Renacer del Anticomunismo

Cuando tenía dos años fue derrocado Marcos Pérez Jiménez. Allá en ese pueblito donde me crié aparentemente sólo había coepianos y adecos, y un profundo anti-comunismo. Crecía en medio de ese sentimiento anti-comunista y de las enseñanzas en la escuela por el amor a la democracia. Junto a Bolívar, Sucre y otros próceres de la Independencia nos presentaban los bustos de Rómulo Betancourt, el “Padre de la Democracia”, de Raúl Leoni, de Luis Beltrán Prieto Figueroa y otros personajes de Acción Democrática, junto a uno que otro copeiano, en especial Rafael Caldera. El anti-comunismo dominaba el discurso de los políticos del pueblo. Cuando estaba ya más grandecito, me llamaba la atención que no veíamos comunistas por ningún lado. Me preguntaba, ¿contra quién se dirige el anti-comunismo? ¿quién era el verdadero enemigo?

Ya en el Liceo me enteré que en le pueblo si había comunistas. El problema era que muchos de ellos tenían que mantenerse en la clandestinidad o no podían manifestar abiertamente sus ideas comunistas. Cuando comencé mi actividad política en los tiempos de liceista, me enteré que la recién electa presidenta del Centro de Estudiantes, del cual yo era miembro, era militante del PCV. Sus padres habían llegado hacia pocos años al pueblo. Más tarde se fueron de ese partido y fundaron el MAS. Conocí comunistas que jamás me imaginé que lo fueran. Mi gran sorpresa fue que todos ellos y ellas eran personas comunes y corrientes como todos nosotros. La cháchara anti-comunista nos hacía imaginarlos como seres extraños, incluso con deformaciones físicas. Seres terribles que querían acabar con la civilización.

Cuando me vine para Caracas y comencé a estudiar en la universidad, fue que realmente me encontré con el comunismo y con jóvenes comunistas. Aquí todo era diferente. Había profesores y estudiantes avanzados que militaban en partidos de izquierda y que se dedicaban a estudiar las obras de los grandes revolucionarios. Me incorporé a unos cuantos círculos de estudio, escribía para carteleras y fundamos una revista. Sin embargo, el anti-comunismo seguía vivito y coleando en amplios sectores de la universidad. La refundación de la universidad después del allanamiento de Caldera había tenido sus efectos. Descubrí que estaba equivocado, que mi impresión inicial era errónea. El anti-comunismo estaba más difundido de lo que pensaba entre los jóvenes estudiantes y los profesores. Sectores que se denominaban progresistas, realmente eran grup que ofrecían vías de diversión para restarles filas al comunismo.

Al ingresar al mundo laboral y a los estudios de postgrado, me encuentro con que era muy inconveniente declararse comunista, ni siquiera simpatizante del comunismo. Me sentí como en los tiempos de muchacho en mi pueblo. El discurso de la derecha invadió todas las esferas de actividad. En el campo de la educación, donde trabajo, se impuso la derecha con su pensamiento globalizador y postmodernista. Este discurso promovía la desmovilización política y nos hacía sentir fuera de onda si manifestábamos algún idea de izquierda. Caldera llegó por segunda vez a la presidencia apoyado por el llamado “chiripero”, nombre tomado de una canción de Alí Primera. Un grupo de partidos de izquierda que para el momento ablandaron sus posiciones, en buena medida desconcertados por los sucesos en los países socialistas de Europa, en especial la caída de la Unión Soviética. Más tarde ese mismo chiripero se une en torno a Chávez y le ayudan a conquistar la presidencia en las elecciones de 1998. En ese momento Chávez realmente no era una alternativa política de izquierda, era sólo una alternativa. No podemos negar que muchos partidos de izquierda que apoyaron a Chávez más que interpretar el “sentimiento” del pueblo actuaron con una buena dosis de oportunismo. Igualmente Chávez aceptó el apoyo d ellos partidos de izquierda por razones pragmáticas.

De dos años para acá Chávez asumió la bandera del socialismo. Teniendo el cuidado de desmarcarse del comunismo y del marxismo. Cada vez que puede rechaza la dictadura del proletariado y ha anunciado su discrepancia con la lucha armada como manera de optar al poder. Tampoco reconoce Chávez la existencia de clases sociales y la lucha de clases como motor de la historia. Entre los seguidores del socialismo de Chávez son fervientes anti-comunistas. Oportunistas sin e¡ideas políticas propias que bailan al son que les toque el Presidente. Hoy son socialistas porque Chávez se declaró socialista. Ayer defendieron la “Tercera Vía” cuando Chávez se declaró hermano de Tony Blair. Defendieron a capa y espada las cooperativas cuando Chávez creía que eran la vía para construir el socialismo del siglo XXI, hoy las rechazan y denuncian porque el Comandante se dio cuenta de su error. Esos anti-comunistas son incapaces de tener ideas propias y de defender un ideal. Ellos sólo cantan a coro lo que el Comandante Chávez diga, hoy están al día y mañana hacen el ridículo. Nada de eso les importa con tal de alabar al Presidente. Bastó que Chávez se declarara enemigo del PCV y que anunciará que se encargará personalmente de su desaparición para que los aduladores de turno salgan a vociferar sus odios contra el comunismo y el PCV. Están en la cresta de la ola del renacimiento del anti-comunismo. Ya los veremos haciendo el ridículo cuando Chávez reconozca que se equivocó, cuando Chávez lea y entienda el Manifiesto Comunista y se declare comunista. Ya los veremos a los anti-comunistas de hoy, corriendo detrás del Presidente a declararse a favor del comunismo y, quien quita, a lo mejor hasta se querrán inscribir en el PCV.

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Julio Mosquera


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