Los intercambios pueblo a pueblo

¿Cómo se explica que Cuba apoye la política de intercambios people to
people (pueblo a pueblo) que promueve EEUU contra Cuba?, me preguntó
un estudiante estadounidense de los muchos que han viajado a la Isla
en virtud de la política así nombrada de la administración de William
Clinton que George W. Bush revocó en 2003 y el presidente Obama ha
retomado recientemente.

Otra estudiante, también norteamericana, agregó sin esperar mi
respuesta a la primera pregunta: ¿Cómo es que donde quiera que vamos
aquí en La Habana se nos recibe con tanta amistad y respeto pese a
tantas tropelías que nuestros gobiernos han hecho contra los cubanos?
Cuba acepta el reto que supone la política de intercambios “pueblo a
pueblo” de Washington –les expliqué– porque no obstante ser el
declarado propósito de ésta que los visitantes promuevan entre los
cubanos la “democracia” (término con que Washington designa al sistema
capitalista), en la práctica ofrece a los cubanos la oportunidad de
demostrar a los visitantes las falsedades de la campaña que hace más
de medio siglo libran los medios de información estadounidenses contra
Cuba.

La distancia que media entre las manipulaciones de esa campaña y la
verdad es de tal magnitud que desde el primer minuto de contacto con
la realidad, los visitantes bienintencionados se abren al
entendimiento de las razones que han dado lugar a la histórica hazaña
popular que es la revolución cubana y la sinrazón de la política de
hostilidad de su gobierno contra este país.

En enero de 1961, el Departamento de Estado declaró que el turismo a
Cuba era contrario a la política exterior y al interés nacional de
Estados Unidos. Los viajes a Cuba quedaron así vedados para todos los
ciudadanos estadounidenses.

La hospitalidad para con los extranjeros es una característica
ancestral de los cubanos atribuida por algunos expertos a la condición
insular del país entre otros muchos factores geográficos e históricos.
Pero, en el caso de los estadounidenses de hoy, todo ciudadano cubano
está consciente de que cualquier visitante de esa nacionalidad en la
isla, de alguna manera, representa un rechazo a la injusta política de
hostilidad y aislamiento de Cuba. Y eso merece reciprocidad.

Ya nadie duda que la enemistad que promueve contra Cuba la oligarquía
que rige los destinos de los Estados Unidos se volverá, cual bumerang,
contra sus objetivos. Las mentiras, al chocar contra las evidencias,
están despertando una fuerte corriente de atracción hacia el proceso
independentista y de justicia social cubano.

La prohibición de viajar a Cuba forma parte de la estrategia general
estadounidense de aislar a la isla y derrotar a su gobierno mediante
un bloqueo económico, financiero y comercial llamado a provocar hambre
y miserias por las que los cubanos culparían a la dirección
revolucionaria.


Esto, por supuesto, no ha ocurrido. Más bien habría que decir que ha
sido la heroica resistencia de los cubanos ante el atropello lo que ha
convocado la solidaridad de otros pueblos e incluso la condena casi
unánime al bloqueo de los gobiernos de todo el mundo.
En los últimos 20 años, Cuba ha recibido 29 millones de turistas, la
mitad de ellos de Europa, 8 millones desde Canadá, 4 millones de
América Latina y el Caribe y 800.000 americanos.

Incluso, según estimaciones, entre 1990 y 2005 un promedio de 20.000 a
30.000 estadounidenses viajaron a Cuba cada año con licencias
especiales o ilegalmente. En virtud permisos legales lo hicieron
estudiantes, profesores y académicos; grupos de abogados, arquitectos,
historiadores y médicos para asistir a eventos profesionales; equipos
deportivos juveniles, grupos de religiosos y organizaciones
ambientalistas.

Según expertos estadounidenses en materia de turismo, el levantamiento
de la prohibición de viajar a Cuba significaría que, solo aquellos
motivados por la curiosidad o atraídos por el fruto prohibido durante
tantos años, incrementarían el número de turistas que llegan a Cuba
cada año en cifras millonarias.

La industria cubana del turismo, por su parte, se prepara para ampliar
sus capacidades de alojamiento y demás facilidades para hacer frente a
una ola repentina de más de un millón de turistas de Estados Unidos
cuando el Congreso de ese país levante la veda de los viajes a la
isla. Los planes están configurados para añadir 200.000 habitaciones
en el mediano y el largo plazo.

El turismo es la segunda más importante fuente de ingreso de divisas
de Cuba y un importante proveedor de empleos y los cubanos, que
esperan ávidamente que esto ocurra pronto, están conscientes de que
ello contribuirá grandemente a la seguridad y la paz en la región y en
el mundo.

manuelyepe@gmail.com


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Manuel E. Yepe

Abogado, economista y politólogo. Profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de La Habana, Cuba.

 manuelyepe@gmail.com

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