México: La asamblea anticapitalista de La Otrarechaza a los partidos burgueses y a la socialdemocracia

1.En los últimos años –más que denunciar o demostrar obviedades: de
que el capitalismo es explotador, inhumano, profundiza las
desigualdades, deja en la pobreza y la miseria a la mayoría de la
población, reprime, encarcela y asesina- mi preocupación ha sido
encontrar el camino que debemos andar los trabajadores para derrotarlo
y enterrarlo. No es “mi preocupación” sino la de muchos cansados de
repetir que PRI, PAN, PRD y demás son partidos queestán al servicio
del poder capitalista, que los procesos electorales en México sólo han
sido una farsa para seguir legitimando la terrible desigualdad  y que
después de 100 años de “democracia” la situación de país y de la
inmensa mayoría de su pueblo ha empeorado.El capitalismo ha creado una
inmensidad de bienes materiales para beneficio de una minoría y al
mismo tiempo ha destruido las comunidades, el medio ambiente, la
vida.El camino es la concientización y el levantamiento del pueblo,
pero ¿cómo?

2. De lo único que he estado seguro en los últimos años es que ningún
movimiento aislado,  gremialista o político, como los de los
electricistas, la APPO,lopezobradorista, zapatistas, minero, CNTE,
campesino o estudiantil, puede triunfar o prolongarse sin ser
derrotado o sin que “asuma la estrategia política deretiro”. Los
únicos que sí triunfan son la clase política y empresarial que bajo la
sombra del poder obtienen gigantescos privilegios y riquezas que en
corto tiempo logran duplicar o multiplicar sus propiedades. Pero, ¿Qué
caso tiene seguir denunciando o quejándose del mal gobierno y  la
explotación si por lo menos durante un siglo nada hemos avanzado para
derrotarla? Por eso, a pesar de inteligentes discursos y exposiciones,
de agitación y entusiasmo desbordante, incluso de llegar a acuerdos y
tareas, nada sirve si no se adoptan medidas unitarias –aunque sea
prendidas con alfileres- para confrontar al poder político y
económico. Nada sirve sin fuerza unitaria real y actuante.

3- Durante dos días (14 y 15 de agosto) sesionó en Tlahuac-una de las
16 delegaciones de la ciudad de México- la tercera “Asamblea Nacional
Anticapitalista”.La realidad es que yo esperaba una asamblea de masas,
pero quizá falló la coordinación, la difusión o –como sucede en todas
las organizaciones- las divisiones también están y perjudican al
zapatismo. Muchos de los que pensé que estarían no llegaron. En fin me
pareció que en las discusiones reinó la inteligencia y la camaradería,
que a pesar que se manifestaron muchas diferencias en los análisis y
las propuestas, en lo fundamental hubo mucha unidad alrededor de los
principios básicos de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y de
La Otra Campaña promulgadas en 2006. Al parecer los objetivos son muy
claros y plenamente coincidentes pero en las estrategias y las
tácticas suelen chocar. Pienso que la izquierda y los movimientos
sociales deben revisar bien estas divisiones que tanto perjudican al
avance de las luchas.

4. Al reafirmar la Asamblea que la batalla debe centrarse contra el
capitalismo y por el socialismo por la vía de la lucha de clases,
rechazajustamente cualquier posibilidad de llegar a acuerdos con la
clase política y empresarial, así como todas aquellas organizaciones
políticas que están al servicio del Estado en los procesos
electorales. Pero no deja siquiera una rendija para que otras
organizaciones –también de izquierda o socialistas, con otras
estrategias y tácticas de lucha- pudieran acercarse y llegar a
acuerdos. Aunque tuve plena libertad para expresarme en la asamblea y
mucho respeto hacia mis ideas, la realidad es que observé que el 99
por ciento de los participantes estaba plenamente convencido que las
únicas alianzas eran con el pueblo pobre y explotado y que el resto de
las organizaciones de izquierda y centroizquierda estaban de hecho
transadas por el gobierno y el Estado. Pero lo terrible es que también
otras organizaciones se expresan así de los zapatistas.¿Otra vez
confrontaciones entre “oportunistas” y “sectarios”?

5. Pareciera, como ha sucedido a través de muchas décadas, que “sólo
hay una verdad o una razón” y cada organización o militante la posee
en propiedad y nadie más; por tanto, los demás deben subordinarse a
los que piense, diga y ordene. Pero además se piensa que la
honestidad, la sinceridad y la inteligencia sólo están en una parte y
los demás jamás podrán ser tan honestos y honrados como quien así se
considera. ¿Es que acaso Marx, por decir, no explicó suficientemente
el papel de las clases sociales, los intereses de cada una de ellas,
así como las luchas que natural y socialmente deben enfrentar? Es muy
claro que los trabajadores explotados y oprimidos tienen enemigos
naturales que deben combatir: la burguesía, el imperio, sus aliados y
agentes, pero no se puede rechazar a otras organizaciones de
trabajadores ¿Es que acaso no se pueden solidarizar –por necesidad-
movimientos? Este  punto debe ser bien discutido ydelucidado.

6. Si los zapatistas no quieren nada conlos procesos electorales y
AMLO repite que las elecciones son el único camino para reformar al
país,¿eso quiere decir que no pueden unirse en batallas de solidaridad
concreta como la de los electricistas, mineros o campesinos? Lo que
sucede con estas dos organizaciones se registra también en el interior
y en la política externa de la APPO, la CNTE, problema grave que de
superarse pondrían en jaque al poder. ¿O es que la gran habilidad
política del poder llega al interior de las organizaciones para
dividirlas? Nunca he tenido duda de la gran capacidad o habilidad de
manipulación o control del Estado mexicano. He tenido siempre la
convicción que la clase política que surgió de la revolución mexicana
y el cardenismo aprendió mucho sobre estrategias de mediatización.

7. En fin, reconozco que la Asamblea anticapitalista produjo ricos
debates que reforzaron la convicción de los asistentes en cuanto
objetivos y estrategias; que incluso nuestra larga caminata por las
faldas del cerro Santa Catarina de Tlahuac, así como las largas
explicaciones histórico-agrarias de nuestro compañero Héctor,
contribuyeron a fortalecer nuestras ideas y convicciones sobre la
razón de parar en seco las obras del Metro línea 12; pero en mí lo que
más caló, es no ver posibilidades de realizar algunos procesos de
unidad y lucha entre lo que queda de la izquierda social –como el
Diálogo nacional- a pesar de que me preguntarían: ¿Cuál izquierda si
todos están en la búsqueda de poder, aunque sea de un mendrugo? Y
desafortunadamente, sobre todo en estos tiempos electorales, siempre
parece asistir la razón a “los sectarios”.

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Pedro Echeverría V


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