Crónica de Detroit 6 / Dedicado a mi hija Joana

Cierran escuelas, construyen cárceles

“Cerrarán escuelas, construirán cárceles”. Ese era el lema de una pancarta de la Asociación de vecinos del barrio de Sant Antoni, de Barcelona, y seguramente quienes la llevaban eran maestros. Recuerdo que pensé que tenían razón, mucha razón. Pensaba: si dejamos que se instale este sistema de degradar las escuelas públicas, lo sufrirán nuestros nietos, las futuras generaciones, sobre todo de los barrios trabajadores.

Pues bien, ese sistema ya está implantado en Estados Unidos. Hace tiempo. Cierran escuelas y, a cambio, construyen más y más cárceles. La población penitenciaria USA es de las mayores del mundo, si no la mayor. Dos millones de personas. Es la imagen misma de la perversidad y crueldad de un sistema para el que la parte humana es la que menos importa. Lo primero son los negocios, el dinero. Las personas son sólo un “medio” para hacer negocios. Y, claro, en ese sistema el éxito sólo puede ser para unos cuantos. Se hace a costa de la mayoría, a costa de la parte más débil. Y el sistema carcelario sirve para mantener a raya al populacho.

Cuando estuve en Michigan hace cinco años visité al reverendo Pickney en su pequeña ciudad de Benton Harbor, acompañando a mis amigos del Green Party. Pickney había sido juzgado por enfrentarse a la multinacional Whirpool por quitar derechos a su gente trabajadora: Pero lo hizo de manera que no se protegió. Los aspectos legales son cosas que la gente normal y luchadora descuida... y los que tienen dinero aprovechan para atacar. En ese caso lo acusaron de difamación, de decir mentiras sobre la compañía. Y lo metieron a la cárcel. Pero pudo librarse de ella...alquilando una pulsera para el pié. Así, por 105 $ al mes podía, al menos, permanecer en su casa sin salir de ella (pues la pulsera avisa cuando se sale de los límites). Es decir, además de una sentencia inmoral, injusta,... negocio.

Esa es la característica principal de la sociedad capitalista estadounidense: TODO es negocio. Las cárceles no sólo son un sistema injusto hacia la población más pobre, en particular la población negra. Son también un gran negocio. En ellas los presos tienen que pagar servicios. Y trabajan prácticamente gratis. El sistema de prisiones está prácticamente privatizado. Los dueños de las cárceles exigen y consiguen contratos con las ciudades, con los Countys (algo así como comarcas), o los Estados, en condiciones leoninas: si no hay suficientes presos, el estado, county o ciudad, deben pagar por el servicio como si estuviera la cárcel llena. Y muchos presos, si quieren obtener una libertad condicional, tienen que pagar el precio de los “servicios” que han recibido. Es decir, tienen que pagar la cárcel en la que han estado encerrados. Si no, no hay libertad bajo fianza. Eso supone salir a trabajar para pagar la cárcel.

Penalizan las finanzas públicas por no tener suficiente gente reclusa. Eso promueve pues que todas las instituciones intenten llenarlas y mantenerlas bien surtidas de carne delincuente. Delincuentes como personas que beben más de la cuenta y conducen. Como los que han hecho un pequeño hurto. O una pequeña estafa. El sistema “necesita” llenar las cárceles. Necesita construir más y más cárceles. Se amplía o endurece la legislación con los de abajo, los pequeños delincuentes. Es una manera de control social. Se muestra así que “se lucha por la ley y el orden”. Pero los que roban millones de dólares, los que organizan el saqueo de particulares, empresas, ciudades, países, como los banqueros que organizaron la crisis, esos gozan de inmunidad.

Pero lo peor es ver que ese sistema está creando las condiciones para que esa infernal cadena se asegure por los años venideros. Se cierran escuelas en los barrios pobres. Se reduce el presupuesto para la educación. Se mandan a los niños de una escuela a otra. Se concentran las clases con más alumnos. Se despide a los profesores de siempre y se contratan de nuevos. Eso es lo que están haciendo en Detroit bajo la Gestión de Emergencia de la ciudad. Es decir, los niños y jóvenes son educados bajo estrictos límites de presupuesto. No importa lo que aprendan o no. Todos los antiguos miembros del consejo de escuelas, al igual que los antiguos profesores, consideran que es un desastre organizado. Un desastre educativo que, junto a la falta de trabajo, redundará en un crecimiento de la delincuencia. Sobre todo está afectando, comparativamente, a la población negra. El negocio de las cárceles está, pues, asegurado.

Mención aparte tiene ese sistema carcelario con respecto a los revolucionarios. Sí; en Estados Unidos hay gente revolucionaria. Son una minoría, pero existen. Muchos de ellos son negros. También los hay blancos y chicanos. Pero los que más sufren la venganza del sistema imperialista es la gente de raza negra. Hay casos verdaderamente escalofriantes por lo injusto, por lo brutal. Como el caso de “los 3 de Angola”. Herman Wallace, Albert Woodfox y Robert King, tres hombres negros de Louisiana rural en confinamiento solitario en la prisión más grande en los EE.UU., una antigua plantación de esclavos 18,000 acres conocida como “Angola”. Woodfox y Wallace, miembros fundadores de la sección del Partido de las Panteras Negras en la cárcel, trabajaron junto con King en contra el trato inhumano y la segregación racial en la prisión. King fue puesto en libertad en 2001 después de casi treinta años de confinamiento solitario. Woodfox y Wallace, condenados en una sentencia altamente controvertida por la muerte a puñaladas del guardia blanco Brent Miller, siguen aún en “Angola” donde llevan más de treinta y seis años aislados.

Otro caso muy conocido, con profusa documentación y películas sobre él, es el de Mumia Abu-Jamal, un periodista revolucionario que sacudió los cimientos de la sociedad racista en Filadelfia y se convirtió en un enemigo a batir por los círculos dirigentes blancos.

Así pues ese sistema nos muestra la cara oculta del capitalismo. Ese es el verdadero apartheid dentro del propio país. Y esa imagen que podemos ver gracias a la lucha de esforzados luchadores, periodistas y demócratas por investigar y dar a luz la verdad sobre las entrañas del sistema represivo del país con más población reclusa del mundo, nos enseña la tendencia que ese mismo sistema extiende por todo el mundo, por todos y cada uno de los países. Nadie está a salvo. La pancarta de Barcelona lo ilustraba bien. Emigrantes confinados en cárceles, las cárceles privatizándolas. Cada vez más cárceles y...las escuelas públicas degradas. Aprendamos la lección y actuemos.

http://www.mumia-themovie.com/



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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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