(Entre trabajadores y para los trabajadores)

Socialismo del Siglo XXI

Estamos empezando a entender por fin el significado del Socialismo del Siglo XXI, un proceso *revolucionario* auspiciado, comandado y liderizado por el mayor amante de los pobres de Suramérica y quien actualmente aprovecha la coyuntura de ser el Presidente de la República de Venezuela.

Nos estamos dando cuenta de que la subestima presupuestaria que viene haciendo el Presidente con unos precios petroleros, que son inferiores a un tercio de su precio de mercado, desde los años 2005 para acá, ha sido para dotarse autónomamente de recursos para financiar las numerosas *Misiones* beneficiadoras de los más pobres, de los excluidos por la oligarquía nacional e internacional, y mire que lo ha ido logrando con mucho éxito.

Ahora están comiendo hasta dos veces día aquellos que antes no lo hacían sino interdiariamente y hasta con una frecuencia menor. Ahora disponen, aunque sea de tercera calidad, de medicinas y atención médica los habitantes de ranchos y desamparados. Aprendieron las primeras letras quienes hasta ayer vivían en absoluta oscuridad para leer o escribir.

Ahora los pobres de Suramérica reciben donativos millonarios en dólares, y les seguimos subsidiando la gasolina y algunos derivados a los pobres de Cuba y de EE UU.

Ahora se está estrangulando el ascenso económico y social de los miembros de la clase media, despectivamente llamados *escuálidos*, así bautizados por el propio Presidente Hugo Chávez, padrino oficial de todas las Misiones y de sus misioneros.

Ahora, con la instauración del Socialismo de este siglo se están acabando las reivindicaciones laborales que datan de sus buenos 80 años. Se está democratizando la pequeña empresa, o cooperativizando. Se piensa nacionalizar la banca nacional, privatizar servicios básicos que necesariamente subirán de precios ante unas plantillas burocráticas que más que técnicos serán toeros y cambureros.

Se está, pues, empoderando a los pobres, a los más improductivos, al asalariado de menor preparación tecnocientífica, y destrozando la clase media nacional, de tal manera que las mejoras que empiezan a recibir los excluidos de ayer por el sistema capitalista, ahora subsanan sus problemas de hambre con cargo a las notorias desmejoras que empezó a sufrir dicha clase media.

Buena parte de los mejores profesionales han emigrado o están en ese proceso emigratorio antes de caer en la ruina total. Y ni qué decir que esta estrategia no es para nada endógena sino cuidadosamente diseñada por el Imperio, el mismo que supo inculcar valores individualistas y excluyentes a los trabajadores de clase media, a tal punto que siempre se han mostrado indiferentes y desolidarizados con los trabajadores desempleados, con quienes no han alcanzado su buenos salarios y han vivido en ambientes indignos. Recordemos que a la clase media, hoy aniquilada por el Imperio, pertenecen la pequeña burguesía una subclase que suspira por acumular y hacerse gran industrial.

En paralelo, la alta burguesía nacional e internacional se enriquece más y más. Ahora las transnacionales petroleras dejaron de ser concesionarios o contratistas de servicios para convertirse en condueños de nuestro subsuelo minero y petrolero. Paralelamente, la gran empresa comercial hace su agosto con el IVA, con la especulación de precios, con cuantiosas ayudas económicas, keynesianas, con protección arancelaria para las propias transnacionales residentes en el país; con mercado cautivo, etc, para incrementar sus ganancias sin incrementar la producción nacional.

Con el Socialismo del Siglo XXI el asalariado cobra su salario con moneda ultradevaluada, y el año que viene tendrá como dinero circulante una moneda definitivamente fiduciaria que sólo tendrá como respaldo el valor que el poder Ejecutivo dictamine a su conveniencia proselitista, a la usanza de las viejas hacienda cafetaleras y cacaotera de la Venezuela del siglo XI y primeros años del XX.

Digamos que el Socialismo del Siglo XXI es una suerte de socialización de la propiedad privada de los trabajadores, de una redistribución de la pobreza entre los pobres, un sistema de vida que estará oxigenando al sistema capitalista ya que su gruesa propiedad privada industrial convive plenamente con su mismo o superior nivel de explotación y de generación de más pobres que ahora, en lugar de luchar contra el régimen industrial capitalista, se refugiarán en un Socialismo del Siglo XXI en proceso de empobrecimiento general.


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Manuel Martínez


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