Nuevamente el plan Balboa

Con gran estruendo en los medios de comunicación, sobre todo de la derecha del país, se conoció que el Presidente Juan Manuel Santos de Colombia recibió al ex-candidato de la derecha venezolana, Enrique Capriles R. en una visita que causó extrañeza por toda la dimensión del hecho. El Presidente Santos tuvo la precaución de no recibir el ex-candidato en el Palacio de Nariño, sede oficial del Gobierno Colombiano, sino en la casa residencial del Presidente. Además, el Presidente Santos estaba en “mangas de camisa” como se conoce ordinariamente una vestimenta casual, sin traje ni corbata. Estos detalles fueron finamente estudiados para aparentar un encuentro informal o un poco casual. Al parecer estas sutilezas tendrían una significación diplomática, pero en verdad es que es muy difícil interpretar con sutileza diplomática el brutal y burdo significado de esta recepción.

Capriles ciertamente fue candidato presidencial recientemente, lo ha sido dos veces, derrotado en Octubre del año pasado por el Presidente Chávez y derrotado en Abril de este año por el Presiente Maduro, en unas elecciones sobrevenidas a consecuencia de la muerte (asesinato?) del Presidente Chávez. No obstante, en esta oportunidad no es sino gobernador del Estado Miranda en Venezuela, lo cual no le otorga rango diplomático en ninguna parte del mundo.

Ahora bien, producto de la recepción que le hicieron a Capriles se presentó un impase de serias proporciones, porque en términos diplomáticos, el presidente Santos le ha otorgado al gobernador de un estado de Venezuela, no solo el rango diplomático, sino que al recibirlo avala en cierta forma el desconocimiento que ha hecho Capriles de los resultados electorales venezolanos donde salió electo el Presidente Maduro. Ello originó una fuerte respuesta del Presidente Maduro, quién consideró con justeza que el Presidente Santos le había dado una patada a la mesa donde se firmaron acuerdos con el presidente Chávez en relación al respeto mutuo de ambos países, sus leyes y sus procesos y la no interferencia de cualquiera en asuntos del otro.

Ahora se descubre cual es la verdadera razón de tal desplante, porque días después, el Presidente Santos anuncia su deseo de incorporar de alguna forma a Colombia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, organización que tan solo ha servido para invadir y sembrar muerte en las partes del mundo donde ha intervenido en el nombre de una democracia nominal y una libertad ficticia. El juego esta descubierto, se ha puesto en ejecución los prolegómenos del “Plan Balboa”.

El Plan Balboa es el nombre que le colocaron a un juego de simulación de guerra que se diseño en la OTAN donde se invade a un país por parte de las fuerzas militares que están representadas en dicha Organización. Los resultados, como todo juego de simulación, dependen de los actores que lo juegan. No obstante, sabemos que usar esa técnica de “simulación de juegos”, produce una experiencia importante para los actores porque significa adelantar acciones y conocer sus reacciones o consecuencias, lo que se convierte en un útil instrumento para prever una buena proporción de situaciones que se puedan presentar en el campo real y por supuesto como reaccionar y actuar cuando se producen esas acciones y evaluar los resultados. Esta técnica ha sido usada en modelos de transporte, modelos para el desarrollo urbano y desarrollo regional entre otros. El dato más interesante que fue revelado cuando se hizo público ese nombre es que el país que fue objeto para la simulación de invasión y ocupación militar fue Venezuela.

Ya las diversas confrontaciones mundiales sus problemas y enredos parece haber agotado la paciencia de los EEUU, el cual no puede soportar más porque necesita controlar el petróleo venezolano principalmente, pero de paso, controlar al resto de los países latinoamericanos, que tradicionalmente han sido considerados el patio trasero de EEUU y que se han descarrilado, pretendiendo una independencia que no ha sido consultada ni permitida. Por lo tanto, el Presidente colombiano, títere marioneta del Imperio de EEUU, tenía que cumplir el papel de celestinaje asignado y empezar a tomar parte más activa para facilitar los procedimientos y servir la mesa para un masiva o selectiva intervención a los países latinos, porque si no, qué razón se habría tenido para haber instalado siete bases militares en Colombia.

Todo indica que se están dando los primeros pasos que demuestran que ha comenzado la guerra de los 100 años de la que hablaba el Presidente Chávez. Vaya sabio mi comandante eterno.

leopoldojperez@gmail.com


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Leopoldo Pérez Álvarez

Profesor Universitario

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