El relanzamiento del TIAR: un anacronismo histórico

Recientemente, actores políticos de la oposición al Presidente Nicolás Maduro, han planteado en el seno de la Asamblea Nacional (AN) en desobediencia, la reactivación de un mecanismo geoestratégico, diseñado en el marco de la política de "contención" del comunismo en América Latina, en la 1era mitad del siglo XX, nos referimos al denominado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

Habría que proponerse varias interrogantes ilustrativas: 1) ¿qué significado tuvo el TIAR en el contexto geopolítico de la 2da mitad del siglo XX para América Latina?; 2) ¿qué conllevo a su caducidad a finales del siglo XX? Y 3)¿Por qué sectores representativos de la derecha venezolana, apuestan a su relanzamiento?

En relación a la 1era pregunta, hay que decir, con contundencia que el TIAR es el resultado de las tensiones producidas en el marco de la denominada Guerra Fría (las tensiones de poder entre los EEUU y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS), que produjo un conjunto de reuniones previas al año 1947, cuándo se firma el TIAR. Esas reuniones efectuadas en la ciudad de Chapultepec en México, en el marco de la XXXIX Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz, en 1945 , señaló una ruta signada por la insistencia de EEUU de asumir el liderazgo indubitable en la región, imponiendo unas líneas de acción política que inicialmente buscó alinear a buena parte de los países de Nuestra América en contra de las potencias del eje (Alemania, Italia, Japón) y posteriormente, apostó por conformar un bloque unitario (sometido a los intereses de EEUU), cómo acción previa a la conformación de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA).

En la etapa que va de los momentos finales de la culminación de la II Guerra Mundial en 1945 a la firma del TIAR en 1947, se trataba de consolidar la visión del Destino Manifiesto que ha marcado la política exterior norteamericana, desde que inició su expansión territorial en el siglo XVIII. Era la tesis de los pensadores que apostaban por el denominado regionalismo, que conllevaría una ruptura – en el marco del espacio vital de Nuestra América- con la URSS, que fue importante aliada para enfrentar a los alemanes, japoneses e italianos entre 1939-1945. El TIAR, siguiendo la línea de la Conferencia de Chapultepec, creaba la instrumentación para un control militar de ese espacio, que los EEUU consideraron como propio. Es la muy sabida y comentada tesis del "patio trasero", que ha movido a los tanques pensantes en el Departamento de Estado durante tanto tiempo.

El TIAR, firmado en Río de Janeiro en 1947, es una consecuencia de las líneas dibujadas en Chapultepec, en cuánto a 1) alineamiento de los países de Nuestra América bajo el liderazgo (económico y militar) de los EEUU; 2) la concreción de un "sistema de solidaridad americana", a través del cual se derivó una subsumisión de los países a la estrategia militar de EEUU y creó la ruta para acciones militares conjuntas y 3) la creación de un "panamericanismo", que propició la formulación de la OEA en 1948. En ese sentido, lo esencial del TIAR es como señalo la ruta para el establecimiento de acciones militares, que respondían exclusivamente a la perspectiva geopolítica de los EEUU, defendiendo cualquier intromisión en el territorio de Nuestra América. Es, en esencia, una reactualización de la Doctrina Monroe, formulada en 1823, pero adaptada a los cambios geoestratégicas surgidos de la Guerra Fría.

El TIAR, tiene (pues está vigente para 15 miembros de la OEA, entre los que destacan Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, todos ellos parte del Grupo de Lima, tan agresivos contra Venezuela) contradicciones implícitas en su formulación. La primera, surgida del hecho que en su artículo 1 condenan la Guerra y el uso de amenazas contra cualquier país, pero es en esencia un Tratado Militar cuyas acciones conllevan esencialmente lo que dicen condenar: el enfrentamiento bélico. En segundo lugar, el TIAR dibuja un camino a seguir en caso tal de una agresión, entre ellas se comprende el retiro de jefes de misión, la ruptura de relaciones diplomáticas, la ruptura de relaciones consulares, la interrupción total o parcial de relaciones económicas, comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telefónicas y el empleo de la fuerza armada (Art.8).

Esas contradicciones se hicieron evidentes en el marco de la Guerra de las Malvinas en 1982, entre Argentina e Inglaterra, dónde el Tratado no fue invocado y fue sustituido por una mirada indiferente de los EEUU ante las acciones desarrolladas en el marco geográfico del TIAR, perfectamente establecido en el artículo 4 del mismo. Por lo tanto, en la práctica el TIAR entró en caducidad a finales de la década de los 80, pues había sido pensado y estructurado en el marco de las tensiones características de la Guerra Fría, y sin duda, con la excepción de la honrosa Cuba y la militante Nicaragua (con el triunfo de la revolución sandinista en julio de 1979), no había en Nuestra América ninguna "amenaza" a la paz y la estabilidad.

La tercera y última interrogante, relativa a buscar una explicación del porque la oposición venezolana pretende incluir a nuestro país en el TIAR, debe buscarse en el hecho de los esfuerzos destinados a lograr la desestabilización y expulsión de las fuerzas del chavismo del control del Estado. Para los EEUU, la democracia participativa y popular venezolana, formulada en la Constitución de 1999, resulta un peligro múltiple. Por un lado, al presentarse con un modelo de democracia que choca contra la idea – preponderante en la Carta Interamericana Democrática- de los modelos de democracia representativa. En otro orden de ideas, la geopolítica formulada en el cuerpo constitucional de Venezuela, entra en línea de confrontación directa con el unilateralismo globalizante que ha caracterizado los últimos gobierno de EEUU (Bush padre e hijo, Clinton, Obama y Trump). En tercer lugar, esa geopolítica ha creado instituciones que han restado "espacio" diplomático a la tradicional hegemonía de los EEUU; nos referimos a la CELAC, ALBA-TCP. Petrocaribe, UNASUR, AEC entre otros.

La reactivación del TIAR por los actores de derecha en la espuria Asamblea Nacional (AN), es una acción de presión ante la imposibilidad de la vía violenta, conspirativa y agresora implementada contra el Gobierno de Nicolás Maduro desde el año 2013-2014, pero sobre todo, señala la clara sumisión a los intereses de los actores del aparato económico-militar que dirige el Presidente Donald Trump. La amenaza de reactivación del TIAR, es un anacronismo histórico, pues no tiene sentido en las actuales circunstancias multipolares y pluripolares que se presentan en Nuestra América, asimismo la pretensión de reactivarlo, nos retrotrae a esquemas geopolíticos pretéritos y sin sentido. Por último, y más peligroso aún, que es una base desde la cual puede implementarse contra Venezuela (todos sus ciudadanos) la Doctrina de la Necesidad de Proteger (R2P), formulada por el Secretario de la ONU, Kofi Anam en 2005, que termine en una intervención armada bajo la excusa de delitos de lesa humanidad o crisis humanitaria.



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Juan E. Romero J.

Dr. Mgs. DEA. Historiador e Investigador. Universidad del Zulia

 juane1208@gmail.com

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