El ejemplo revolucionario

¿Un Quijote llamado Chávez?

No existe nada más excluido que ser pobre

Ricardo Abud


Dentro de un parámetro capitalista es lógico que un camino fuera de él consiga resistencia y la imagen quijotesca surja como demostración inviable y ridícula en el entorno en que se desenvuelve. Corre un riesgo quien asuma una antorcha para chaguar, iluminando una senda que marque un propósito de ruptura a los vicios estructurales, que quién sabe porqué naturaleza, sea su conciencia la que lo enrumba y que ese fuego sólo sirva para iluminar su derredor, no para que otras antorchas enciendan las suyas propias o que éstas no posean la garra del fuego inicial, al punto que, apagada ésta, finaliza una era.

La fe mueve montañas gritan los portadores de antorchas, y su virtud las mueve mientras viven; admiradores en montañas humanas encaran potentados de la decadencia, sufren los rigores que los encadenan y el mensaje es bálsamo hasta que su era es muerta de infarto de sopor.

Ahora bien, pasa que la vida es una y la apuesta es única -al contrario del poema categórico de Machado, cantado por Serrat-, caminante sí hay camino, es uno sólo y no hace falta que alguien lo haga para que tú también lo veas. Así te llames Horus, tu camino lo ve tu ojo, el sendero está dentro de él, así te llames Hércules, sabes que es la ruta es estrecha, así te llames Cristo, sabes que no pertenece al potentado, te llames Mahoma, tienes que hacerlo por ti mismo, o Bolívar, el puente te lo hizo Teresita del Toro, como la motocicleta al del Che y un 27 de febrero al de este hormiguero.

No sé cómo definir cuál es su método. Sí sé que es el Amor quien lo ejecuta. La estrategia para movilizarlo es de insurgencia, pues la del poder constituido -el egoísmo-, el eliminar a sus obstáculos. También sé que el egoísmo es la mimesis que te roba para poder sostenerse y tarde o temprano va por tu vida, sea muerte de bala o de lenta hipnosis. El egoísmo vive su estancia de garrapata, llámese hermano, amigo, o compadre de circunstancia y cual matapalo, echa raíces desde lo alto hasta que al tiempo, muerto el árbol, ni él mismo podrá asumir longevidad, pues sólo aprendió matar palos.

Va siendo hora que sea el humus el que se exprese en el ejemplo de las tres R. Esta, o es revolución de árboles, o es baile de disfraces. A un poder comunal lo hacen vigilante, un PSUV debe actuar ejemplar pero la labor no es revolucionaria siempre que sea la base la de la cruz a cuestas. ¿Quién o cuál de los ministros, gobernadores, alcaldes o comandantes sufre la escasez de los alimentos? ¿qué caso tiene hablar de revolución, que el presidente hable de su volvagito, mientras a su lado le ronquen los 8 cilindros, producto, así hablen de bienes jurados o de capital bien ganado? ¿Acaso escuché bien? ¿Hablamos de REVOLUCIÓN o de Neoliberalismo a heredar? Revolución es amor desinteresado en tanto que el egoísmo vela por sus propios intereses. Es dura la conclusión de Nietszche cuando asevera que el único cristiano que existió murió en el Gólgota.

Cuesta arriba veo algunas gobernaciones y alcaldías si revolucionarios ejemplares no son los motores en la proyección del titánico esfuerzo que hasta ahora sostiene la sola antorcha en las tinieblas. En el PSUV hay buena cantidad que saben hacer fuego. Creo que es hora que le toque a los que nunca le ha tocado y el PSUV debe ser esa pieza olfateadota, sinfonía del pueblo, traductor de sus males, organizador de estrategia, equipo de victoria, maestro intachable, profeta del enfermo: salir a la calle y mostrar que somos pitcher del noveno, bases llenas de esqueletos, batean los cadáveres. Niños y paramilitares cubren las gradas. El triunfo espera con balas o pirotécnicos.

¿Grotesco el ejemplo? no es ningún exagerado si remato que el juego lo llevamos por dentro. O es el ladrón, o el dueño de la mina el que se afianza el amor. Pero es hora de saber que el ladrón es para matarlo.

arnulfopoyer@gmail.com


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Arnulfo Poyer Márquez


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