Cuba 55 años, la cuarta guerra

Luego de tres guerras en las cuales los mambises y sus líderes (resaltantes Céspedes, Maceo, Gómez y el impar Martí) alcanzaron la gloria heroica, Cuba se sacudió el yugo colonial, aunque la intervención yanqui para una “ayuda” no solicitada cuando el triunfo patriota era ya ineludible, se lo arrebató y cambió las cadenas españolas por las del nuevo imperio de habla inglesa.

La ocupación por este sería directa hasta 1902, cuando los marines hicieron entrega formal del gobierno pero se marcharon dejando un enclave en Guantánamo, insertando en la Constitución un apéndice que autorizaba a los EEUU para intervenir a voluntad y asegurando a los consorcios norteños el control casi absoluto de la economía.

El apéndice –la llamada “Enmienda Platt”– fue derogado en 1934, tras la caída del dictador Gerardo Machado, mas las otras coyundas persistieron y hoy todavía Guantánamo es una herida sangrante en el corazón de los cubanos (y ahora, además, convertido en campo de atrocidades represivas).

De 1902 a 1958 los gobiernos fueron desvergonzados gestores de los intereses gringos, buscando asegurar el máximo de beneficio para los negocios. Las mejores tierras, la industria azucarera básica, minería, ganadería, banca, electricidad, teléfonos, servicios, mercado de alimentos y combustibles, todo se hallaba en manos de unas trescientas compañías estadounidenses. Las empresas de capital cubano se veían en serias dificultades, la vida cultural y la educación estaban atrozmente mediatizadas y el país había sido convertido en centro de prostitución y juego para los turistas del dólar.

Contra tales gobiernos antinacionales luchó el pueblo sostenidamente, siempre traicionado por los dirigentes y partidos de la seudorrepública neocolonial, salvo por los comunistas y demás sectores y personalidades martianos, que sembraban ideas y buscaban abrir caminos, pero no conseguían romper el cerco mediático y las barreras culturales que el bloque de poder dominante les había levantado alrededor.

Fue necesaria una cuarta guerra de liberación, la cual: Estalló con la operación del Moncada el 26/07/53, que galvanizó las multitudes y las unió en torno a un líder, una visión de país y un programa; plantó pie tras el desembarco del “Granma” en diciembre de 1956; forjó en las montañas un ejército de obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y otros sectores; avanzó en columnas audaces hacia las principales ciudades, y culminó con la huelga general que el 1° de enero de 1959, hace en estos días cincuenta y cinco años, completó la victoria del Ejército Rebelde para volver trizas la tiranía y el andamiaje del poder estadounidense en Cuba.

Esa victoria, labrada por una constelación de revolucionarios encabezados por el hacedor de leyenda Fidel Castro Ruz, fue también el principio del fin, hoy por hoy en proceso, de la dominación imperialista en Nuestra América.

Lo que la gran Antilla ha hecho desde entonces es tal vez más difícil que el éxito guerrillero. Encarando la ira del imperio –que prohijó una invasión barrida en setenta y dos horas, desconoce la probada voluntad popular sin la cual no pudiera subsistir la revolución y opera una panoplia de guerra económica, campaña de descrédito y sabotaje–, gobierno y pueblo han construido y construyen una sociedad basada en soberanía, dignidad y justicia, y sobre esa base siguen explorando caminos.

Pobre en recursos naturales, pero opulenta en voluntad de servicio, espíritu solidario y capacidad de trabajo y estudio, la Isla ha dado saltos que la colocan a la cabeza del continente –y en algunos aspectos, del mundo– en la solución de las necesidades esenciales. Alfabetización total; altas cotas en educación; sistema de salud de primer orden y seguridad social integral para todos; avance sostenido en alimentación, vivienda, ciencia básica y aplicada, cultura, arte y deporte; empleo masivo; giro de los índices de sobrevivencia infantil y expectativa de vida hacia las cimas mundiales; avances en la superación del modelo monoproductor, rumbo a una sociedad del conocimiento, y otros logros obtenidos gracias a la participación del pueblo organizado y con elevado nivel de conciencia política, constituyen la hoja de servicios de la Revolución Cubana. Difícilmente otra gestión de gobierno puede mostrar resultados similares en sólo cinco décadas, bajo fuego enemigo y afrontando catástrofes meteorológicas. (Nuestro proceso bolivariano está demostrando también que la marcha con pasos de siete leguas sólo es posible para los pueblos en revolución).

¿Semejante desempeño es conocido por los preteridos del mundo? Sólo de manera muy fragmentaria. La propaganda anticubana de medio siglo largo se ha encargado de que así sea. Pero el pueblo de Venezuela, que vive en carne propia la conspiración mediática y sabe cómo se miente, calumnia, desinforma, oculta, tergiversa y deforma la verdad en relación con la Revolución Bolivariana, puede ahora darse cuenta –y sin duda ello viene ocurriendo– de que eso mismo, y durante más de cincuenta años, se ha hecho y se sigue haciendo contra Cuba. Así como se satanizó al presidente Chávez, ahora al presidente Maduro y siempre al proceso por ellos dirigido, así también a Fidel Castro, su patria y su revolución. Esta verdad hoy evidenciada debe constituir para nosotros una regla de oro.

Al rendir este modesto homenaje a la Revolución Cubana en el 55° aniversario de su triunfo, aprovecho el espíritu de la fecha para enviar mis saludos y votos por la felicidad posible a las y los compatriotas en el amor a Venezuela, Nuestra América y los pueblos.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1567 veces.



Freddy J. Melo


Visite el perfil de Freddy J. Melo para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Freddy J. Melo

Freddy J. Melo

Más artículos de este autor