Garzón – Egin: 11 años

En su momento pedí, salí a la calle, escribí, contra la agresión a Irak y Afganistán. Algún que otro descerebrado me preguntó si yo apoyaba al dictador Sadam Hussein o al régimen de los talibán por estar contra el ataque. Uno pide por los más de 500.000 niños que murieron en Irak por el cese del embargo de medicinas (lápices, cuadernos, y cualquier cosa indispensable para la vida) que Estados Unidos decretó en castigo por la invasión de Kuwait; si la petición fuese por Sadam, no hubiese ni movido un meñique, y mucho menos por los talibán

Existe una «izquierda» desnortada en el Estado español que según soplen mira para un lado o mira para el otro. Aquí nadie protestó (habló siempre de la «izquierda» española) cuando el juez Garzón cerraba periódicos como Egin (el único Estado de la Unión Europea en cerrar medios de comunicación). Tampoco protestaron en Madrid los de «izquierda» cuando no investigaba ninguna denuncia por tortura, cerraba revistas (Ardi Beltza) o clausuraba la radio Egin Irratia. Todos estos cierres, con «pruebas» que amañaba o sacaba de su tripa o sus canas eran un brindis al sol en un Estado que se autodefine como «democrático y de Derecho».

La sentencia en 2010 del Tribunal Supremo español relativa al macrosumario 18/98 de (cierre de Egin y Egin Irratia)  declaraba sin fundamento el cierre, además de las las acusaciones y penas de cárcel contra los periodistas. Garzón actuó igual de arbitrariamente (por decirlo bonito) que los jueces españoles que lo condenaron y lo inhabilitaron; además coinciden en las penas: 11 años para Garzón de inhabilitación y 11 años que tardaron en determinar que la clausura de Egin fue una arbitrariedad sin ningún tipo de fundamento jurídico ni fáctico. La diferencia es que muchos trabajadores de Egin fueron detenidos y torturados (sin contar todos los que perdieron su sustento), sin que hasta el momento haya posibilidad ni de indemnización ni de enjuiciamiento de los responsables: Garzón y el Estado español. 

La viuda de Saramago pide el Nobel para Garzón en nombre de la Fundación Saramago que preside, teniendo en cuenta que a Obama le dieron el de la Paz, cualquier adefesio es posible. A Garzón le dieron de su propia medicina, aunque ni lo torturaron, ni lo encarcelaron ni lo dejaron sin sustento, y hasta puede que le den el Nobel. 

xurxom@kaixo.com



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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