Omisión suicida

 Antes de abordar el tema que pensamos tratar en esta nota, quiero dejar claramente sentado que no pertenezco a ninguna organización  partidista y que, por consiguiente, tampoco estoy sujeto a líneas y directrices emanadas de tales organizaciones. 

    Lo que desde luego no significa que en materia política seamos indiferentes y que no tengamos opiniones sobre el particular. Por el contrario, las tenemos, y muy especialmente en relación con el proceso de cambio que en estos momentos tiene lugar en este país. En efecto, aunque con algunas observaciones tanto de forma como de fondo, nuestra adhesión a la política que adelanta el actual gobierno está fuera de toda duda. Y ello, a pesar del gigantesco y costoso empeño que algunos medios de comunicación, vinculados a las fuerzas más retrógradas y oscurantistas de nuestra sociedad, ponen en desnaturalizarla, en atribuirle propósitos aviesos que no se corresponden con la realidad. Tratan, por ejemplo, los apóstoles de la mentira, de hacerle creer a los que todavía  se asustan con cuentos de aparecidos, como con el de la llorona, con el del cayuco de Bartolo –Bartolo, traéme el cayuco- y demás fantasmones creados por los empresarios del miedo, que este es un régimen comunista; esto es, un sistema que, según ellos, tarde o temprano despojará a las personas de sus cepillos de dientes, de sus pantuflas, de sus petates, de sus bacinillas, etc. Lo que no deja de ser una verdadera idiotez, porque en primer lugar, en el comunismo lo que se estatiza no son los bienes personales de los ciudadanos sino los medios de producción social, los cuales, a pesar de ser sociales y cumplir una función social, son aprovechados por unos cuantos explotadores privados. Y en segundo término, porque en los seis años que tiene este gobierno, lo único que ha hecho es construir viviendas para entregárselas en propiedad a quienes las necesitan. 

   De modo que si alguna caracterización ideológica podría atribuírsele a este gobierno, no es el comunista, sino el de una revolución democratico-burguesa; una revolución que intenta destruir los últimos vestigios feudales que aun quedan y que, en el caso del latifundio, se yerguen como un tremendo obstáculo  para el progreso y desarrollo de la nación. 

   Pero claro, para que estas reformas puedan alcanzarse, es indispensable que el proyecto político vigente se mantenga en pie y salga airoso de las acechanzas y conspiraciones que los poderosos enemigos del progreso urden constantemente contra el mismo. ¿Cómo lograrlo? Muy sencillo, Subsanar una de las graves fallas de la que adolece y que hasta ahora por incapacidad, por negligencia y hasta por ignorancia, no ha sido posible superarlas. Es decir, lograr que el apoyo emocional con el que cuenta el gobierno del Presidente en estos momentos, se convierta en un respaldo racional y consciente. 

   Esta deficiencia ha sido tan nociva aquí en el Zulia para el Proceso, que algunos sectores de la clase media, que debían apoyarlo, lo rechazan y prefieren respaldar a quienes ayer nomás les subieron los intereses hipotecarios, llevándolos del 15 por ciento al 100 por ciento, lo que les hizo perderla la vivienda a muchas familias y llevar a la quiebra a la misma cantidad de negocios –grandes y pequeños-. Para ilustrar esta situación, nada mejor que la siguiente anécdota: con motivo del referendo revocatorio, en el frente de muchas de las quintas de la clase media del sector, aparecían, adheridas a sus cercas, grandes afiches con la palabra SÍ. Convencido de que aquella posición respondía más al desconocimientos, a cuestiones efectistas que a convicciones conscientemente asumidas, decidí realizar, por iniciativa propia, una encuesta. Tomé una tabla que se utilizan para estos fines, me guindé en el pecho una credencial encontrada en una de las gavetas de un mueble de mi casa y salí a realizar la consulta. Por esos días, los que promovían el SI habían dado a conocer su ruinoso programa de gobierno llamado “Plan Consenso País”, el cual contemplaba, además de la privatización de todos los servicios, la entrega de PDVSA al capital extranjero. Así, que dos de las preguntas que les formulé a los entrevistados fueron las siguientes:  

   Señor (a), ¿está  usted de acuerdo con que PDVSA, que es una las empresas petroleras más exitosas y que más beneficios económicos produce en su ramo, le sea entregada a empresarios extranjeros para que sean éstos los que se beneficien con esos altos dividendos y no la nación venezolana propietaria del petróleo? 

   ¿Estás igualmente de acuerdo con que le privaticen la electricidad para que le aumenten las facturas todos los meses, tal como ha sucedido en el estado de California (EE.UU), en Argentina y en los otros países que han firmado tratados de libre comercio con la nación del norte? De 25 personas consultadas, todas, con el afiche del SI casi a un lado, respondieron que NO. Al buen entendedor pocas palabras bastan, señores dirigentes del MVR. 

alfredoschmilinsky@hotmail.com 



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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