Las muletas foráneas de la MUD

A veces, dice la canción de la revolución mexicana, es porque le falta la patita principal, pero por lo que sea, la desunida mesa de la unidad no puede caminar por sí sola. Su versión vieja, la desvencijada y hoy extinta coordinadora democrática, sufría del mismo mal paralizante. Si no recibía oxígeno (léase dólares y apoyo político) le sobrevenía la asfixia y el pasmo fulminante. La patología es genética, diría un médico; estructural, corregiría un sociólogo. 

 Repetido el mal, los remedios se repiten. Todavía no ha arrancado oficialmente la campaña electoral y ya los paramédicos de la derecha internacional se han lanzado a darle respiración boca a boca, antes de que empiece a boquear, a la oposición venezolana. El guión se viene repitiendo desde las elecciones presidenciales de 1998, cuando un difunto llanero recomendó a sus correligionarios comprar alpargatas porque el joropo era inminente.                           

 En un semanario de circulación nacional se informa que llegó la primera remesa de dólares a la MUD, pero no a los destinatarios. En el seno de la mesa crujieron los clavos, tablas y patas. En tiempos de las guarimbas y  plaza Altamira, un diario de Boston acusó a la CTV y a la Asamblea de Educación de no entregar cuenta de los billetes verdes que se les envió desde el norte. Era dinero para tumbar a Chávez, no para llevárselo al bolsillo. Pero el instinto anula los propósitos.

 En apoyo a la MUD, la derecha internacional ya se activó contra Venezuela. De más de 700 diputados del parlamento europeo, unos 60 aprobaron un acuerdo contra el gobierno bolivariano. En Chile, con 15 votos de mayoría pinochetista, se llevó al Senado un documento similar. Los cómplices de los crímenes del tirano Augusto Pinochet, pretenden darle lecciones de democracia a Venezuela. La mesa agradece el cinismo.

 El gobierno de Uribe, invasor de Ecuador, lanzó una pancada de auxilio a sus pares venezolanos. El ministro de la Defensa, Gabriel Silva, denunció la presencia de la guerrilla de su país en territorio venezolano. El recurso es viejo y manoseado. Ya antes habían acusado a Venezuela de ser culpable del narcotráfico que tiene en Colombia su santuario, con la mayor producción de cocaína del planeta. Los medios privados de aquí y de allá entran en éxtasis.

 El embajador de Estados Unidos en Bogotá, el inefable Brownfield, da su aval –que lo necesita- al mentiroso Silva. Así, el procónsul del imperio en Colombia y el agónico gobierno de Uribe creen matar dos pájaros con una piedra. Primero, le dan un espaldarazo político y mediático a la MUD, que también lo necesita. Y segundo, por la invitación que le hizo a Chávez para su toma de posesión, le envían un mensaje al recién electo presidente Santos en cuanto a quién sigue al mando.

 Dólares para la campaña electoral enviados a la mesa, acuerdos condenatorios de Venezuela en parlamentos derechistas de otros países, acusaciones sin pruebas (eso no importa) contra el gobierno venezolano, son los materiales con que desde afuera le fabrican las muletas foráneas a la necesitada MUD. Con todo eso, cojea -sería el colmo- pero no camina.

 PS: Cien mil toneladas de mentiras en las nuevas 100 mil toneladas de comida podrida inventadas por los medios en Lara. La empresa privada dueña de los alimentos los desmintió pero no rectificaron. Los embustes salen y al salir, se pudren con rapidez  y terminan intoxicando a sus creadores y divulgadores.

earlejh@hotmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2341 veces.



Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

Visite el perfil de Earle Herrera para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Earle Herrera

Earle Herrera

Más artículos de este autor