Los vicios y las virtudes Revolucionarias

Leyendo las Reflexiones del compañero Fidel Castro “Los vicios y las virtudes” debo compartir con ustedes una suerte de alegría profunda luego de años de insistencia en que el Socialismo es mucho más que un sistema económico y la transformación de las condiciones materiales de vida. El Socialismo –vía imprescindible hacia una Venezuela Comunal- es un modo de ver, sentir y vivir la vida, y por tanto, exige el estudio de la naturaleza del hombre-individuo al menos con el mismo rigor con el cual se ha hecho con respecto a las leyes sociales que regulan su existencia en el sistema capitalista.

El capitalismo es un sistema que responde a los instintos más primarios y salvajes del individuo, el socialismo por el contrario responde a las necesidades y principios éticos del mismo hombre en sociedad. La humanidad asiste al espectáculo miserable de la filosofía del capitalismo llevada a límites suicidas cuando ante la crisis bancaria y financiera del gigante estadounidense vemos como inmoralmente el sistema privatiza con salvajismo las ganancias pero socializa las pérdidas. Más de un millón de millones de dólares en pérdidas privadas son asignados como aplastante carga al conjunto de la sociedad estadounidense y mundial. Ese es el sistema capitalista y no otro, esa es su dinámica fundamental, esa es su filosofía.

Frente a ello, los pueblos –la humanidad entera- tenemos que contraponer la lucha por la vida con la máxima conciencia. La vanguardia revolucionaria debe asumir la conducción de esa batalla que se libra en el ámbito de la ortodoxia, la ortopraxis y la ortofrenia revolucionaria. Un pueblo en marcha hacia la transformación radical de la historia necesita de los insumos ideológicos como el pan necesita de la harina, pero, acaso tan imprescindible como es la ortodoxia lo sea la coherencia fiel entre la práctica de vida y las ideas, la ortopraxis. Sin esta absoluta coherencia entre el conocimiento y la práctica de vida vanos serán los esfuerzos para transformar de una buena vez la historia. Ahí están como modelos del lastimoso papel de la incoherencia en el quehacer de los pueblos los fariseos del tiempo de Jesús, nadie conocía mejor que ellos los preceptos de la doctrina, hasta 635 preceptos enmarañaban la simple verdad de que no se puede amar al Dios que decían amar y a quien –por supuesto- no habían visto nunca, sino se ama al hermano que estaba a su lado en carne y hueso y donde Dios moraba (según ellos mismos). Otro ejemplo lo tenemos en la triste ruina del más alto nivel alcanzado en la construcción del socialismo a lo largo de la interminable historia de luchas: el fracaso de la Unión Soviética. Una especie de nueva clase social y económica formada por funcionarios y líderes del partido (nomenklatura), egoísta y ambiciosa, separada del pueblo, obcecada, cegada por sus propios privilegios, lograron la triste alquimia de hacer que la Revolución se muriera en el alma de ese pueblo que debía sostenerla y darle vida.

Otro paso es imprescindible, el paso final, el de la ortofrenia, ese paso de la mente al corazón y de éste a las manos para hacer y para caminar hacia la utopía hasta hacerla concreta, esto sólo es posible cuando el liderazgo es fiel, coherente, humilde y honesto. Fidel nos dice: “Toda manifestación de privilegio, corrupción o robo tiene que ser combatida y no hay excusa posible en esto para un verdadero comunista. Cualquier tipo de debilidad en tal sentido es absolutamente inadmisible. Nunca fue la característica de los miles de hombres y mujeres que marcharon voluntariamente a cumplir los deberes internacionalistas que llenaron de gloria y prestigio a la Revolución Cubana. En tales principios de ética y pureza se inspiró el pensamiento de José Martí y todos los que lo precedieron” ¿Qué tendrán decir esto aquellos que a través de la cosificación de su liderazgo y “heroicos servicios a la causa, “exponiéndose” día a día o noche a noche han saltado de la pobreza más supina al disfrute del “dulce encanto de la vida burguesa?

Para el Libertador Simón Bolívar, manifestaciones de corrupción, privilegios groseros e indecorosos eran causal de fusilamiento, el compañero Fidel opina que quizás no deba llegarse a tanto -¿y nosotros que opinamos frente a esto?-, el filósofo del Siglo XVII, Baruch de Espinosa, decía en su obra ETICA, que no existe una sanción más poderosa sobre las conductas antiéticas que la conformación de una matriz de opinión social que la descalifique y condene con fuerza, ¿lo estamos haciendo nosotros en nuestra Venezuela revolucionaria?, ¿qué actitud tenemos frente a los groseros privilegios que adornan la vida de muchos de nuestros “dirigentes”? , ¿Los sancionamos o los respaldamos como si fueran héroes?, ¿Qué actitud asumimos frente al modo descarado del ventajismo por parte de unos cuantos sinvergüenzas? Deberíamos recordar que fue precisamente la aceptación de la corrupción –hasta convertirla casi en un mérito- la que derribó lo poco que podía tener de articulación la democracia representativa de los años setenta. Recordemos las páginas de sociales del Nacional festejando a los corruptos, o la triste afirmación de Gonzalo Barrios “Aquí todo el mundo roba porque no hay razones para no hacerlo”

Pues es tiempo de despojar del puñal asesino de esperanzas a estos miserables fariseos mimetizados entre franelas, gorras, boinas, afiches, figuritas de héroes y verbo encendido y radicalísimo. Es tiempo de desenmascarar a oportunistas de oficio, es tiempo –por la Patria y por el Socialismo- de detener a estos a quienes su modo de vida los denuncia cada día más sin importar cuanta habilidad tengan para esconderse. Vamos a la batalla de Septiembre. Vamos a la batalla limpiando y haciendo, será la mejor garantía de triunfo. El cuadro revolucionario tiene que entregarse en cuerpo y alma, tal como está en una hermosa canción que lo hizo el profeta Jeremías cuando recibió su mandato de profetismo, “Tengo que luchar, tengo que gritar..¡ay de mi si no lo hago! ¿cómo escapar de ti, cómo no luchar, como callar si tu voz me quema dentro? El revolucionario socialista tiene que asumir su vocación con todas sus consecuencias o irse con su música a otra parte donde no haga daño, cualquier actitud distinta es inaceptable. Un cuadro revolucionario que no pisa los espacios del pueblo humilde para ayudarlo, animarlo y orientar en su formación; un “revolucionario” que se rodea de obstáculos impenetrables para que no los pueda salvar el pueblo humilde y sencillo o que sólo se aparece por allí cuando le conviene; un “revolucionario” que sólo habla y se exhibe cada día sin compromiso de vida; un “revolucionario” de pura pantalla y boquilla es un desfachatado y por tanto un auténtico contrarrevolucionario que hace mucho, pero mucho daño.

Patria Socialista…o muerte, es más, mucho más que una consigna

Chávez es Socialismo


martinguedez@gmail.com

¡VENCEREMOS!


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Martín Guédez


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