Coloquemos en primer lugar la batalla de las ideas

En la evolución del proceso revolucionario bolivariano se han suscitado situaciones en las cuales parte de sus primeros adeptos, haciendo gala de un oportunismo desvergonzado, se echaron a un lado al entender que el mismo marcha por vías que, a la postre, afectarán sus intereses particulares. Más aún cuando están conscientes de la trascendencia de la participación y el protagonismo de las masas populares, revestidas de un verbo socializante, que supondrán una realidad realmente nueva en Venezuela, convirtiendo en obsoletas las ideas y prácticas “democráticas” impuestas desde 1958 por los sectores dominantes y las cúpulas partidistas tradicionales. Todo esto impone la necesidad inmediata de buscar los mecanismos mínimos de comprensión de esta nueva realidad nacional, de un modo constante y consciente, ayudando a acelerar la diversidad de cambios socialistas que se requieren y, junto a ellos, la existencia de una conciencia popular auténticamente revolucionaria y democrática, capaz de enfrentar exitosamente las tentaciones que se presenten en el camino y así servir de bastión inexpugnable de la revolución socialista bolivariana ante las acechanzas de la contrarrevolución.

“En este momento -como ya lo enunciara Hugo Chávez el 15 de diciembre de 2006 en acto celebrado en el Teatro Teresa Carreño de Caracas- nuestra batalla no es la batalla electoral; seguramente tendremos que darla en los próximos años, pero en este momento hay que levantar la batalla de ideas sobre el proyecto socialista. Y para eso, ustedes todos, deben estudiar mucho, leer mucho, discutir mucho, hacer mesas redondas, mesas cuadradas, reuniones de la escuadra, del pelotón socialista”. No obstante el énfasis del Presidente, tal tarea se cumple a medias, casi por etapas. En muchos casos, limitada a la repetición maquinal de las palabras del máximo líder, pero sin profundizar abundantemente en su pertinencia y, menos todavía, en su práctica cotidiana, de tal suerte que se oye a no escasos chavistas y revolucionarios repetir la consigna ¡Patria, socialismo o muerte!, teniendo una contradictoria conducta conservadora. Es preciso que ello desencadene una batalla de las ideas mediante la cual se borre y supere la alienación consuetudinaria sufrida por el pueblo venezolano durante décadas, la misma que lo frena al querer concretar la soberanía que detenta constitucionalmente y choca con el poder constituido, los reformistas y su secuela de clientelismo político. Sin una conciencia revolucionaria, bien soportada en la asimilación de lo que es cabalmente el socialismo y la revolución, se hará difícil que este proceso revolucionario avance y se consolide temprano, sin limitarse a la simple sustitución de una clase política por otra, diferente en lenguaje, pero igual en comportamientos y procedimientos, sin producir el cambio estructural necesario.

Esto mismo lo refleja especialmente Chávez al referirse a la conformación del Partido Socialista Unido, en lo que sería su característica más resaltante: la democracia revolucionaria a exhibir de forma diaria a fin de diferenciarse profusamente de los partidos políticos tradicionales. “Una de nuestras primeras tareas debe ser realizar jornadas masivas de formación ideológica, previas a la constitución definitiva del partido. No debemos olvidar que es necesario preparar a esa gran masa de aspirantes, especialmente a aquellos que nunca antes han militado en una organización política. Una persona ideológicamente formada estará mejor preparada para realizar una correcta elección de las o los dirigentes del partido y podrá defenderse de la manipulación política que algunos inescrupulosos pudieran querer hacer en el momento de la elección”. Así que la batalla de las ideas debiera ser una de las partes esenciales del proceso revolucionario bolivariano, independientemente del vacío teórico del cual adolece, puesto que los diferentes logros revolucionarios en lo político, lo social, lo económico, lo cultural y lo militar han de sustentarse en la convicción y en el compromiso, generados ambos por el conocimiento y el debate ideológico, profundo y abierto, planteándose de mejor manera construir y asimilar el socialismo bolivariano, resultando ello su pilar fundamental.-


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Homar Garcés


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