Siguen las trampas santistas contra la paz. Con actos unilaterales el Jefe de la Casa de Nariño y su rosca politiquera del poder legislativo nos quieren imponer un plebiscito enmermelado, cargado de clientelismo, corrupción y compra venta de votos y conciencia. Es la vieja democracia neoliberal disfrazada con demagogia y mentiras.
La verdadera alternativa para refrendar los acuerdos de paz es la Asamblea Constituyente popular y soberana.
La mermelada clientelar se la inventó el actual Presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverri, una ficha goda del pastranismo caguanero, cuando era Ministro de Hacienda del primer gobierno de Juan Manuel Santos, a raíz del cambio en el régimen de regalías petroleras entregadas a las regiones y municipios (2010).
Lo que en apariencia era una idea aceptable, pues planteaba distribuir mejor las participaciones fiscales del Estado en la explotación y comercio de los hidrocarburos, conocidas como regalías petroleras, mutó hacia otro canal más de despojo del Estado por parte de la voraz y corrupta clase política santista.
Doy un ejemplo. Prácticamente todas las regalías petroleras que le han correspondido en estos años (2011-2015) al departamento del Cauca, uno de los más pobres del país, han parado en los bolsillos del actual Presidente del Congreso, el senador liberal Luis Fernando Velasco, y los miembros de su rosca politiquera que saquea las arcas departamentales y municipales de dicha región. Temistocles Ortega, el actual gobernador, sale del cargo convertido en un oligarca multimillonario de nuevo cuño gracias al control de las regalías de los hidrocarburos. Lo veremos hasta de candidato presidencial en los meses siguientes, pues el negocio es redondo, aun si no se alcanza el cargo pretendido.
En los mismos términos procederá Velasco quien eligió como gobernador a uno de sus áulicos patojos.
La práctica de la mermelada, que ha probado ser una excelente ruta de encumbramiento social y económico de los grandes gamonales del régimen oligárquico, se ha colado en el proceso de paz por cuenta de los procedimientos unilaterales implementados recientemente por el Jefe de la Casa de Nariño para sacar ventaja e imponer su paz neoliberal y pro imperialista en la Mesa de diálogos de La Habana.
Exultante, la clase politiquera del Congreso, hecho mano de la ocasión brindada por el trámite de un Acto legislativo que captura para sus perversos fines el promisorio proceso de paz que se adelanta en La Habana entre las Farc y el gobierno, el cual debe llevar a la construcción de una nueva institucionalidad mediante una Asamblea constituyente popular y soberana.
Con ese Acto legislativo en trámite para crear una Comisión legislativa especial y otorgar facultades al señor Santos, los grandes caciques del clientelismo meten baza para blindar sus poderes y patrimonios regionales y sectoriales ante los cambios estructurales que traerá la paz con justicia social.
Lo han hecho a través de la figura de un plebiscito tramposo y corrupto que será movido mediante el recurso de la mermelada presupuestal de las regalías y la contratación de las dobles calzadas, focalizadas en el apalancamiento, por lo demás, de la candidatura presidencial del ultraderechista vicepresidente de la república, German Vargas Lleras, el mas prominente enemigo agazapado de la paz en los actuales momentos.
El plebiscito orquestado por Santos y sus socios de la politiquería legislativa no es más que una versión degradada de los inocuos mecanismos de participación de la democracia neoliberal establecida en la Constitución de 1991.
El plebiscito santista de la paz neoliberal será otro vulgar festín de la compra venta de conciencias, de votos y de ciudadanos, que caracteriza el sistema electoral colombiano como se pudo observar en las pasadas elecciones locales del 25 de octubre.
Frente a semejante impudicia, brilla, nuevamente, la iniciativa de la delegación plenipotenciaria de la insurgencia revolucionaria de convocar una Asamblea Constituyente popular y soberana por la paz en la que estén representados los obreros, los maestros, los campesinos, las mujeres, los jóvenes, los soldados, los intelectuales, los indígenas, los afros y los guerrilleros, comprometidos en la tarea de sentar unas bases sólidas de la Nueva Colombia en paz.
El plebiscito enmermelado de Santos huele a clientelismo, a corruptela y a la democracia de los ricos y poderosos que pretenden impedir los cambios radicales que la nación demanda a gritos con la construccion de la paz.
Como dice Francisco Tolosa, nos vemos en la Constituyente.
Asi será!!!!.