Unidos y a buscar moldear sus instituciones a imagen y semejanza de Washington. Pero hoy la situación ya no es la misma y buena parte del planeta encuentra irreconocible esa imagen de Estados Unidos. Parecen avecinarse grandes sorpresas y las disyuntivas son: Estados Unidos se transforma en el mundo (la visión globalizadora); el mundo se transforma en Estados Unidos (la visión imperialista) y Estados Unidos sigue siendo Estados Unidos (tal como lo crearon los padres fundadores en el siglo XVIII  y lo asume Donald Trump).

En todo caso y para que no se olvide, habría que repetir con el historiador estadounidense Max Lerner que: "Toda la historia norteamericana, está marcada por una perpetua tendencia a la expansión: sed de tierras, sed de poder, sed de novedad, sed de grandeza".

Referencias

1. Esta situación donde el voto popular no decide la elección de un Presidente en Estados Unidos no es nueva. En 1824 Andrew Jackson obtuvo la mayoría de votos pero la Cámara de Representantes decidió a favor de John Quincy Adams, que se convirtió así en el sexto Presidente. En 1876 Rutherford Hayes perdió el voto popular ante Samuel J. Tilden pero el colegio electoral lo escogió como Presidente. En 1888 Benjamin Harrison del partido republicano fue elegido por el Colegio Electoral y de esa manera frustró la reelección del Presidente demócrata Grover Cleveland, quien ganó el voto popular. George W Bush en el 2000 perdió por 500 mil votos ante Al Gore y ahora le ocurrió a Donald Trump que perdió por más de un millón de votos ante Hillary Clinton.

2. Huntington, Samuel (2004) ¿Quiénes Somos? Los desafíos a la identidad nacional de estadounidense: Editorial  Planeta, Colombia S.A... En la página 92 y 93 detalla lo que denomina el “Credo Americano”, que según él, fue popularizado por Gunnar  Myrdal en 1944 en su obra The American Dilemma.

3. Ibid, 204-205.

4. La seguridad nacional implica existencia y defensa de la soberanía, independencia, autodeterminación frente al ataque militar y al dominio político de otro Estado, mientras que la seguridad societal, en los términos de la “escuela de Copenhague”, hace alusión al credo, la idiosincrasia, los valores, el idioma, la cultura y en fin, la identidad nacional.

5. Huntington en el texto citado señala que elementos de este modelo cosmopolita están referidos a la postura de la elite estadounidense que aboga para que Estados Unidos se abra al mundo, incluso desde el punto de vista cultural y asuma un sistema valórico multiétnico, multirracial y multicultural. De allí que se deben eliminar todas las barreras que existen para el libre flujo de capitales, tecnología y mano de obra. Las barreras a la libre circulación de estos tres factores de la producción debían, por lo tanto, ser eliminados.  Para lograr esto, debían desmontarse todas las políticas proteccionistas implementadas en los últimos 50 años y que impedían el desarrollo del comercio mundial.

6. Fue ideado por elementos neoconservadores del partido republicano después de la caída de la Unión Soviética a principio de los años 90 del siglo XX y plantea que todo el mundo debe globalizarse bajo el modelo capitalista y tener valores similares a los de Estados Unidos. Si otros pueblos aceptan la dominación estadounidense en forma pacífica, esto está muy bien. Pero si no la aceptan, estos valores deben ser impuestos por la fuerza. Se señala que los Estados Unidos tienen el suficiente poder militar y económico para transformarse en un  Estado imperial, y de esta forma, “civilizar” el resto del mundo.

7. Stiglitz, Joseph (2013). El precio de la desigualdad. El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita. Prisa Ediciones, Venezuela. Allí trata muy bien la desigualdad que se ha desarrollado en la sociedad estadounidense afirmando que “el 1% de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida” a costa del otro 99%.

8. Entre los consejeros de Trump anunciados hasta ahora se encuentran: integristas, cristianos, militaristas, aislacionistas.

9. Según el Banco Interamericano de Desarrollo América Latina recibe cada año más de US$65.000 millones de remesas enviadas por inmigrantes desde EE.UU.

10. Se pueden consultar de este autor los textos: Insubordinación y Desarrollo. La claves del éxito y el fracaso de las naciones (2012), y La Insubordinación Fundante. Breve historia de la construcción del poder de las naciones. (2014), ambos de la Editorial Biblos, Argentina

 

*Sociólogo, doctor en Ciencias Sociales, profesor titular, jubilado, ex-director de la Escuela Internacionales de la UCV. Ha sido Profesor de Postgrado en la UCV, en el Instituto Pedro Gual y en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela.

 

 



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Franklin González

Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Sociólogo, Profesor Titular, Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Altos Estudios ?Pedro Gual? del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

 framongonzalez@gmail.com

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