¿Calle 13 inmoral?

En tanto que músico y recurrente escritor en este medio, quería dar mi opinión sobre el concierto de La Carlota, pero no tenía cómo comenzar, me faltaba algo, hasta que encontré esta joya de artículo que apareció en este mismo medio hace poquito, y que me viene al dedillo para expresar lo que pienso. El artículo es de Rafael Urdaneta y se llama "Calle 13 el otro extremo de la cultura decadente". Ahí voy pues, a manera intercalada:

"Recuerdo los tiempos de la lucha dura entre allanamientos y mudanzas, de Maracaibo a Barquisimeto y después a San Cristóbal, con los esbirros de la “digepol” pisándole los talones a la familia que huía de las torturas, asesinatos y “desapariciones” de la “democracia” de los adecos y los copeyanos. En esos tiempos el refugio espiritual de los hombres y mujeres que se jugaban la vida por una Venezuela digna y soberana lo encontrábamos en la canciones de Mercedes, de Viglietti de Chico Buharque de Víctor Jara, Intillimani, Silvio, Pablito, Quilapayu, el Quinteto Tiempo, toda la pléyade de cantores y cantoras comprometidos con el canto necesario, el canto de conciencia, pero sobre todo nos dábamos animo y nuevos bríos para la lucha (aun en sus peores momentos) con la explosiva canción de nuestro gran Alí Primera."

No mucho que agregar, sólo notar que afortunadamente, en aquellos tiempos "de la lucha dura", los revolucionarios de la época tenían a sus cantores, pues. Pero continuemos:

"Hoy veo con asombro como la revolución celebra la Canción del Pueblo con el “Grupo Calle 13” en un espectáculo decadente y absolutamente ajeno al espíritu de la revolución socialista y sobre todo ofensiva en grado extremo a la memoria de Alí Primera a quien se le rendía “homenaje” en el acto de marras. Y sentí la vergüenza de la memoria “manoseada” de quien en una de sus canciones dijo: “Yo amarré los recuerdos del árbol de la noche, / y fui en busca del sol / Me recuerdo del obrero que me dijo: ¡No vendas tu canto! / Que si lo vendes me vendes / Que si lo vendes te vendes / Y como no acordarme compañero / si me da por cantar cada vez que me acuerdo”."

Es decir, que no le gustó Calle 13, pero todavía no dice por qué. Veamos si nos lo explica a continuación:

"La revolución socialista es la revolución de la conciencia y permea todos los poros del tejido social."

Eso... no es inexacto, es más, no está mal como frase. Pero ya lo sabíamos (veamos si más adelante será consecuente con la idea). Sigamos:

"Se trata del rescate de “lo bello” entendida esta belleza desde la pureza del pueblo sencillo, la del joropo, el tamunangue, la gaita, los tambores, los cantos orientales, la tonada, la que por radio “no será retransmitida porque al pueblo lo que gusta es la mierda” (era la excusa de locutores y productores de radio para no radiar la música de Ali en tiempos de la cuarta república)."

Ah... nos estamos acercando, caliente, caliente... Pero tenemos que tener la confirmación. Continuemos (no falta mucho):

"Dice el dicho popular; “Sobre gustos y colores no han escrito los autores” y debe ser verdad que cada quien puede escuchar la música que le de la gana, pero la revolución,

(ajá, atención)

"si se hace parte de la degradación cultural del capitalismo decadente, no pasará de ser una nueva careta de los mecanismos de reproducción de la hegemonía dominante y cómplice de la alienación “por la que nos han dominado mas que por las armas”, por eso, también es cierto que no porque al cerdo le encante la mierda deja de ser mierda."

(ya va a soltarlo, aquí viene)

La culpa no es del ciego si no de quien le da el garrote, “Calle 13” puede cantarle al sobaco, al demonio, al culo y a la mala leche los versos ridículos que le de la gana, el problema es quien carajo fue el personaje que se le ocurrió montarlo en un escenario dizque en honor a Alí Primera y para colmo de males en trasmitir la “perfumada mierda” por VTV y TeVes."

Allá cayó... Bueno, pero cayó tal como se esperaba; es más, como se veía desde el comienzo. Pero ustedes saben compañeros, uno no puede lanzarse así nada más, siempre hay que esperar....

Resulta que al camarada articulista no le gusta, pues, nada que no le recuerde sus tiempos, su época, la época "de la lucha dura"; nada que no tenga esa "pureza del pueblo sencillo", pureza que nada expresa mejor que el joropo, el tamunangue...

¡Mmm!... la pureza de lo puro, pues.

Pero no, para nada, no importa que "sobre gustos y colores"... qué va, la pureza tiene nombre y apellido, y éstos ya existen —desde la época "de la lucha dura", por su puesto—; ahora sólo nos resta imitarlos (los gustos y colores de la época "de la lucha dura") con toda la libertad del mundo, claro...

Nada de sobaco, culo, mierda, que en aquellos tiempos —los de "la lucha dura"— éstos no existían. Fueron inventados luego, por la alienación y la hegemonía (¡ay Bukowski!...) y son el triunfo mismo del capitalismo. Éste inventó también el sexo, al parecer...

Pero vengan a mí camaradas, acérquense, les voy a confesar un pecado requetecontrarevolucionario: ¿Saben qué? A mí sí me gustó Calle 13.

Sí, y vamos a hablar en serio. Díganme: qué rapero no dice groserías... Perdón, creo que me adelanté. ¿Conocen el origen del rap? No importa si no lo conocen, digamos que es un engendro de este mundo que es a su vez un engendro, y que por lo tanto se le parece, y que la estética que le es propia no puede estar hecha de padrenuestros, ni de cánticos comeflores. Creo que no está en sus planes, por ejemplo, sacar a Teresa de la Parra de la tumba...

Y sí, ese grupo, Calle 13, muy bien puede —no obstante la brecha— ofrecerle reconocimientos a gente de otra época, como a la negra Sosa, o el propio e inmenso Primera. O llamarse alumno de Blades.

¿Que cómo es eso? Muy fácil: ¿no hablamos hasta en la sopa de dialéctica? Pues así es la historia: las formas cambian y pueden seguir manteniendo un diálogo entre ellas. Sobre todo cuando a su manera todas, más allá de las apariencias, apenas encubren lo más importante: una misma y única batalla contra un mismo y único enemigo. El capitalismo.

¿Recuerdan el rap de C-13 en La Carlota contra los reaggetoneros, la industria del disco, las censuras del comercio, los mercenarios del arte, la putrefacción del mundo del espectáculo —al cual el grupo escupe desde adentro—?

Ah, sí, ya veo lo que me van a decir, que ese rap estaba lleno de groserías. Oh, qué feo. Tal vez hubiera sido mejor un rap a lo Rubén Darío, épico y sublime, es decir, con todo el respeto que se merece la seriedad de nuestra denuncia, pero más aun y sobre todo el que se merecen aquellos a quienes va dirigida. ¿No es eso?

Pues bien, ese decoro nos fue enseñado a palo por ellos mismos, si mal no recuerdo. ¿Y el pudor por las partes del cuerpo, y el goce, y el sexo reprimido que tanto le debemos a la iglesia, ese gentil y genocida aliado nuestro? No, eso no es el Imperio...

En pocas palabras, lo que algunos nos quieren contar, en definitiva, es que la revolución empezó con el manual de carreño. Y que claro, que el rap entonces es el mismísimo diablo. Hmm... curiosa coincidencia... Tal vez el rap tenga después de todo razón en invocarlo de vez en cuando, y en vez no mucho —o ningún— interés en hacerse el dandy. Ahora quizás algunos puedan entender que un "bachiller marginal" como el camarada Mario Silva ha de tener mucho orgullo y sobre todo ninguna pena en hacerse llamar públicamente así; es más, que incluso defienda a capa y espada ese título. Creo que el rap también defiende su lingua franca, pues nunca ha pretendido negarse.

Lo siento por los revolucionarios de los tiempos "de la lucha dura", pero la analogía con los orígenes del rap y la condición de este camarada emblemático de nuestra revolución es matemática. Y recuerden también que para los oídos de la oligarquía en EEUU, por allá en los años 60, cuando ya ésta se había apropiado —y puesto en su catálogo de consumo— al jazz (música de origen eminentemente esclavo), apareció de pronto el "free-jazz" para romper orejas y estructuras a todo va, y declararse amigo de Cuba (Archie Shep, Ornett Coleman, John Coltrane con "Ascension"...), y volverse Pantera Negra. Fin de las dulces y digestivas melodías negras para acompañar las cenas elegantes de Manhattan.

Moraleja: es errado pensar que la moral está en la etiqueta y no en las causas.




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Xavier Padilla


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