Como si no hubiera concluido la guerra fría

“Los republicanos, los neoconservadores y los medios de comunicación
nos han estado contando todos estos años que ya Estados Unidos ganó la
guerra fría. Hablaron demasiado pronto. Desde los residuos de la
antigua Unión Soviética, una nueva Rusia, con un nacionalismo nuevo,
con armas nucleares y rica en recursos naturales, se ha alzado en
desafío de los reclamos triunfalistas occidentales. Se nos plantea una
nueva guerra fría y las élites estadounidenses no tienen otra
sugerencia que hacernos que la de ponernos a guerrear otra vez”.
Es así como el tres de marzo último describió el documentado
comentarista político estadounidense Tom Hayden, en su sitio digital
“The Peace & Justice Resource Center”, la forma en que los poderes
fácticos de su país están reaccionando ante la situación actual en
Ucrania.

En Carolina del sur, el estado donde se originaron la esclavitud y el
militarismo en los Estados Unidos, el senador Lindsey Graham,
respondiendo un ataque de un aspirante del Tea Party a su cargo,
propuso "crear un cerco democrático en torno a la Rusia de Putin”.
Aparentemente, según su criterio, la guerra fría no habrá terminado
hasta que Estados Unidos ocupe Ucrania y Rusia quede totalmente
rodeada de bien armados países neoliberales aliados de occidente.
Los dirigentes de la OTAN y el neoliberalismo corporativo simplemente
son incapaces de detener su arremetida contra las fronteras de Rusia y
sus regiones más apreciados luego de apropiarse de Croacia, Estonia,
Letonia, Lituania, Hungría, Eslovenia, Polonia y República Checa,
además de Albania, Bulgaria, Eslovaquia, Serbia y Rumanía, casi todo
lo que ellos llaman el "espacio post-soviético".

Fueron repelidos militarmente cuando intentaron hacerse de Georgia.
Eso debería haber satisfecho su sed de dominación. Pero han ido
demasiado lejos, apoyando las protestas en la Ucrania occidental que
provocaron el derrocamiento de su gobierno electo y ahora impulsan una
agenda del Fondo Monetario Internacional que profundizará la crisis
económica. Incluso antes de que se produjera el desorden actual, el
gobierno de Kiev coqueteó con la OTAN y envió tropas a Irak y
Afganistán.

El conflicto actual es muy distinto de la guerra fría en el sentido de
que no hay ninguna "amenaza comunista". Por supuesto, hay partidarios
comunistas en Ucrania estimulados por sus recuerdos de los nazis y
fascistas que agredieron a su país cuyos descendientes están ahora
activos en el partido Svoboda, apoyado por los países occidentales,
que representa más del diez por ciento de la votación nacional y hasta
40 por ciento en la zona occidental de Ucrania.

Lo que se observa en el oeste de Ucrania, y en general en Rusia, son
poderosas corrientes nacionalistas, étnico-culturales y religiosas en
las que cualquier intervención occidental, directa o indirecta, incita
la resistencia y toda presión exterior endurece su  determinación,
advierte Hayden.

Por su parte, el politólogo norteamericano Bill Blum al abordar la
situación en Ucrania observa que “Estados Unidos se esfuerza por
dominar al mundo y lograr la hegemonía siempre que sea posible… esta
ha sido su ocupación principal por más de un siglo… es lo que hacen en
Washington para ganarse la vida”.

Los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea forman el Santo
triunvirato cuyas principales filiales son el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y
la Corte Penal Internacional... todos ayudan a mantener a raya los
gobiernos que carecen del sello de aprobación del Santo triunvirato.
El FMI, el BM y la OMC imponen el fundamentalismo del mercado, en
tanto que los líderes extranjeros que actúan en forma demasiado
independiente son amenazados de ser entregados a la CPI para recibir
duro castigo, en tanto Estados Unidos impone sanciones a gobiernos y
líderes con la hipocresía y la ironía que los reyes estilan para
imponer su voluntad a sus súbditos.

¿Y que amenaza la soberanía de los Estados Unidos? ¿Quién puede
desafiar la hegemonía del Santo triunvirato? Sólo Rusia y China, si
fueran tan imperialistas como las potencias occidentales.
Al Santo triunvirato le encantaría extraer a Ucrania del seno de
Moscú, desalojar a la flota rusa del mar negro y establecer un
ejército estadounidense o la presencia de la OTAN en la frontera de
Rusia.

“La membrecía de Kiev en la UE no estaría lejos; después, el país
abrazará las alegrías del neoconservadurismo, recibirá los beneficios
de la privatización-desregulación-austeridad y el paqueteestandarizador

y se unirá a Portugal, Irlanda, Grecia y España comopobres huérfanos de la familia.

“Pero ningún precio será demasiado alto si sirve para ser parte de la

gloriosa Europa y del triunfante Occidente” ironiza Blum.


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Manuel Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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