El Socialismo en Venezuela: del MAS al PSUV

El debate en torno a la construcción del socialismo en Venezuela ha pasado por dos actores realmente significativos. Uno de ellos, el Movimiento al Socialismo (MAS) surgido en los inicios de la década de los años 70 del pasado siglo XX, producto de una división del Partido Comunista de Venezuela (PCV). El otro, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), surgido de una estrategia de unidad de fuerzas planteado por el presidente Hugo Chávez inmediatamente después de su triunfo en diciembre de 2006.

Existe, en nuestra modesta opinión como estudioso de la historia de las ideas en Venezuela, un tronco común entre ambos proyectos: la negación al dogmatismo soviético o del denominado socialismo real. Tanto el MAS como el PSUV, llegaron a manifestar en boca de algunos de sus principales representantes (Teodoro Petkoff, Hugo Chávez) críticas muy fuertes a la desviación del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética), que condujo a la toma de decisiones excesivamente limitantes al debate y la discusión, terminando en la construcción de una sociedad muy rígida, negadora del carácter revolucionario del socialismo planteado por Marx, tanto en El Capital como en otros trabajos.

La forma como lo negaron establece una diferencia entre ambos movimientos. Mientras el MAS, inicialmente se definió como un partido socialista de afiliación marxista-leninista, progresivamente fue cediendo paso a la discusión en torno a la construcción del socialismo para desplazarlo por un reformismo que terminó en esa estructura caduca y pragmática que es hoy. La posición ejemplificada en la actitud de antiguos dirigentes del MAS, como Julio Montoya o mi buen amigo Willian Barrientos, que hoy están del lado de la socialdemocracia – representada por Un Nuevo Tiempo- refleja una vieja discusión que se planteó en lo interno del MAS, acerca de la imposibilidad de construir un proyecto socialista alternativo al hegemónico de AD y COPEI en las décadas de los 70 y 80, y por lo tanto concluían que era imperativo subsumirse en estos movimientos políticos para ser una opción de poder.

Por su parte el PSUV, también se encuentra en la disyuntiva de reforma o revolución. Y esa situación debe conducir a una revisión histórica que impida que terminen como el MAS. Por una parte, ciertos elementos de la estructura del PSUV están más dedicados al disfrute de las condiciones de privilegio que derivan del ejercicio hegemónico – en el sentido gramsciano- del poder que a la construcción del socialismo. Estos sectores dentro de la estructura del PSUV son profundamente burocráticos, fosilizados y ven como una amenaza a sus privilegios los procesos de organización social que se dan bajo las figuras de comunidades movilizadas a través de mesas de aguas, energía, consejos comunales entre otras. En la visión de estos sectores reformistas, carentes de compromiso y ética revolucionaria, lo esencial es el disfrute del poder y la utilización del mismo para su propio beneficio.

Existe – y menos mal que así ocurre- otra sección en el PSUV, estructurados en el sentido ideológico de la revolución, encabezado por el propio presidente Hugo Chávez y algunos otros actores, que plantean seriamente el debate acerca de la construcción del socialismo. Para ellos es prioritario el proceso de construcción de un partido de cuadros, formados y curtidos en las ética revolucionaria de la cual hablaban el Che y el propio Marx, al mismo tiempo que insisten en la organización y formación política de los ciudadanos, como una condición del ejercicio de la participación. Marchan sosteniendo la necesaria revisión y modificación de las relaciones que marcan el accionar del capital y el trabajo. Es el camino sostenido por Marx en los Grundrisse (el título completo es Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie o Líneas Fundamentales de la Crítica de la Economía Política hecho público en 1939 en Moscú) donde habla de la vía al “proyecto socialista” como un camino que conduce a la disolución de las condiciones de explotación y alienación del capitalismo.

El planteamiento de Marx, que de cierta forma es recuperado por esa vertiente verdaderamente revolucionaria del PSUV encabezada por Chávez, habla de la necesidad de un “desarrollo universal” de los individuos en contraste con el desarrollo “unidimensional” del capitalismo, sobre el cual se basan las relaciones de alienación que permiten la explotación del hombre por el hombre. Se trata, y de cierta forma está visión es incorporada en el Plan Simón Bolívar (2007-2013) de construir socius (amigos, colaboradores). Ese proceso implica una acción múltiple: por un lado, la revolución del aparato productivo y por el otro, la revolución de la conciencia, sobre la formación socialista. Es este punto, la marca de escisión entre los revolucionarios y los reformistas dentro del PSUV. Los reformistas, se resisten a la modificación de las condiciones objetivas de la explotación capitalista, pues ello significaría el fin de sus posibilidades de enriquecimiento y al mismo tiempo, se resisten al proceso de formación que los haría “visibles” ante el resto de los militantes realmente comprometidos. Por ello, quienes militamos en el lado de la construcción socialista propugnamos la formación, el debate y la construcción de condiciones objetivas de disolución del carácter alienante del sistema capitalista. Creemos que el PSUV debe revisar con cuidado la experiencia histórica del MAS, para no terminar como lo hicieron sus antecesores. La historia es maestra vida¡¡.


Historiador

Juane1208@gmail.com


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Juan Eduardo Romero

Dr. Mgs. DEA. Historiador e Investigador. Universidad del Zulia

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