Mientras se pierde el grado de iniciativa popular cuando se deteriora las experiencias de auto organización al nivel de empresa y de consejos comunales, se pierde el comienzo del poder del pueblo. Por tanto se agudizan los conflictos y se producen deserciones, sosteniendo el mismo porcentaje que apoyan al proceso, no se incrementa, es un retroceso del movimiento de masas, considerando la cantidad de jóvenes que entran a la mayoría de edad o se encuentran en edad electoral.
La oposición, la ineficiencia burocratizada, las direcciones reformistas, se oponen a los movimientos populares con ilusión de cambio a fin de reducir su esfera de poder, ahogando su desarrollo y, en fin, de liquidarlos, más bien, se equivoca la estrategia. Un proceso es para cambiar las cosas no para convertir a las personas, al menos, en una primera etapa, las vicisitudes del ambiente expresan por si solas lo difícil que ha resultado llevar a cabo el cambio. Los seres humanos son extraordinariamente diferentes, y ese fue uno de los fracasos en la ex URSS con las poblaciones aglutinadas en el Pacto de Varsovia, después del derrumbe de las Repúblicas Socialistas, estas gentes cambiaron radicalmente; lo mismo le ocurre a China y sus diferentes clanes en sus 9 millones de Km. Cuadrados, hasta hoy, el gobierno no dispone de un consenso claro respecto a su política.
Son ejemplos de una larga historia de reformas en educación, industria y vida social, no son buenos ambientes para emular, porque son ambientes reconstruidos sobre el modelo de un mismo sistema cuyo resultado mixto se desconoce. Doscientos años de esta revolución, tiene en si mismo poco que enseñar por una razón muy simple, no sabemos como funciona un sistema socialista. Debemos saber su funcionamiento antes de poder modificarlo para cambiar la conducta del pueblo, el cambio basado en la literatura, en las opiniones, sin practicarlo, resulta poca cosa.
En un contexto de crisis económica y de imposición de políticas de austeridad por el fenómeno del niño y para combatir el consumismo para concientizar una masa favorable a la revolución, ayudándola a levantar la confianza en su capacidad de luchar por el poder y ganar para la causa socialista, incluyendo a los sectores vacilantes de la sociedad.
Es indispensable también, la orientación de un frente único que ponga en primer lugar la defensa de la revolución y la independencia. Sindicatos, partido, pueblo y gobierno, trabajando juntos para consolidar la acción unificada combinada con la exploración de todas las posibilidades para reactivar la participación de la masa hacia el socialismo. La democracia entre electores y mandatarios tienen que ver con la constitución, un elemento a favor con leyes y procedimientos al álcense del pueblo, no para frenarlo, para llamarlo un estado social de derecho.
La educación, la política del pueblo y la ética, deben llevar a la refundación de los partidos y al proceso encaminado a que el pueblo asuma el poder, con eso se recuperaría los valores y la dignidad revolucionaria para constituir una comunidad democrática-participativa que rinda cuentas no cuentos.
El poder en el pueblo, administrando de mejor manera los recursos de la nación, requiere una mujer y hombre autónomo para que la revolución no se marchite por el fácil camino de otros pensamientos, un proceso así, sin límite de tiempo, es frágil, porque es dependiente de un liderazgo para ser tan solo, un estado de opinión, de mayoría fácilmente manipulable por el espectáculo publico, la imagen, las encuestas y las votaciones.
Si contamos con estabilidad financiera, el comportamiento de la economía debe estar asociado con la dinámica del sector real: Producción estratégica, empleo, ingresos, oferta agroalimentaria, inversión en las empresas, etc. El desconocimiento de esta situación conduce a enfrentamientos generales permitiendo que el retroceso absorba todo el proceso.
rcpuma061@yahoo.com
