Despierta para seguir durmiendo

La corriente social del moderno "despertar", que debiera hacerse extensiva al hombre común en el sentido pleno del término, se ha venido centrando en ciertos grupos considerados objeto de exclusión, cuando la gran excluida del "gran montaje" también viene siendo la persona que contribuye discretamente al sostenimiento del sistema. Es a esta última a la que habría que animar a despertar. Sin embargo, como carece de interés, puesto que está dentro de "la red", es decir, tiene asumida su función de trabajar y gastar, incluso más allá de sus posibilidades —asunto resuelto por el crédito bancario—, se ha pasado por alto el despertarla, para que continúe "durmiendo" en los cariñosos brazos del mercado.

Aunque la ideología de fondo de lo woke puede ser socialmente aceptable, llevada al terreno del negocio económico y político de los amos del mundo, viene con trampa. De entrada, se trata de aprovechar por ambos el ruido mediático promovido para la ocasión desviándolo al terreno de sus intereses. Por otro lado, dando coba a los afectados, se les ha hecho creer que han ganado la guerra, cuando se trata solamente de una pírrica batalla.

Podría entenderse que ha tenido lugar ese "despertar grupal" anunciado, pero quedando sujeto a la condición de seguir las reglas del mercado, al igual que las demás consumidores. La estrategia consiste en que, cargándoles de protagonismo, los afectados acaban por creerlo, y en la diferencia alentada se encuentra la clave de cierto barniz de superioridad sobre lo común, lo que invita finalmente a consumir, incluso más que los otros, para acreditarlo. Se inicia así una carrera de competición que solo beneficia al mercado. Llegado ese momento, el despertar de los afectados se reconduce finalmente a seguir durmiendo, como todos los demás.

En cuanto a la política, simplemente fabrica leyes para captar votos grupales de los llamados excluidos y se pone medallas. No obstante, hay que señalar ciertos favorecidos por el fiel seguimiento de la doctrina en este campo. Determinado sector de la política ha visto en lo woke alivio para su decadencia, puesto que empezaba a quedarse sin argumentos para vender a los votantes. Etiquetado como muestra de progreso, se apropian de la marca atrayendo a los afectados para que despierten y, una vez que cobran el importe de sus votos, les animan también a seguir durmiendo. Aquí entran en el juego las políticas sociales, a ver quien da más para poder gastar y, como eufemísticamente se dice, mejorar la calidad de vida de las gentes. Las "ocurrencias" en este punto se generalizan y tienen un gran efecto de atracción para una parte de los durmientes, porque amplían el mundo virtual en el que viven.

Respecto a la paternidad del modelo woke, no corresponde tanto a los que se consideraban afectados por la exclusión social como al gran beneficiado por lo del despertar para seguir durmiendo, es decir, a los gestores de un mercado regido por el gran conglomerado empresarial. Con la puesta en marcha del modelo, la clientela aumenta significativamente. Los beneficiados por esto de lo woke, si son pudientes, se gastan el dinero, por aquello de alimentar el lujo como marchamo de empoderamiento social. Si andan escasos de fondos, para eso está "el Estado progresista", para proporcionarles medios para que "la inclusión" sea una realidad prefabricada y el mercado más grande.

Acaso, tras este montaje, pudiera encontrarse otra realidad más profunda. Se trataría de que mientras el personal continúe "durmiendo", debidamente sedado por la inventiva de los mercaderes y la genialidad de sus dirigentes económicos, el capitalismo continuara engrandeciéndose y avanzando en ese proceso de dominio total sobre las personas, sin que apenas se perciba.



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Antonio Lorca Siero

Escritor y ensayista. Jurista de profesión. Doctor en Derecho y Licenciado en Filosofía. Articulista crítico sobre temas políticos, económicos y sociales. Autor de más de una veintena de libros, entre los que pueden citarse: Aspectos de la crisis del Estado de Derecho (1994), Las Cortes Constituyentes y la Constitución de 1869 (1995), El capitalismo como ideología (2016) o El totalitarismo capitalista (2019).

 anmalosi@hotmail.es

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