La furia francesa explota con ecos del 68

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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La policía chocando contra los trabajadores en huelga, los estudiantes cerrando las universidades, gases lacrimógenos y automóviles incendiados en las calles –los disturbios de la semana pasada en Francia evocaron recuerdos del Mayo de 1968 año tumultuoso cuando las masivas protestas amenazaron con derrocar al gobierno francés de la época.

El clamor popular de la semana pasada http://news.yahoo.com-french-youthsscuffle-police-labour-reform-protest-170130888_html en Francia devino en feas escenas en varias ciudades con protestas extendiéndose a través del país, partiendo desde la capital, París. El público francés está furioso. Y tiene mucha razón para estarlo.

El clamor que se fue incubando a través de varios meses se debe al proyecto del gobierno de revisar todas las leyes laborales del país. La intención fundamental es la modificación de todas las leyes con el objeto que las empresas privadas, las compañías, contraten más trabajadores --¡facilitándoles también el despido de los trabajadores.

Si esto suena contradictorio, entonces se trata de un perfecto ejemplo del carácter del actual gobierno francés. El presidente Francois Hollande y su gobernante Partido Socialista, dirigido por el Primer Ministro, Manuel Valls, sostienen, a riesgo de parecer redundantes, que son "socialistas".

Sin embargo, el supuesto gobierno socialista francés se está embarcando en un brutal proyecto para destrozar los derechos de los trabajadores por cuenta del empresariado capitalista.

Esta semana el premier francés presentó sus denominadas "reformas laborales" a representantes del empresariado y a los poderosos sindicatos franceses. Ninguno resultó complacido, con las agrupaciones empresariales burlándose que el gobierno había cedido ante las protestas contra sus muy publicitadas reformas en tanto los sindicatos sostenían que los cambios propuestos significaban un inaceptable asalto contra los trabajadores.

Se informa que los estudiantes y los obreros siguen adelante con protestas aún más grandes y mayores manifestaciones en todo el país http://www.dw.com/en/french-government-braces-for-more-street-protests-despite-amended-labor-bill/a-19120856?maca=en-newsletter_en_Newsline-2356-html-newsletter planificadas para las próximas semanas. Pareciera que el gobierno de Valls ha encendido una hoguera que ya no podrá apagar.

El ministro de economía de Valls, Emmanuel Macron, es la personificación de la ampliamente percibida traición del gobierno francés a los ojos del miembro socialista común y más allá, del público en general. http://www.france24.com/en/20160301-france-socialists-primaries-francois-hollande-valls-macron-2017-elections Informaciones describen a la estrella en ascenso de 38 años como una "toxina" por parte de muchos ciudadanos comunes franceses. Macron es un ex banquero inversionista que trabajó para la empresa Rothschild antes de ser reclutado por el gobierno. Justamente, eso es. A un banquero inversionista de una de las mayores corporaciones capitalistas del mundo, se le confía abiertamente el portafolio del ministerio de economía de un gobierno socialista. ¡Qué tal¡ Surge de inmediato el conflicto de intereses. En el resumen ministerial de Macron se plantea "reformas laborales pro empresariales". Dirigiéndose a la cumbre de Davos celebrada a comienzos de este año –charla de confabulación anual de capitalistas globales—Macron dijo a su audiencia que las recrecidas leyes laborales francesas serían minimizadas. Macron particularmente se burló del límite reglamentario de la semana laboral de 35 horas, prometiendo que ahora la gerencia de las empresas en adelante serían autorizadas para establecer sus propios límites.

Macron también se refirió a destrozar otros "techos de vidrio" tales como las normas relativamente estrictas contra el despido de trabajadores y las onerosas compensaciones financieras para los empleados que denuncien haber sido injustamente despedidos por sus jefes. Otro blanco de ataque de Macron es para deshacerse de las negociaciones colectivas por parte de los sindicatos y permitir a las compañías negociar las condiciones de pago individualmente con el trabajador.

Desde el punto de vista de los capitalistas, punto de vista que evidentemente es compartido por el premier Valls y su ministro de economía –la raíz del problema del lento crecimiento de la economía de Francia y del alto nivel de desempleo, es que los trabajadores tienen demasiados derechos. Al facilitarle a las empresas privadas el despido de trabajadores o permitirle a los empleadores la prolongación de las horas de trabajo –según el argumento de ellos—los empleadores se inclinarían tomar más personal, lo cual se supone que redundaría en un más alto crecimiento macro económico para el país.

Francia desea adoptar el modelo anglo-norteamericano. Gran Bretaña y Estados Unidos parecieran tener un mejor desempeño económico y menores índices oficiales de desempleo. La tasa de desempleo en Estados Unidos fluctúa alrededor del 5 por ciento, en cambio la cifra de desempleo en Francia gira alrededor del 10 por ciento con una tasa creciente entre los jóvenes de alrededor del 25 por ciento. Pero en Gran Bretaña y Estados Unidos los trabajadores están notoriamente forzados por semanas laborales mucho más largas que llegan hasta las sesenta horas. Los trabajadores norteamericanos también sufren lo que llaman "pobreza con trabajo" debido a los bajos salarios con menos protecciones legales contra los patrones tipo "contrato y despido" y "contrataciones sin horario de trabajo estipulado".

En otras palabras, Gran Bretaña y Estados Unidos son los modelos más brutalmente capitalistas donde los trabajadores son meros insumos para la obtención de ganancias y son desechados toda vez que no se les necesite. Gran Bretaña y Estados Unidos podrían ser requeridos como destino de migrantes que están desesperados por cualquier nivel de ingresos. Pero desde el punto de vista humano eso no se puede aceptar.

Lo que tenemos aquí son cuestiones fundamentales en torno a la ideología y la moral. ¿Son los trabajadores y los derechos que ellos han ganado a través de siglos de luchas reivindicativas para ser desechados como si se tratara de una propiedad personal?

En comparación con el modelo anglo-norteamericano, el modelo francés es relativamente de una cultura más civilizada y podría considerársele como una virtud que debiera ser defendida incondicionalmente y no sacrificada en el altar de la insaciable sed de ganancias.

Otra diferencia ideológica fundamental es que el gobierno francés está siguiendo el prejuicio oficial inglés y norteamericano que los trabajadores como chivos expiatorios son los responsables del bajo crecimiento económico. Dentro de esta lógica, el crecimiento económico solamente puede ser resuelto haciendo que los obreros trabajen más duro y por más tiempo. Hacer sentir a los trabajadores una mayor inseguridad, hará que trabajen más duro y en consecuencia las ganancias de los patronos serán más altas.

Se trata de una falacia. Para no decir inmoralidad, la manera de ver las condiciones económicas contemporáneas. Desde el crash económico global del 2008 es necesario entender es que el problema del bajo crecimiento en Francia y Europa y en el aparentemente mayor crecimiento en Gran Bretaña y Estados Unidos no es realmente un problema de la productividad de los trabajadores. Se trata de un problema mucho mayor cual es la fundamental descomposición histórica del sistema capitalista. Esto es reflejado por los altos niveles de desigualdad entre una pequeña elite y la inmensa mayoría de la sociedad. La pobreza crónica y los salarios reprimidos es la razón por qué el crecimiento y el consumo están estancados. Es necesario abolir la sistemática injusticia, no solamente morigerarla.

El gobierno francés al igual que muchos otros en países occidentales se ha convertido en un cabildero para los capitalistas y su oligarquía financiera. Rescates financieros para los banqueros y sus patronos y solo miseria para las grandes masas. Lo que los gobiernos debieran estar haciendo es defender los derechos de las vastas mayorías y promover una agenda que redistribuya justicia radicalmente en forma de mayores impuestos a las corporaciones y a los ricos además de poner a los bancos bajo el control público. Es decir, se necesita el socialismo y no más del cruel capitalismo.

Pareciera que la a población francesa en general finalmente se le ha agotado la tolerancia hacia el gobierno pseudo socialista de París. De manera descarada este gobierno está atacando los derechos fundamentales y con tonos de marcación de burlesca urbanidad tales como poner fin a la semana laboral de 35 horas. Resulta verdaderamente Orwelliano cuando una cota de referencia básica de decencia humana es alegremente despreciada por aquellos que sostienen "estar al servicio del pueblo".

En una sociedad más racional ¿Por qué no debería la semana laboral de los trabajadores ser reducida a 25 horas y dejar que las compañías tomen más personal para mantener la producción? Por supuesto que esto reduciría las ganancias y los ricos dividendos de los directores. Entonces podríamos decir, bueno mala suerte, dejen que los explotadores asuman el recorte. Mejor aún, dejen que los obreros y el público asuman la propiedad de las compañías y de los bancos.

La ironía en la política francesa es que Manuel Valls y su gobierno capitalista de facto están histéricos por el crecimiento popular del Frente Nacional de Marine Le Pen. Valls y otros en la pseudo izquierda menosprecian al partido de Le Pen por racista, extremista e incluso fascista. Es discutible que el Frente Nacional haya ganado apoyo popular como también otros partidos similares a través de Europa, precisamente debido a la creciente inseguridad económica entre los trabajadores y la sociedad en general. Esa inseguridad a su vez alimenta la hostilidad hacia los inmigrantes en algunos sectores que ven sus condiciones de vida amenazada por extranjeros.

Resulta irónico que la más grande agencia de reclutamiento para el Frente Nacional en Francia es el gobierno pseudo socialista de Manuel Valls y su presidente Francois Hollande. Este par de charlatanes está no solo atacando a los trabajadores por cuenta de las ganancias privadas, está también alimentando el conflicto social, la descomposición, el odio y la xenofobia en su peor manifestación: el fascismo.

El peligro de un estado fascista no es una exageración. Las leyes de emergencia en Francia aplicadas luego de los ataques terroristas del mes de noviembre pasado en París, prohíben todas las manifestaciones públicas –para preservar la "seguridad nacional". Como las protestas públicas de las semanas venideras enfrentan justa y legítimamente el ataque del gobierno francés contra los trabajadores, es solo cuestión de tiempo para que los escuadrones de la policía anti motines empiecen a aplicar detenciones masivas de estos mismos manifestantes con el pretexto que ellos están amenazando la seguridad nacional.

Esto plantea un escenario nefasto nada inconcebible. Los trabajadores franceses y los estudiantes reprimidos a palos en las calles por la policía armada y arrojados a la cárcel sin un debido proceso legal debido a que ellos se oponen a un gobierno autoritario que hace trizas sus derechos legales. Con razón están en el aire los ecos del Mayo Francés del 68.

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Finian Cunningham

Analista internacional


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