Ha triunfado Juan Manuel Santos en las votaciones para escoger el Presidente de Colombia para el periodo 2014-2018. Ha sido derrotada la ultraderecha fascista representada por el señor Zuluaga, el candidato de la parapolitica uribista. Viene la paz.
Después de una muy reñida y cruda batalla electoral entre la paz y la guerra, ha triunfado el Presidente Juan Manuel Santos para otro periodo presidencial de 4 años, entre el 2014 y el 2018. Santos ha tomado una ventaja de casi un millón de votos.
El candidato de la ultraderecha fascista, Zuluaga y su principal palanca, el señor Uribe Vélez, realizaron una campaña agresiva y amenazante, con la participación a su favor de grupos paramilitares y de miembros activos del Ejército, la policía y cuerpos de espionaje del Estado, que orquestaron la más brutal propaganda contra el proceso de paz que se adelanta en la actualidad en La Habana entre el gobierno y las Farc para poner fin a la guerra civil nacional.
Un triunfo de Uribe/Zuluaga implicaba el regreso a los 8 años (2002-2008) de dictadura paramilitar con atropellos, asesinatos, persecuciones, chuzadas telefónicas, corrupción descontrolada, desplazados, despojos y montajes como el que se me hizo desde la Secretaria General de la Presidencia por parte de Bernardo Moreno en contubernio con fuerzas oscuras de la Fiscalía y del narcotráfico del Eje cafetero, para encarcelarme en La Modelo de Bogotá, durante 24 meses.
La candidatura del Presidente Santos adquirió un perfil alternativo con el apoyo de la Izquierda democrática y del movimiento social, que entendió el desafío planteado por los grupos más retardatarios y violentos de la sociedad tradicional en la que están agrupados sectores sociales de grandes terratenientes, latifundistas y ganaderos violentos.
Fue derrotado el militarismo violento que involucro a generales y altos oficiales de las Fuerzas Armadas, comprometidos abiertamente en el sabotaje a la estrategia de paz y reconciliación que adelanta el Presidente Santos.
Santos tiene enormes retos para terminar el conflicto y la construcción de la paz; con la protección del medio ambiente ante la agresividad del modelo minero; y con la justicia y la equidad social para que el crecimiento económico favorezca a los más débiles de la sociedad.
El movimiento social debe profundizar su unidad y lucha por hacer de la propuesta progresista y de izquierda una alternativa real e inmediata. Hay que profundizar la lucha por los derechos democráticos y las libertades políticas, que permitan la construcción de una potente subjetividad revolucionaria.