Mis queridos lectores, leyendo
el libro del economista Stiglitz “El malestar en la globalización”,
me vino la idea de escribir este artículo sobre la construcción de
la economía socialista en Venezuela. La idea que me aportó Stiglitz,
o que yo le robé, hace referencia a la interferencia de lo ideológico
en el campo de la economía. En su libro expone el carácter ideológico
que tienen las tesis del consenso de Washington: liberalización de
los mercados, privatización y austeridad fiscal. Una receta idéntica
para cualquier país en desarrollo independientemente de su realidad.
Frente a esto, creo que en Venezuela se está desarrollando un modelo
ideológico similar pero en el sentido contrario, frente a las privatizaciones
las estatizaciones, frente a la austeridad fiscal el gasto social desmedido,
frente a la liberalización del mercado los controles de todo tipo.
En resumidas cuentas, frente a un fundamentalismo, otro de signo contrario,
frente a una receta otra de signo contrario.
Mis queridos amigos, desde algún tiempo, y en la medida que el enfoque marxista parece ir ganando terreno en el proceso, se viene planteando la necesidad de cambiar el sistema económico actual por un modelo socialista. Obviamente, al ser un enfoque marxista, deberá ser un modelo que se separe de la ganancia capitalista y de la propiedad privada de los medios de producción como base del sistema económico. Aquí quiero señalar, que la propaganda que hace la oposición de que la propiedad privada está en peligro, es una falacia, el marxismo no va en contra de la propiedad individual de todos los bienes, sino estrictamente de aquellos que son catalogados como medios de producción. Esto es totalmente lógico, en términos de que para Marx un aspecto fundamental de la caracterización del sistema capitalista es la existencia de la propiedad privada de los medios de producción. Como ya lo he señalado con anterioridad en otros artículos, no concuerdo con este planteamiento, debido a que la propiedad privada de los medios de producción no es una característica presente solamente en el capitalismo, también existió en la era esclavista y feudal.
(Ver ¿Es el Socialismo un
modo de producción? http://www.aporrea.org/
Los intentos de construir una economía socialista en Venezuela comenzaron por algo totalmente estúpido que fue la creación de los mercados de trueque, y la afirmación de que el modelo de trueque era socialista. Como señalé en un artículo que escribí sobre el tema, ligar el trueque con el socialismo es una burrada, el trueque ha existido desde antes que existiera el concepto de socialismo y como demostré en dicho artículo, el trueque no evita la posibilidad de la explotación del hombre por el hombre. Recuerdo que vaticiné en ese artículo que el trueque en Venezuela no llegaría a ninguna parte, y que 6 meses después nadie hablaría de eso, creo que me gradué de pitoniso. ¿Qué será de la vida del trueque y los billetitos esos con nombres criollos?
(Ver La economía del trueque
y el socialismo http://www.aporrea.org/
Antes de la genialidad del
trueque, los disparos apuntaron al cooperativismo como la punta de lanza
para pasar de un sistema capitalista a uno socialista, al parecer esta
iniciativa también naufragó miserablemente. Sólo un porcentaje irrisorio
de todas las cooperativas creadas está funcionando, gran parte de ellas
a niveles de subsistencia, y las exitosas que puedan haber, tienen un
comportamiento de empresas capitalistas tradicionales. (Ver ¿De verdad
el cooperativismo es socialista? … reflexionemos http://www.aporrea.org/
Otro abordaje ha sido el de
nacionalizar algunas grandes empresas, y me parece que el resultado
ya se está viendo como no muy bueno. Por lo menos en Guayana,
los resultados parecen ser bastante malos, y de hecho, se está abriendo
una brecha peligrosa entre los trabajadores y el patrono Estado, que
puede llevar al enfrentamiento entre el gobierno del pueblo y el pueblo
trabajador mismo, podríamos decir que un contrasentido total. O quizás
no tanto, al fin y al cabo, no fue eso lo que se dio en la Europa del
Este y el estrepitoso colapso de los países socialistas.
Con respecto a la administración
de las empresas del Estado, me permitiré contar una anécdota
que me ocurrió no hace mucho. Entré a un local de Movilnet para preguntar
acerca de los celulares en exposición, había un enjambre de vendedores
sin hacer nada, pues ninguno fue capaz de acercarse y preguntar en que
podían ayudarme. Cuando vi uno que me interesaba le pregunté a una
vendedora que características tenía el aparato, y la respuesta con
mala cara y de mala gana fue “ese tiene de todo” y me dio vuelta
la espalda para seguir la tertulia con su colega que se alisaba el pelo
con los dedos. Como se imaginarán, salí del local sin comprar nada
y maldiciendo a todo el mundo por tan PESIMO servicio.
Dejando lo anecdótico de lado,
creo que el punto es analizar a luz de los fracasos de los intentos
en Venezuela por construir una economía socialista, fracasos repetidos
en otras partes del mundo, determinar si en verdad existe la fulana
economía socialista o sólo ha sido el desvarío de una teoría (la
marxista) que ha demostrado su futilidad como concepción científica.
Comencemos pues el análisis
de los mismos postulados del marxismo, aceptando que la propiedad privada
de los medios de producción es la base del sistema capitalista, aceptemos
la dialéctica inmersa en el marxismo, aceptemos que el valor de una
mercancía radica en el trabajo incorporado y éste lo ofrecen los trabajadores.
Esto implica que una economía socialista debe ser la antitesis de la
capitalista y por lo tanto los medios de producción deben ser de quienes
trabajan, es decir, las fábricas deberían pasar a manos de sus trabajadores
y toda la plusvalía que generen. En el caso venezolano, la industria
petrolera debería estar en manos de los trabajadores y sus ganancias
también. En este caso todo el mundo saldría a alegar que el petróleo
está en el subsuelo y éste le pertenece a todo el pueblo. Por lo tanto,
caemos en la contradicción en este caso que lo que importa no es el
trabajo invertido para disfrutar de la plusvalía sino la propiedad
del insumo. El Estado toma la representación del pueblo y se apropia
de la plusvalía generada por los trabajadores petroleros, convirtiéndose
en un patrono capitalista. Y como cualquier patrono, el Estado se tornará
odioso para los trabajadores.
Al analizar las privatizaciones,
una de las quejas que se le hacen, es el hecho de que no crea empleos,
por el contrario, en general más bien los elimina. En lo que se refiere
a las estatizaciones de empresas privadas, tampoco ocurre una generación
de empleos en una primera instancia. Y posteriormente, es posible que
se de un incremento de personal pero sin que exista una mayor productividad.
Así como las privatizaciones masivas de empresas estatales no garantiza
crecimiento económico, ni incremento en el empleo, tampoco las estatizaciones
lo hacen. Es legítimo preguntarse, cual es la razón para que el Estado
invierta en comprar una empresa existente, en vez de invertir el dinero
en desarrollar una nueva empresa que contratará nuevo personal y que
por lo tanto aumentará la renta nacional.
Creo que hay que insistir en
que debemos edificar un socialismo del siglo XXI, y no reeditar el modelo
del siglo XX, un modelo de socialismo que no debe repetir los errores
del estatismo y burocratismo de la Unión Soviética, un modelo que
asuma la globalización como un factor a considerar y con el cual hay
que convivir, se quiera o no. Un modelo que tenga en cuenta el comportamiento
de los mercados y ejerza una regulación positiva en términos de garantizar
el crecimiento económico y la generación de empleo. Un modelo de distribución
de la riqueza a través del gasto social que no esté basado exclusivamente
en la renta petrolera. Un modelo que permita la diversificación de
las exportaciones venezolanas, de donde provengan también ingresos
para financiar el gasto social. Un modelo que atraiga las inversiones
extranjeras para la exportación, con transferencia de tecnología y
apertura de mercados internacionales a los productos venezolanos. Un
modelo que no haga de las estatizaciones un fin en sí mismo, sino un
medio para el desarrollo económico. Un sistema que ejerza una efectiva
regulación de la banca como un medio para el desarrollo del crédito
a los productores venezolanos y a la población para la adquisición
de viviendas.
En resumen, se trata de construir un modelo económico pragmático que mantenga el crecimiento económico y el incremento del empleo, con un Estado que regule donde deba hacerlo y de libertad de acción donde no debe ejercer una influencia importante. Un Estado que use su poder para mejorar la distribución de la riqueza. Un modelo económico que no esté atado a ideas preconcebidas, a esquemas rígidos que surjan de una ideología que superponga a la realidad económica, social y política del país.
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