Carta Pública

Señor: Ollanta Humala

Señor: Ollanta Humala
Presidente Elegido de la República del Perú
Lima

Con el debido respeto que se merece como hombre, como peruano y como recién elegido Presidente de la República del Perú, permítanos dirigirle algunas palabras, ya que a usted corresponde ser el nuevo y principal velador por el respeto a los derechos humanos y reconfortar la validez de la democracia popular en su país. Nosotros, con toda la sinceridad de nuestros sentimientos, le deseamos muchos éxitos a usted y su gobierno en beneficio del conjunto del pueblo peruano.

 Como usted lo dijo en su campaña electoral, el Perú no debía volver a ese oscuro episodio de su historia en que gobernó el régimen bonapartista cuyo principal vocero fue el señor Alberto Fujimori, actualmente juzgado por crímenes de lesa humanidad y que otros denominan como abuso de autoridad. Todo el mundo recuerda la manera en que haciendo uso del terrorismo de Estado, el señor Alberto Fujimori resolvió, entre otros hechos, la toma de la Embajada de Japón en Perú por el Movimiento Tupamaro, donde todos los integrantes de éste resultaron asesinados y el bonapartista se paseó, orgulloso y feliz, sobre sus cadáveres para demostrar que su Gobierno era el más vivo ejemplo de democracia política. Y todo el mundo sabe que un tupamaro quedó con vida y luego desapareció para siempre sin que nadie sepa dónde lo asesinó el gobierno del señor Alberto Fujimori y en qué lugar está sepultado.

 Nosotros, señor Presidente Ollanta Humala, no somos partidarios del terrorismo, en ninguna de sus expresiones, como método de lucha política para resolver las contradicciones internas de una sociedad ni entre Estados. Tampoco, se lo confesamos, somos sacerdotes del pacifismo que se plantea la resignación de los explotados y oprimidos a sus explotadores y opresores.

 Entre las perversiones y grotescas violaciones a los derechos humanos cometidos por el señor Alberto Fujimori, en tiempo de sus dos períodos de gobierno, se destaca una, a la cual fueron igualmente indiferentes los señores expresidentes Alejandro Toledo y Alán García, aun cuando se vanagloriaron de ser expresión ejemplar de demócratas: la creación de tumbas para seres vivos. Bien es sabido que el señor Alberto Fujimori, con su brazo derecho el criminal Montesinos, se idearon la ignominiosa y macabra idea de construir, bajo ocho metros de tierra y rodeados de explosivos, los calabozos para mantener en prisión a sus adversarios políticos que abrazaron, con razón o sin razón, la lucha armada para la toma del poder político en Perú. Usted, igualmente, se vio en la necesidad de rebelarse militarmente contra lo que creyó era un sistema político incompatible con la verdadera democracia popular. Por suerte, no fue sometido a las vejaciones y violaciones de sus derechos humanos como sí lo han sido muchísimos otros peruanos y otras peruanas. No estamos juzgando si tuvo o no razón usted, porque nosotros somos respetuosos de las decisiones que tomen movimientos políticos en sus respectivos países donde se desenvuelven en la lucha política.

 Las tumbas para seres vivos, tal vez, sean peores que el sistema carcelario creado por el expresidente George Bush en Guantánamo para humillar y torturar a muchísimas personas, incluso, donde un elevado porcentaje resultó ser completamente inocente de las acusaciones de terrorismo. ¿Quién puede imaginarse a un inquisidor escribiendo, para beneficio de la salud mental de los lectores, la historia de sus crímenes como el método más excelso del respeto a los derechos a la libertad de pensamiento, de expresión, de juicio  y de culto?

 Nosotros no tenemos ninguna potestad para –ni siquiera- mencionarle cuáles han de ser las políticas de su gobierno. Usted tiene ya muchas de ellas decidido y sabrá, de acuerdo a nuevas circunstancias tanto en lo internacional como en lo interno del Perú, establecer nuevas o modificar otras para bien de su pueblo. Sin embargo, señor Presidente Ollanta Humala, en su intención de buscar ciertas condiciones de pacificación política en el Perú, para obtener resultados socioeconómicos que contribuyan a mejorar en considerable nivel el régimen de vida social de su pueblo, tendrá que conciliar con los diversos movimientos políticos que se desenvuelven en la lucha política de su país y, especialmente, para garantizar el mayor respeto a los fundamentales derechos humanos de los ciudadanos y ciudadanas del Perú. No somos absolutamente nadie para alertarlo o indicarle fórmulas políticas de cómo debe usted hacerlo. Esa es una de sus grandes potestades como Primer Magistrado de la política peruana.

 Nosotros, simplemente, le recordamos que mientras los presos políticos en Perú continúan viviendo en tumbas para seres vivos no sólo estará vigente ese oscuro e ingrato episodio de bonapartismo fujimorista en la vida política peruana sino, peor aún, se persistirá en un régimen que violenta todos los derechos humanos de personas que por una u otra razón se encuentran en prisión condenados a morir como si fuesen ratas en cloacas del desierto sin que ninguna autoridad peruana les reconozca su condición de seres humanos. Por lo demás, y usted debe saberlo, casi todos los presos que viven en tumbas para seres vivos padecen ya enfermedades irreversibles, están condenados a morir sin que la ciencia médica les brinde alguna esperanza de salvación. En usted, Presidente Ollanta Humala, está un destino más humano para los presos políticos del Perú. ¡He allí la oportunidad histórica de usted redimir a los presos políticos de esas nefastas y crueles condiciones físicas y mentales en que los hundió, en tumbas para seres vivos, el régimen bonapartista del señor Alberto Fujimori y que nunca más, lo quieran usted y el pueblo peruano,  vuelva a hacerse realidad!

Reiterándole nuestro deseo de éxitos:

El Pueblo Avanza (EPA)



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